El vigilante de seguridad que disparó contra tres compañeros de la empresa Securitas de Tarragona en diciembre del año pasado y contra un agente de los Mossos d'Esquadra que intentó reducirle en su huida ha fallecido tras practicarle la eutanasia que solicitó.

Marin Eugen Sabau, que quedó tetrapléjico tras dispararle efectivos de la Policía catalana para detenerle, estaba en condición de preso preventivo en el Hospital Penitenciario de Terrassa (Barcelona). Su defensa, ejercida por el abogado Gerard Amigó, solicitó la muerte asistida para él. Tanto la instructora de la investigación contra él, Sònia Zapater, como la Audiencia de Tarragona accedieron a que se practicara dicha eutanasia antes de que se haya podido celebrar el juicio contra el vigilante rumano negando tener competencia para interrumpir el proceso médico autorizado.

Este martes, 24 horas después de que la titular del Juzgado 5 de Tarragona declinara dejarle en libertad, el Consorcio Sanitario de Terrassa ha confirmado su muerte. La eutanasia, consistente en una sedación y proporción de fármacos que han provocado un paro cardíaco, según explican fuentes jurídicas a El Independiente, comenzó a las 12.30 horas y culminó menos de 15 minutos después.

Derechos en colisión

Las víctimas del denominado "pistolero de Tarragona" trataron de paralizar la eutanasia recurriendo la decisión de la Audiencia de Tarragona ante el Constitucional en amparo, alegando vulneración de su derecho a la tutela judicial efectiva. La Sala de Vacaciones del Alto Tribunal inadmitió dicho recurso, según ha publicado este diario.

El abogado que ejerce la acusación en representación del mosso herido, José Antonio Bitos, se dirigió también al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) pidiendo que paralizara la eutanasia como medida cautelar, algo que el Tribunal de Estrasburgo también rechazó. Ahora, ha presentado una demanda contra el Estado español ante el TEDH considerando que el derecho de las víctimas a que se celebrara un juicio y conocer la verdad de lo ocurrido debería prevalecer sobre el deseo de morir del atacante.