Las cuitas públicas con el PSOE han dejado en segundo plano la crisis de identidad que atraviesa Sumar en el Congreso, con una nueva fuga al Grupo Mixto —la de Àgueda Micó, que ha partido en dos a Compromís— y con amagos de salida por parte de los dos diputados de Més per Mallorca y Chunta Aragonesista. Los primeros abordarán la decisión próximamente tras una primera asamblea que no resultó en nada. Pero el debate sobre el futuro de la marca sigue sobre la mesa. Fuentes parlamentarias de Sumar reconocen a El Independiente que, en medio de esta tormenta, la posibilidad de renombrar al Grupo Plurinacional Sumar ha vuelto a plantearse en las negociaciones con los socios nacionalistas.
"El tema se habló sin concretar ni priorizar", aseguran fuentes conocedoras de esas conversaciones dentro del seno de la confluencia. Insisten en la preeminencia de otros asuntos, como la falta de conciencia del PSOE ante la situación del Ejecutivo. Pero el asunto ha aparecido en las conversaciones con Compromís, Cha y Més, en la que se han implicado el resto de formaciones. También IU lo ha planteado. La formación de Antonio Maíllo, entre la batería de propuestas propuestas, volvió a lanzar la idea de cambio de nombre para avanzar en esa "horizontalidad" que vienen demandando y hacer un guiño a esas fuerzas nacionalistas que piden un modelo confederal de grupo, "Esa reivindicación nunca se ha retirado de la mesa", insisten desde la primera fila de IU.
Las voces a favor de acometer el cambio se expresan cada vez con mayor claridad. Van en la línea de reclamar tanto un rebranding como un cambio de las dinámicas internas que han operado en estos dos últimos años de singladura. "El futuro del espacio político pasa por tres cuestiones: primero, unir y ampliar la base; segundo, la participación y la evaluación colectiva de la gente; y tercero, hay que cambiar la marca y la lógica que había prevalecido en Sumar", sostiene en conversación con este periódico Francisco Sierra, diputado de IU por Sevilla. A su juicio, el remozado de la denominación debería ser una acción inmediata. "Hay que cambiarlo. No se puede llamar una parte por el todo. Puede ser tropo lingüístico y puede ser un buen juego para la poesía, pero no para la política", arguye.
Los presuntos casos de corrupción que salpican al núcleo duro del PSOE, como el de Santos Cerdán, han venido a alterar más si cabe a los socios de la alianza que conformó Yolanda Díaz en el tiempo de descuento para las elecciones generales del 23-J. Compromís, Cha y Més se sienten incómodos respaldando a un gobierno que puede estar implicado en esas corruptelas. Más por la experiencia de estas prácticas en el pasado, especialmente en la Comunidad Valenciana y Baleares. Una tensión que ha alimentado el planteamiento de transitar al Mixto que solo ha cumplido, de momento, Micó. En su caso, la disconformidad con Sumar ya venía de lejos. Reclamaba más autonomía en el grupo, libertad de voto o negociación bilateral con el Gobierno.
El problema con las siglas: Sumar, una parte y el todo
En este contexto de desafío en la dirección de Sumar, los de Maíllo han recuperado una de las exigencias clave que quedó sin respuesta el año pasado. La crisis que abrió la abrupta salida de Íñigo Errejón, con un escándalo de acoso sexual de fondo aún por resolver, y su relevo por Verónica Barbero abrió la puerta a cambios dentro de la organización que fueron en paralelo con el rechazo de los socios a integrarse en la ejecutiva del Movimiento Sumar —se propuso que un 30% de los puestos fuesen para IU, Comunes o Más Madrid—. Abierta esa brecha, IU planteó entre octubre y noviembre cambios en la representación en las comisiones y también en las portavocías adjuntas —que premiaban a los socios minoritarios en dos de los tres casos—. Alegaron principios de equilibrio con el poder territorial de cada formación y la aportación de votos electorales.
En plenas demandas de Maíllo por que la asociación de entidades fuese igualitaria, se sugirió también un nuevo nombre de la confluencia aplicable al Congreso. Se cuestionaba que si se avanzaba a igualdad de condiciones en la Mesa de partidos —el máximo órgano del pacto—, no se podía seguir usando Sumar, dado que Movimiento Sumar monopolizaba ese todo.
Sumar podía haber sido un frente amplio y no lo fue. Y la responsabilidad la tiene Yolanda y las personas que pilotaron ese proyecto
Sierra insiste en que es una posición que "defiende desde el minuto uno". "Se lo he comentado a Yolanda y lo he dicho en las reuniones de grupo. Los liderazgos políticos y las marcas se consumen con una rapidez acelerada. Se lo dije a la propia Yolanda, que su capital político se podía perder y se ha perdido. Y en el caso de Sumar, también lo he dicho. Está muerto como marca", explica el diputado.
