La negativa del Gobierno a seguir comprando armamento a Israel, a cuenta de la polémica de esta semana de los 15 millones de balas destinadas a la Guardia Civil, tiene un difícil encaje. El primer problema se sitúa a nivel operativo. Las Fuerzas Armadas, el Instituto Armado y la Policía Nacional dependen en gran medida de la tecnología y el material que proporciona el país de Oriente Medio.
Israel es una de las mayores potencias en material y tecnología militar. Prueba de ello es que la gran parte de países tiene suscritos acuerdos con empresas hebreas, que en última instancia dependen del país, ya sea por el control directo que tiene sobre ellas o por la necesidad de aprobación para exportar.
España no es menos. La munición que se ha cancelado iba destinada a las pistolas y fusiles de la Guardia Civil, que son de la misma empresa que iba a traer los cartuchos, Guardian Homeland Security, filial de IMI, que a su vez pertenece a la israelí Elbit. En 2020, la compañía vendió miles de pistolas Ramon al Ministerio del Interior. En las pruebas, según denunciaron algunas asociaciones, tuvieron problemas cuando empleaban munición de otras marcas. Se encasquillaban. Por eso el departamento de Fernando Grande-Marlaska quiso comprarles balas, para solucionar el inconveniente.
El problema es que el contrato se adjudicó el pasado mes de octubre, cuando se cumplió un año de la guerra entre Israel y Hamás. Y que la ministra de Defensa, Margarita Robles, aseguró en una carta a sus socios de Sumar que España ya no compraba armamento al país desde el 7 de octubre de 2023. Los de Yolanda Díaz han hecho valer su posición en el Ejecutivo, obligando a cancelar el contrato con Guardian y dejando a Marlaska en evidencia. Mantendrá, eso sí, uno para la adquisición de cerca de medio millar de placas balísticas de "alto nivel de protección" para reforzar la equipación individual de guardias civiles adjudicado a Guardian.
1.000 millones
En mitad de la polémica, el Centre Delàs d’Estudis per la Pau ha revelado que España ha adjudicado 46 contratos por más de 1.000 millones de euros a empresas militares israelíes desde el inicio de la guerra en Gaza. Una cifra que deja en evidencia tanto a Robles como a Marlaska, así como al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha sido uno de los principales líderes políticos en el mundo que ha hecho bandera de la causa palestina.
Las Fuerzas Armadas españolas, y el futuro de ellas, está íntimamente ligado a la empresa de armas de Israel. Por ejemplo, tras la visita del presidente a la frontera de Gaza, Defensa compró 168 lanzamisiles contra carros de combate para el Ejército de Tierra. El ganador del contrato fue Pap-Tecnos, la filial en España de la compañía hebrea Rafael. En total fueron 237,5 millones de euros.

Los famosos carros Leopard también incorporan tecnología del país que ahora acusa a España de perder capacidad militar por "motivos políticos". En concreto, montan el programados M339 Setter espoleta 120 mm, que sirve para mejorar la capacidad de disparo.
Hasta ahora, España utiliza los drones Searcher Mk. III, de origen israelí. Esta aeronave puede volar a unos 19.000 pies, y permite comprobar las rutas en el campo de batalla. Para sustituirlo, Defensa ha presentado el Sirtap, de fabricación española. Sin embargo, todavía queda un largo recorrido para poder emplearlo, y las entregas están previstas para 2026.
Tecnología
España también depende de la tecnología de Israel en el campo de las comunicaciones. Por ejemplo, la radio E-LynX, de la empresa Elbit. Telefónica y Aicox son las encargadas de ensamblar este elemento en España bajo licencia. Estos sistemas están destinados a diversos vehículos blindados que usa el Ejército de Tierra. Por ejemplo, para las comunicaciones del futuro vehículo de combate de ruedas 8x8 Dragón, el gran proyecto de Defensa.
El otro gran plan, el sistema lanzacohetes Silam, también necesita de tecnología hebrea. Aunque la fabricación la realizan las empresas Escribano y Expal, hay piezas indispensables que son patente de la misma Elbit. El ensamblaje es, básicamente, "una copia" del Puls israelí de esa compañía, señalan fuentes conocedoras.
España también firmó el pasado mes de septiembre un contrato de 207,4 millones de euros para la compra de 46 sistemas de guiado por láser Litening V para la munición de los 45 nuevos cazas Eurofighter que recibirá el Ejército del Aire en los próximos años. Estos sistemas son del fabricante israelí antes citado Rafael, aunque en el suministro participan Indra y Tecnobit.
Netline, otra compañía, también ha suministrado inhibidores de frecuencia para vehículos militares a Defensa. El acuerdo marco se firmó en 2029, y se extendió hasta febrero de 2023.
Ametralladoras para los vehículos blindado de transporte de personal RG-31, radios para el encriptamiento de las comunicaciones, torretas para los vehículos de zapadores, programas espía, tecnología para la recuperación de datos... la lista de necesidades de España frente a Israel es inmensa, y la forma de sustituirlos muy complicada. "Son los mejores, no tienen competencia. Lo que estamos haciendo nos dejará vendidos", señala una fuente de inteligencia.
El espionaje, "un desastre"
Las consecuencias de suprimir el contratos de las balas para la Guardia Civil todavía están por ver. En los últimos dos años, las declaraciones de distintos miembros del Gobierno, incluido Sánchez, han desatado crisis diplomáticas. La embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, se despidió de su mandato en España tras ser llamada a consultas por su país en protesta por el reconocimiento de Palestina por parte del Ejecutivo español.
A nivel de información, las relaciones entre el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y sus homólogos también se han resistido. Fuentes de los servicios secretos señalan que la situación de esta semana es "un desastre", tanto internamente como en el terreno. Los estados occidentales beben de los agentes israelíes constantemente, sobre todo en materia antiterrorista.
Israel es "los ojos y los oídos" en Oriente Medio, y cualquier movimiento enemigo que se dirija a sus aliados son detectados primero por el Estado. Las malas relaciones diplomáticas, y las comerciales en este caso lo son de primera magnitud, son un escollo para el trabajo de los espías, que recaban información de fuentes de primer nivel.
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