Aunque hubo críticas por parte de Sumar y el resto de socios parlamentarios del Gobierno, la comparecencia del presidente Pedro Sánchez destensa algo las complicaciones de la legislatura. Da alas al PSOE para dotarse de cierta seguridad frente a un momento turbio y ante la incertidumbre de que puedan ampliarse las informaciones comprometidas en el marco de la investigación judicial por el caso Koldo que de momento se limitan a Santos Cerdán o a José Luis Ábalos. El primero desencadenó las exigencias para que Sánchez estuviera este miércoles en el Congreso y en un monográfico sobre corrupción.
El plan de medidas contra la corrupción anunciada por Sánchez va en la línea de lo que le exigían los de Yolanda Díaz. Aunque no responde, aún, a ese impulso de la agenda social, únicamente a la regeneración democrática. De base, Sánchez se compromete a impulsar una oficina independiente contra la corrupción y a la rendición de cuentas de partidos —con auditorías externas— y de representantes públicos; al bloqueo de las contrataciones públicas o a reformas del Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal para endurecer las penas de prisión para los corruptos; y dar más margen y respaldo a las investigaciones judiciales. Se quiere que la instrucción pase al Ministerio Fiscal para todo.
Frente a ello, y a la posición díscola de Junts y algo menor de PNV, los socios exigieron una actuación inmediata, ir más allá de una declaración "que llega tarde", reprocharon. Los de Maribel Vaquero (PNV), que son uno de los engranajes clave de la legislatura, expresaron que no ven "claro el rumbo de la legislatura" y creen que se ha perdido la oportunidad de hablar con más rotundidad. Que en estos momentos, y a falta de que empiecen a materializarse esas medidas y la asunción de responsabilidades, "la confianza está en la UCI".
Los socios nacionalistas de la izquierda, tanto ERC, como EH Bildu, BNG y Àgueda Micó, de Compromís, insistieron en esa falta de concreciones. Sobre todo, en materia social. Quieren un golpe claro encima de la mesa, con medidas ambiciosas que den sentido a lo que queda del mandato y no de alas "a las derechas". Y que reanime el apoyo de la clase trabajadora.
El portavoz republicano, Gabriel Rufián, dejó constancia de que si Sánchez no se mueve, se estará dando oxígeno para desincentivar el voto progresista y allanar el camino a que PP y Vox entren en Moncloa tras unas próximas generales. Hay una línea roja para Sánchez, en todo caso. Los socios dejarán de darle apoyo si se vislumbra que ha habido financiación irregular en el PSOE. Si se ha ido más allá de Cerdán y Ábalos, de los que Sánchez, una vez más, se limitó a lamentar sus prácticas, a decir que no las conocía y a asegurar que la marca y sus representantes son gente "limpia y honesta".
Choques directos con el PP
Sin solventarse esta desconfianza, aún presente entre todos estos partidos, las críticas de los socios a la actitud del PP dejan poco margen para que Feijóo explore la moción de censura. Este mismo martes, el compromiso de los populares era el de seguir explorando esa vía una vez vistas las posiciones de cada partido. Especialmente, PNV y Junts. Tanto los jeltzale como los posconvergentes cerraron de bruces cualquier resquicio de oportunidad para los populares con sus posiciones. Eso, calentó mucho más a Alberto Núñez Feijóo, especialmente en la contrarréplica del presidente. Se puso en la diana a los vascos.
"Ustedes verán. El PSOE acabará pactando con EH Bildu [en Euskadi] y les llamará fachas a ustedes. Se quedarán sin Gobierno, sin principios y sin votantes", aseguró Feijóo a los de Aitor Esteban. Viven "subyugados o subvencionados". "¡Quién les ha visto y quien les ve! Van a tragar con unas pocas medidas cosméticas", les recriminó Feijóo esa confianza.
El PNV tacha de poco educado a Feijóo por las referencias personales a la familia de Sánchez. No lo ven apropiado para alguien que quiere ser presidente
En la contrarréplica de Vaquero, en lugar de dirigirse a Sánchez, usó sus cinco minutos para centrarse en Feijóo. "Ha demostrado hoy una educación política impropia para una persona que aspira a ser el presidente del Gobierno, haciendo referencia a familiares. Esa es una línea roja en política que nunca se puede traspasar". Vaquero hacía así referencia a Feijóo, que minutos antes afeó a Sánchez hacer una cruzada contra la prostitución y los que recurren a ella —aplicado al código ético del PSOE—. Aseguró que el socialista ha sido "partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución y ahora quiere prohibirla". Se refirió así al negocio de saunas regentado por su suegro, ya fallecido.
