La misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha logrado captar sus primeras imágenes de la corona solar gracias a una maniobra inédita: la creación de un eclipse solar total artificial en el espacio. El logro, anunciado este lunes, demuestra no solo el potencial de las tecnologías de vuelo en formación, sino que abre nuevas posibilidades para el estudio del Sol y su enigmática atmósfera exterior.

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Coordinada por la empresa española Sener, Proba-3 es la tercera misión experimental de la ESA dedicada a probar tecnologías espaciales avanzadas. En este caso, el objetivo era demostrar que dos satélites podían volar en formación autónoma con una precisión extrema para bloquear la luz solar directa y observar la corona solar, una región de altísima temperatura que rodea al Sol y que resulta inaccesible sin este tipo de técnicas.

En marzo, los dos satélites –el Coronógrafo y el Ocultador– lograron alinearse a 150 metros de distancia, sin intervención desde la Tierra, y con una precisión milimétrica. Durante el experimento, el Ocultador tapó el disco solar con una pantalla circular de 1,4 metros de diámetro, proyectando una sombra de apenas 8 centímetros sobre el coronógrafo ASPIICS, a bordo de la nave gemela. Esa sombra permitió obtener imágenes claras de la corona, normalmente oculta por el brillo solar.

Un eclipse cada 19,6 horas

Observar la corona es clave para comprender fenómenos como el viento solar –el flujo de partículas que emite constantemente el Sol– y las eyecciones de masa coronal, explosiones de alta energía que pueden perturbar las comunicaciones, la navegación por satélite y las redes eléctricas terrestres. Además, la temperatura de la corona, superior al millón de grados centígrados, sigue siendo un misterio para la ciencia, ya que supera con creces la de la superficie solar.

Las primeras imágenes obtenidas por ASPIICS revelan detalles comparables a los que pueden observarse durante un eclipse solar natural, pero con una ventaja decisiva: el eclipse artificial puede repetirse cada 19,6 horas de órbita y mantenerse hasta seis horas, frente a los escasos minutos de un eclipse real.

"Me emocionó mucho ver las imágenes, sobre todo porque las obtuvimos en el primer intento", ha declarado Andrei Zhukov, investigador principal de ASPIICS en el Real Observatorio de Bélgica. Para Dietmar Pilz, director de Tecnología, Ingeniería y Calidad de la ESA, estas observaciones "validan nuestras tecnologías en la que es ahora la primera misión de vuelo en formación de precisión del mundo".

Aunque la misión aún se encuentra en fase de puesta en marcha, los responsables aseguran que los resultados iniciales ya son valiosos para la comunidad científica. "Hemos logrado un vuelo en formación con una precisión sin precedentes", ha señalado Damien Galano, director de Proba-3.

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