Ya no valen los pronósticos, ni aferrarse a mantras gastados, ni siquiera apelar al "ruido". El PSOE ha sufrido un golpe inmenso, de incalculables proporciones aún. El que no podía ni quería esperar ni imaginar. Santos Cerdán, su secretario de Organización de los últimos cuatro años, señalado por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil por el presunto cobro de comisiones ilegales de adjudicaciones públicas. Su todopoderoso número tres como eje de un informe policial absolutamente catastrófico para los socialistas. Su jefe del aparato fulminado de inmediato.

La crisis es monstruosa. El partido, sus cuadros, se define en auténtico shock tras unas horas de vértigo, convulsión y espanto. Cerdán, que en las últimas semanas y hasta ayer mismo había negado toda "ilegalidad", sucumbió. Presentó la dimisión de todos sus cargos y anunció la entrega de su acta de diputado en el Congreso, forzado por el secretario general y presidente del Gobierno. Y él anunció una auditoría externa de las cuentas del PSOE y una remodelación de la ejecutiva, un ajuste que se validará en el comité federal que el partido celebrará en Sevilla el próximo 5 de julio.

¿Pero el cortafuegos va a valer? ¿Basta?

Esa es la pregunta. La gran pregunta que recorre el PSOE ahora mismo. Y para la que todavía no hay respuesta. Si es que la hay. Si la última operación de Sánchez para sobrevivir y aguantar hasta 2027 servirá. Si aguantará o ya no podrá resistir a la presión.

El partido se define en auténtico 'shock' tras unas horas de vértigo, convulsión y espanto. Nadie esperaba que Cerdán también pudo corromperse, que él incluso supuestamente gestionó el cobro de las mordidas

El partido vive aún con la conmoción pegada a la piel. Lo evidenciaba la comparecencia en Ferraz del presidente —la primera en la sede federal del partido en siete años, sus primeras respuestas a los periodistas desde el día posterior al apagón, desde el 29 de abril—, con gesto sombrío, mirada baja, petición constante de "perdón" a los ciudadanos y a las bases socialistas y subrayado de la "enorme decepción" con Cerdán, en quien descargó toda la culpa. Lo evidenció, casi de forma más dramática, la rueda de prensa en Pamplona de la presidenta navarra, María Chivite, de quien el ya ex número tres federal fue uno de sus colaboradores de confianza, como su primer secretario de Organización. Ella rompió a llorar ante los medios, "no está siendo fácil" el día, reconoció, porque "lo leído no corresponde" con la persona que ella creía conocer. "No debimos confiar en él", admitió Sánchez.

Esa sensación la compartían varios diputados y dirigentes socialistas. Les resultaba imposible pensar que a quien tenían como una persona recta —"A [José Luis] Ábalos le veías más venir, era un trilero"—, algo hosco pero cabal, discreto pero con la suficiente cintura como para llevar las riendas del partido, también pudo haberse corrompido, hasta el punto de que, según la UCO, fuera él quien gestionara miles de euros en presuntas mordidas de obra pública. Ahí están las grabaciones transcritas por los agentes, en un lenguaje a veces hasta vomitivo.

Exigencia de dimisión en una reunión en la Moncloa

El propio Sánchez también había creído en la "integridad" de su hombre de confianza hasta la mañana del jueves, según contó él mismo en la rueda de prensa, porque no había tenido conocimiento previo del informe policial. La noche anterior, cuando saltaron las primeras informaciones en varios medios, Ferraz había lanzado un comunicado exculpatorio pactado, alegaban en la Moncloa, entre el presidente y su todavía número tres. En la mañana del jueves, cuando ya el Gobierno tuvo acceso al dosier de la UCO de 490 páginas, todo cambió. Cuando el jefe del Ejecutivo vio los "indicios muy graves", no había salida. Lo decían varios cuadros del partido que le miraban, que le apremiaban para tomar decisiones. Cerdán tenía que irse.

El presidente busca encapsular la crisis, limitándola al área de Organización en Ferraz, y no asume responsabilidades en primera persona. Descarta elecciones y asevera que llegará hasta 2027

El presidente convocó al dirigente navarro a la Moncloa, según confirmaron fuentes de la dirección socialista. Él le dio sus "explicaciones", proclamó su "inocencia". Pero Sánchez no le creyó y le exigió su dimisión y la entrega de su acta como diputado. Cerdán regresó después a la sede federal. A las 15.48, un comunicado firmado por él hacía oficial su caída, aunque lo que no contó es que su marcha la decidió el secretario general. Menos de dos horas más tarde, el líder socialista compareció en Ferraz ante los medios. Por 24 minutos totales, entre su breve intervención inicial y los seis turnos de preguntas. Pidió perdón hasta ocho veces a la ciudadanía y a la militancia, recalcó que no sabía nada de lo hecho por su número tres hasta que no leyó el informe de la UCO, aseguró asumir responsabilidades (actuar, colaborar con la Justicia y expresar sus disculpas), ninguna propia por haber elegido a dos secretarios de Organización implicados en escándalos de presunta corrupción, los dos en el puente de mando de un partido que llegó a la Moncloa denunciando la corrupción de otro Ejecutivo, el del PP. El presidente intentó, además, encapsular la crisis: descartó elecciones y crisis en su Gobierno.