Añade que "en Andalucía y en Sevilla, ya nos cambiamos el nombre y hemos pasado de pantalla. Nos llamamos plataforma Frente Amplio de Sevilla. Y Sumar tiene que pasar de pantalla. Es un proyecto que podía haber sido un frente amplio y no lo fue. Y no lo fue por decisiones de sus responsables. Y la responsabilidad la tiene Yolanda y las personas que pilotaron ese proyecto, porque no crearon un frente amplio sino un partido con una estructura jerárquica y centralizada, nada democrática".
Esta estrategia de soltar amarras con una marca que consideran ya tóxica —tras sucesivas derrotas electorales— es ya un hecho. Basta con analizar las denominaciones con las que se presentan ahora en sus perfiles de X o Bluesky algunos de los 26 diputados del Congreso que quedan y que concurrieron en el verano de 2023 en las listas de Sumar. Sierra, por ejemplo, se describe como diputado del Grupo Parlamentario de la Izquierda Plurinacional por Sevilla. Contrasta con Enrique Santiago, que se define como "diputado de Sumar e IU en el Congreso" o con su compañero de filas Toni Valero, que se limita a expresar que es "diputado de IU dentro del Grupo Plurinacional Sumar".
Es la misma táctica empleada por otros: Tesh Sidi afirma ser portavoz de Más Madrid en el Congreso y Alda Recas, diputada de la formación madrileña; y Eloi Badia, Candela López o Gerardo Pisarello, diputados de Comuns. Todos ellos omiten la referencia a Sumar en sus perfiles públicos.
Desbandada y peligro de balcanización
La opción más sencilla podría ser optar por la marca del Senado, Izquierda Confederal, o por el histórico Izquierda Plural. "El nombre final es lo de menos, pero hay que cambiarlo. Hay una cierta resistencia, pero es necesario y urgente y no se trata de una operación de marketing sino que debe estar acompañado de abrir la base y que la gente participe y que hagamos una discusión autocrítica y perfilamos un horizonte de ese espacio político de unidad, no de descomposición y de visión", detalla consciente de la coyuntura actual, marcada por cierta desbandada o deseos de secundar la ruta enfilada por parte de Compromís.
"Su salida del grupo es lamentable. En un momento de golpe blando, no es el momento de afirmar las territorialidades, porque el peligro que tenemos es el de Italia, donde el ataque de Berlusconi y de las cloacas llevó a derrotar al Partido Comunista. En lugar de establecer una unidad y abrir por la base un proceso de debate, lo que se hizo es cambiar siglas y estrategias de marketing político-electoral. Hoy la izquierda italiana es fuerte en regiones y ayuntamientos, pero no tiene un proyecto de referencia estatal. Ese es nuestro riesgo", advierte a propósito de la creciente balcanización del espacio a la izquierda del PSOE, con Podemos y ex socios fuera ya de la órbita Sumar. "No vas a cambiar Valencia sin políticas de Estado. Las grandes infraestructuras y las grandes decisiones macroeconómicas del Estado dependen del Gobierno Central. Podrás gobernar Valencia, pero ¿para qué?", se interroga.
Nuestro riesgo es terminar como la izquierda italiana. El cambio de nombre sirve para abrir la base
La explicación del rechazo latente a Sumar viene de lejos. El 1 de abril de 2023, tras gestarse durante meses esa idea y haber tomado el liderazgo de Unidas Podemos en el Gobierno en sustitución de Pablo Iglesias, la actual vicepresidenta primera y entonces solo ministra de Trabajo, ante el desgaste mediático de los morados, propuso Sumar como marca de coalición. En mayo registró el partido para las generales. Desde entonces, los dos entes distintos -nombre de coalición y partido- han generado confusión.
En plena contrarreloj electoral, a Sumar se adhirieron el resto de candidaturas políticas sacrificando, en algunos casos, sus siglas. Pero ante el desgaste de ese liderazgo, la salida de Díaz como líder de Sumar tras las europeas del año pasado y las exigencias de igualar esa correlación de fuerzas, los socios cuestionan ahora ese sacrificio en su nomenclatura.
La petición actual de algunos fue ignorada en diciembre y ha vuelto a ser despreciada por Movimiento Sumar recientemente. Tienen el respaldo de los Comunes, frente al resto. Más Madrid mantiene una posición ambigua. Será uno de los condicionantes en el caso de que se reedite una alianza de izquierdas para las próximas generales. Se persigue el modelo de Por Andalucía. Y la marca Sumar no entra ya en los cálculos de muchos de los firmantes de la posible alianza.
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