La Moncloa es consciente del mazazo anímico, uno más, que ha supuesto la entrada en prisión de Santos Cerdán por los presuntos delitos de integración en organización criminal, cohecho y tráfico de influencias. La imagen es "desgarradora", "decepcionante", "dolorosa". Pero para el Gobierno y para su presidente, Pedro Sánchez, el encarcelamiento del que hasta el 12 de junio era el secretario de Organización del PSOE, no supone un antes y un después. Una línea divisoria. Los planes se mantienen: ni adelanto electoral, ni cuestión de confianza, ni dimisión. La hoja de ruta es intentar llegar a la estación término: 2027, cuando se agota de manera natural la legislatura. Y con el apoyo de los socios, de los que los socialistas se sienten seguros.

La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de este martes, en el turno de preguntas, resultó prácticamente monográfica, porque no hay otro asunto que pueda competir con el caso Cerdán, más tras su entrada en Soto del Real, apenas unas horas después de comparecer ante el juez del Supremo Leopoldo Puente y contestar solo a las preguntas de su letrado, y con el comité federal ya a la vuelta de la esquina, el sábado.

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