La página siguiente, por tanto, más allá de la auditoría de las cuentas, será la reorganización de la cúpula socialista. No hay pistas. Él no las dio porque no había tenido tiempo de darle una vuelta, porque hasta hacía apenas unas horas había sostenido a su secretario de Organización. En el partido ya empiezan las quinielas, y varios dirigentes consultados creen que se necesita quizá un perfil "más refinado, no un aparatero grueso de manual", savia nueva, alguien que concite "respeto y consenso internos", tal vez una mujer —Sánchez solo ha tenido hombres al frente del aparato: primero el riojano César Luena (2014-2016), luego Ábalos (2017-2021) y finalmente Cerdán (2021-2025)—.

En el partido ya empiezan las quinielas y varios dirigentes creen que se necesita un perfil "más refinado, no un 'aparatero' grueso de manual", savia nueva, alguien que concite "respeto y consenso internos", tal vez una mujer

Una reflexión que se escucha ya en estas horas es que debe ser un dirigente completamente fuera del entorno del caído número tres. Y esa apreciación excluiría a quienes han sido sus estrechos colaboradores, como quien era su adjunto en Organización, el diputado jiennense Juanfran Serrano, o los también parlamentarios Javier Cendón y Manuel Arribas. Ahora, quienes confrontaron abiertamente con Cerdán recuerdan que ellos ya levantaron el dedo, que advirtieron de sus "prácticas tóxicas", de que era el secretario de Organización que "más había devaluado el cargo". "Y dijimos muchas veces que Ábalos no estaba solo, y Cerdán tampoco", observa una dirigente territorial no alineada con Ferraz.

La decisión de blindarlo en Sevilla

Queda camino hasta que Sánchez culmine su reestructuración, que deberá ser respaldada por el comité federal el 5 de julio. Precisamente en Sevilla, donde el 1 de diciembre de 2024 se echó el telón al 41º Congreso, que para algunos cuadros ya ha pasado a la historia como un cónclave "fallido", porque la dirección, que no sufrió cambios de calado respecto a la anterior, no ha aguantado más que seis meses. Y en ese congreso, pese a que ya Cerdán era un dirigente que generaba rechazo en algunos cuadros, decidió ratificarlo, blindarlo. Mantenerlo a su lado, asumiendo así un enorme riesgo, sobre todo porque ya Ábalos estaba en manos del Supremo y el empresario Víctor de Aldama, el presunto cabecilla de la trama Koldo, lo había implicado.

El PP volvió a reclamar elecciones ya, los socios aumentan la presión, sin llegar a romper. Y la vicepresidenta Yolanda Díaz exigió a Sánchez "un reseteo" completo de la legislatura

Pesan mucho las dudas de si Sánchez podrá remontar, de si el partido logrará recuperar el pulso, de si la legislatura aguantará. El PP volvió a reclamar elecciones ya —el presidente ya dejó claro en la rueda de prensa que no piensa convocarlas y que las urnas llegarán cuando tocan, en 2027—, los socios aumentan la presión, sin llegar a romper. Yolanda Díaz exigió al presidente un "reseteo" completo, porque este es un punto de inflexión y no se puede continuar así: hace falta un giro social y una relación "de igual a igual" de Sumar con el PSOE.

En la Moncloa reconocen que la ola provocada por el caso Cerdán es "muy fuerte, muy grave", pero desean verla contenida. "Esto no es lo que quiere hacer ver el PP, no es una crisis institucional, es el mismo caso del que hablábamos, el caso Koldo. No estamos hablando de que el Gobierno haya cometido una ilegalidad. Se trata de una oveja negra y nadie puede entenderlo. Es como si Santos hubiera tenido una doble vida", señalan en el equipo del presidente. "Yo le vi de diez. ¿Hará falta algo más? De momento, no", responde un ministro. De momento.

Llegados a este punto, suficiente no es nada. Y como nada es suficiente, mejor no ir al suicidio de cabeza", señala un responsable. "Este jueves, el presidente estuvo bien. Si lo que ha anunciado no basta, el siguiente es él", advierte otro mando territorial

Pero extramuros del corazón de la Moncloa, la percepción es distinta. Distintos cuadros manifiestan que no está claro que Sánchez pueda superar esta última prueba de fuego con cambios cosméticos. "Es la gran pregunta que todos nos hacemos, si esto servirá o no", manifiesta un parlamentario nacional con mucho oficio orgánico. "Llegados a este punto, suficiente no es nada. Y como nada es suficiente, mejor no ir al suicidio de cabeza. La reacción y el tiempo no garantizan la recuperación de la crisis, pero una precipitación catártica radical e inmediata es ir al matadero seguro", expone un responsable que conoce bien el latir interno del PSOE. Una diputada autonómica lo expresa así: "Esperamos que el presidente haga un cortafuegos y corte por lo sano de forma radical y que lleguen personas completamente nuevas, con una mochila absolutamente limpia y que no tengan absolutamente nada que ver con toda esta historia. Pregunta: ¿quién se presta a semejante suicidio? Porque está claro que la decadencia es imparable y que vamos a ver muchas cosas".

Un mando territorial con mucho olfato quizá circunda la reflexión clave: "Hoy [por ayer jueves] estuvo bien. Pero es que si lo que ha anunciado no basta, el siguiente es él". No quedan quizá más balas ni muchos más escudos. Sánchez busca su enésima reinvención, su redención ofreciendo casi un acto de fe cristiano. ¿Podrá? La respuesta no es obvia. Ni sencilla. Porque el caso Cerdán y sus consecuencias no concluyen con su aparatosa caída.