El estallido del caso mediador a tres meses de las elecciones ha sido lo peor que le podía pasar al PSOE. Si ya la inmensa mayoría de los sondeos daban al PP como ganador de las municipales y con posibilidades incluso de recuperar algunas comunidades, como la de Valencia, la difusión de las andanzas del diputado canario Juan Bernardo Fuentes Curbelo (alias Tito Berni) puede significar la puntilla para los candidatos socialistas cuyos cargos dependen de unos miles de votos.

El ejemplo más evidente es el de Canarias, comunidad en la que la diferencia entre la coalición del gobierno que preside Ángel Víctor Torres (PSOE) y los partidos de la oposición fue de menos de 28.000 votos en las elecciones de 2019.

El caso mediador o Tito Berni (como ustedes prefieran) es fácil de explicar y de explotar por parte de la oposición. No hace falta tener conocimientos sobre empresas pantalla o paraísos fiscales para captar su esencia. Es el triangulo de las Bermudas de la corrupción: putas, cocaína y comilonas. El dinero se guarda en una caja de zapatos. Los personajes de la trama podrían ser los protagonistas de cualquier programa de telebasura. De hecho, Marco Antonio Navarro Tacoronte (alias Mediador) se ha paseado por los platós de las televisiones esta semana como si fuera Rociíto despellejando a su ex.

Es difícil salirse de este círculo casposo, que rompe el discurso de Pedro Sánchez como adalid contra la corrupción. No olvidemos que él ascendió al poder tras ganar una moción de censura presentada contra Rajoy por el caso Gürtel.

Aunque no haya sido de los más activos, Fuentes Curbelo ha sido diputado del PSOE en dos legislatura, fue hasta el día 14 de febrero vice portavoz de la comisión de Hacienda del Congreso y tenía relación fluida con colegas de varias comunidades, con los que comía regularmente, como demuestra la ya famosa cena del Ramsés, un restaurante de lujo un tanto hortera situado frente a la Puerta de Alcalá en Madrid.

A sabiendas del daño que este caso va a infligir en las expectativas electorales del PSOE, el partido y Moncloa han desplegado una ofensiva sin precedentes para minimizar sus efectos.

Lo primero de todo fue cargarse a Tito Berni. En ese afán justiciero se ha destacado Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, quien llegó a amenazar al diputado canario el pasado día 14: "No sales de aquí sin entregar tu acta (de diputado)". ¿Adónde queda la presunción de inocencia? Pero lo más llamativo de este gesto inquisitorio es que a mediodía de ese día 14 nadie (excepto la juez instructora y los agentes de la Policía y la Guardia Civil que investigan el caso) sabían que Tito Berni era la pieza clave de la trama. ¿Cómo sabía Santos Cerdán que había fotos de Tito Berni en paños menores? ¿Quién le había suministrado tan sensible información?

La corrupción cutre le ha estallado en las manos al PSOE y el Gobierno utiliza todos los medios a su alcance para enterrar el caso

Hasta ese día, el caso mediador, fuera de las islas, era poco más que un apunte en algunos medios de comunicación (fundamentalmente ABC). Pero las detenciones, entre las que se encuentran la del sobrino del Tito Berni (Taishet Fuentes Gutiérrez) y la del general Espinosa Navas, hicieron saltar el asunto al primer plano de la actualidad. Y el viernes, 20 de febrero, cuando en todas las redacciones se indagaba sobre los personajes de esta picaresca, ¡pum!, la Fiscalía Anticorrupción hizo público su escrito de acusación sobre el caso Kitchen. No podemos atribuirle al Fiscal General, Álvaro García Ortiz, intencionalidad en la filtración, pero sí hay que reconocerle el don de la oportunidad. Por desgracia para el Gobierno, Kintchen no aguantó ni dos asaltos. Tan sólo El País y algún medio más, enterraron durante 48 horas al Tito Berni, para recordarnos otra vez el escándalo de las cloacas... (Jorge Fernández Díaz dejó de ser ministro del Interior en noviembre de 2016).

Mira por donde, el miércoles 1 de marzo, a Ferrovial se le ocurre trasladar su sede a Países Bajos. Pues bien, desde el jueves, el Gobierno no ha dejado de darle cera a Rafael del Pino, uno de los pocos ricos hispanos con pedigrí. Sánchez en persona ha asumido el protagonismo de este auto sacramental. Los empresarios, de nuevo, en la diana.

La artillería mediática apenas si deja ver algunas contradicciones en la consigna gubernamental de "tolerancia cero" ante la corrupción. No se compadece muy bien la presión al Tito Berni para que dejara su acta y el partido, con el empeño en ocultar y proteger a los diputados que compartieron con él mesa y mantel (como poco). Tampoco cuadra bien esa actitud intransigente hacia los trincones con la negativa a constituir una comisión de investigación en el Congreso, bastante pertinente, por cierto, ya que fue en edificio de la cámara donde Tito Berni realizó alguno de sus chanchullos. Pero lo que ya es el colmo del cinismo es cuando desde el PSOE se amenaza veladamente al PP: "¡Ojo! que hay algún político canario del PP que también puede salir salpicado por la trama". Pero bueno, ¿acaso no se trata de destapar todo lo que haya debajo de este tráfico de influencias, salpique a quien salpique?

Me temo que Pedro Sánchez ha querido enterrar demasiado pronto este caso de corrupción. La investigación está en marcha, la juez instructora, María de los Ángeles Lorenzo-Cáceres, ha demostrado gran profesionalidad, y nada hace pensar que el asunto vaya a dejar de atraer la atención mediática. Como dijo el presidente canario en su discurso del debate de la nacionalidad canaria, que tuvo lugar el pasado día 28 de febrero: "Lo mejor está por venir". Claro que él se refería a su gestión.