Desde Junts, Mìriam Nogueras marcó distancia con Sánchez, pero también se blindó contra el PP. Recalcó que no pertenece a ningún bloque y que sus siete votos pertenecen al interés de Cataluña. En todo caso, renuncia a políticas "maquillaje". Solo aprobará leyes que beneficien a su comunidad. Por este posicionamiento, ERC, tal y cómo le trasladó Rufián a Nogueras en el pleno, Junts, dice, sigue dejando la puerta abierta al PP. "No va a derogar la ley de amnistía", aseguró Rufián a Feijóo. Ve al partido catalán como comodín aún, con todo.
El PP se justifica frente al PNV
Dicen en el PP que la referencia a la prostitución siempre ha sido un posible argumento parlamentario, pero justifican haberlo sacado a colación por el malestar que le ha generado que Sánchez volviera a hablar de sus fotos de hace treinta años con el traficante Marcial Dorado. Según fuentes del PP, esos negocios del suegro sirvieron para pagar el piso en el que la hoy pareja presidencial residió en Somosaguas (Madrid). "¿De qué prostíbulo ha vivido usted?", le ha interpelado al presidente del Gobierno. Da idea de una escalada verbal que tan sólo atenuará el próximo fin e curso parlamentario. Se sugiere un punto de inflexión.
La subida de tono se apreció por parte de Feijóo en la sesión, que además de dar ese toque al PNV se centró en atizar a Sánchez. En la idea de que el presidente no sólo supo de las tramas de corrupción que le rodean, sino que las consintió porque "no vino a limpiar sino a ensuciarlo todo". Hay, a su juicio, una especie de 'pecado original' que arranca de unas primarias "amañadas" y una moción de censura, la de 2018, "que compró", para acabar derivando todo "en un Gobierno en el que se robó".
Ha vuelto, por ello, a la tesis de que el inquilino de la Moncloa debe convocar elecciones, sin hacer mención, por su parte, a la posibilidad de presentar una moción de censura condenada al fracaso. Más tras escuchar a los socios. "Confiese lo que sabe, ayude a devolver el botín y convoque elecciones. No es que sea la única salida decente, que también. Es que ya no tiene otra", le ha espetado.
Sánchez, frente a los socios
Al escuchar a sus socios Sánchez pudo comprobar que había contenido la riada, tal y como esperaba: le tiraban de las orejas, pero incluso el tono fue más tibio de lo que se esperaban. Les agradeció el tono. En lo que sí reparó algo más fue en explicar por qué no quiere elecciones, ni cuestión de confianza.
Él aseguró no tener "miedo" a los comicios, y de hecho valoró esa salida, igual que la dimisión, pero sigue defendiendo que las legislaturas han de ser de cuatro años y las elecciones, "cuando tocan". "Sería lo más fácil", apuntó, "dar un paso a un lado y dejar que efectivamente o fueran las urnas o fueran sus señorías quien eligieran a otro presidente o presidenta", pero su "responsabilidad", tras lo ocurrido, es "asumir responsabilidades tomando medidas contundentes", y eso fue lo que anunció en el primer pleno de este miércoles. Le siguió otro sobre la agenda internacional de las últimas semanas, especialmente centrado en la cumbre de la OTAN, de la ONU y el Consejo Europeo.
Vaquero le había planteado la opción de la cuestión de confianza —que directamente le reclamó Cristina Valido, de Coalición Canaria (CC)—, pero Sánchez insistió en que los grupos tienen a su alcance presentar la moción de censura. Una forma de decirles que no pueden pedirle aquello que es una prerrogativa constitucional suya. Y si no se registra una censura contra él, y el mensaje aquí se lo dirigía al PP, es "porque no tienen mayoría o porque no tienen proyecto de país". Sánchez hasta eludió el choque con la portavoz tal vez más dura, Ione Belarra, de Podemos.
Sí le dijo que si tanto aborrece, como él y su partido, las conductas machistas y el sexo de pago que se podía escuchar en las grabaciones intervenidas a Ábalos y su exasesor, entonces debería apoyar la proposición de ley de abolición de la prostitución que presentarán "más pronto que tarde", otra vez, los socialistas. No lo decía gratuitamente, sino porque sabe que la posición en los morados no es homogénea.
Respecto a la futura convocatoria electoral, que no prevé para antes de 2027, sí dejó un mensaje que al menos sonaba distinto: se presentará a ellas como candidato o lo hará "quien quiera" su formación, dijo, porque en el PSOE sí hay "democracia interna, no como en otros partidos", y en ese momento los socialistas comparecerán como lo han hecho "siempre", con "todas las consecuencias y un proyecto optimista", "legitimados" con la acción de gobierno de estos siete años.
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