Victoriano, Óscar y Daniel murieron la mañana de este jueves junto a la minadora 30 de la zona sur de la mina de potasa de la empresa ICL en Súria (Barcelona). Eran los geólogos encargados de revisar el estado de las galerías al inicio de cada jornada para definir el camino que debía seguir cada minadora. También para detectar posibles riesgos y evitar accidentes.

La mala fortuna quiso que este jueves, el desprendimiento de una parte del techo de la galería se produjera precisamente cuando realizaban esa inspección. "El minador 30 había calado" durante la noche anterior, explica Carlos, trabajador de la mina del turno de noche. Esto es, había conectado una galería con otra durante la perforación.

El minador -perforadora utilizada en esta mina- estaba parado en la galería tras los trabajos del turno de noche. "La mañana del jueves no tenía que trabajar". Presumiblemente los geólogos tuvieron que abandonar el vehículo -un todo terreno- por el que se mueven en el interior de la mina, para sortear el minador y evaluar la situación, y en ese momento se habría producido el accidente, apuntan los trabajadores de la mina.

Señal de alarma

Cuando se produce un accidente "se aprieta el botón del pánico" y desde la sala de control se activa a los equipos de salvamento que la propia empresa tiene en la mina, explica Miguel Ángel, miembro de uno de esos equipos desde hace dos décadas. Un equipo que incluye una ambulancia, en el interior de la mina, para transportar a posibles heridos hasta el exterior.

"Lo que tenemos claro es que aquí no baja nadie a socorrernos, por eso tenemos la unidad de salvamento" confirma Carlos, su compañero. El equipo de salvamento de Iberpotash en Súria, está integrado por 110 personas para los seis turnos de trabajo de la mina.

"Somos los que conocemos la mina", añade para argumentar la presencia del equipo de Iberpotash en cualquier rescate, aunque se active también a los bomberos como sucedió este jueves. "Hemos hecho formación básica" de primeros auxilios para "evacuar, inmovilizar, taponar una herida y sacarlos fuera". Pero "ante un desprendimiento no se puede hacer nada" concluye.

Extremar las precauciones

El responsable de la mina, Patricio Chacana, insistía este jueves en que la empresa ha extremado las medidas de seguridad para evitar accidentes. Los tres geólogos fallecidos «evaluaban cada zona minera antes de empezar las labores, en un acto de dar mayor seguridad a la mina nos pasa esta tragedia» se lamentó.

"La empresa no quiere accidentes" corrobora Miguel Ángel, que confirma las medidas adoptadas desde el último accidente mortal en Súria, hace diez años. "Antes había accidentes graves cada cuatro o cinco años" relata. Los geólogos "pasan cada día por todos los tajos" explica Daniel, para hacer catas y definir la trayectoria de la excavación en función de los tipos de potasa que encuentran en el frente de la excavación.

La mina de Cabanasses es una de las joyas de la corona de ICL en España, según la web de la propia compañía la riqueza y cantidad del mineral que contiene el subsuelo. "La innovación tecnológica que se ha implantado permite disponer de las herramientas más punteras del momento" asegura ICL.

Una ciudad en el subsuelo

Se trata de una mina de interior con una profundidad que va desde los 650 a los 900 metros. Su longitud máxima es de 6 kilómetros, pero las galerías excavadas suman muchos más kilómetros de túneles de cinco metros de alto y ocho de ancho. "Es tan grande como Súria" la localidad vecina, pero a medio kilómetro de profundidad, explica Miguel Ángel para ilustrar el tamaño de la mina.

Por su interior circulan camiones para transportar la potasa, hay talleres y un comedor. Cuando acceden a la mina los trabajadores descienden 550 metros en ascensor, para seguir bajando, después, en coches por los túneles horadados en la tierra. "Es como una ciudad subterránea" concluye Miguel Ángel.