El respaldo del PP a la iniciativa de Vox sobre inmigración de la semana pasada, para impedir regularizaciones a través del arraigo —la votación fracasó—, no pasó desapercibido para los de Santiago Abascal. Ahora bien, creen que responde más a un interés partidista, de endurecimiento de las posiciones de cara al electorado, que "no se corresponde con la realidad". Fuentes nacionales de Vox remarcan que en las últimas semanas los populares de Alberto Núñez Feijóo vienen intentando competir con algunas de sus banderas en inmigración, algo que achacan más a las recomendaciones de asesores que a la convicción. "Se lo recomiendan porque suena bien, y lo dicen".
Vox sigue mirando a Europa cuando habla de la competencia por el rechazo a la inmigración —a veces matiza la ilegal, otras generaliza, o apela a la que no se integre— y advierte que lo que está haciendo Génova "por electoralismo, y eso lo saben los votantes— ya lo han intentado otros socios populares de Feijóo en la UE y no han conseguido frenar propuestas de derechas radicales o nacionalpopulistas. Le Pen superó a Los Republicanos, el FPÖ austriaco al ÖVP, Geert Wilders y su Partido de la Libertad en Países Bajos domina a la derecha dentro de un bloque muy fragmentado. Ahora las encuestas ponen el foco en Alemania, con Alternativa por Alemania compitiendo ya directamente a la CDU-CSU o el UK Reform de Nigel Farage liderando la movilización contra la inmigración, especialmente la procedente de países árabes. Y adhiriendo un goteo de deserciones entre los tories.
"Que Feijóo siga así, la gente va a preferir el original a la copia", afirman fuentes del núcleo duro de Abascal, que creen que desde el minuto uno ha quedado claro quién está "comprometido realmente" contra la inmigración. "Han abandonado completamente la calle", consideran las mismas voces, que ven a Feijóo más preocupado de alcanzar el Gobierno que de articular una herramienta que dé respuesta a las principales preocupaciones ciudadanas. Esa valoración es precisamente opuesta al posicionamiento del propio Feijóo de cara a su último congreso de partido: poner a punto al PP para dar utilidad ciudadana frente al sanchismo.
Competencia en inmigración
"Feijóo ha entrado en la trampa", desarrollan en Vox. Primero, se refieren a lo que respecta a esa competencia directa entre PP y Vox, en un periodo en que Génova debate si se abre de nuevo a Vox y le tiende la mano para una futura asociación, o como viene ejerciendo Feijóo, se cierra, le ignora y confronta a la vez que incorpora de forma más moderada algunas de las principales banderas. Sobre esa rivalidad en inmigración creen que el PP les ha "copiado completamente" el discurso, aunque los populares se esfuerzan en marcar distancias con Abascal.
A principios de mes, en la apertura del curso en Andalucía, Feijóo pidió entrar de lleno en la cuestión migratoria para evitar que "cundan los mensajes xenófobos". "El que venga a trabajar será bienvenido, pero el que no acepte las normas tendrá la puerta de salida", expresó.
Que Feijóo siga así. La gente va a preferir el original a la copia
Antes de dar a Vox ese apoyo el martes pasado para suprimir el arraigo, desde el Grupo Parlamentario Popular se incidió en ese eje, aunque asumiendo parte del marco que lleva trabajando años Vox. "Con claridad queremos dejar claro que rechazamos cualquier discurso de odio", afirmó la diputada María Isabel Sánchez, para luego aludir a la "desprotección de fronteras" a la "falta de medios" y a calificar como "desbordada" a la inmigración ilegal. "La legal tampoco funciona: lo vemos con el colapso de la oficina de extranjería, totalmente colapsada. Eso hace imposible tramitar permisos de trabajo y residencia". "La inmigración preocupa en la calle, es la segunda preocupación del CIS", atribuyó la popular, pese a que su partido resta valor a las mediciones del organismo público.
Pese a los paralelismos, el discurso de Génova aún demuestra notables diferencias. En la defensa de la última iniciativa parlamentaria sobre inmigración, la portavoz de Emergencia Demográfica y Política Social de Vox, Rocío de Meer, volvió a hablar de "invasión" y "suicidio colectivo" a solventar con "deportaciones masivas", remplazo de autóctonos y negó que la sostenibilidad del sistema del bienestar en los próximos años vaya a depender de una mayor inmigración. "No pagan pensiones (...), colapsan servicios públicos", dijo De Meer, que volvió a relacionar la inmigración con el yihadismo, la violencia y la libertad de las mujeres.
Desde Vox hacen hincapié en que hasta hace poco el PP quería negociar sobre inmigración con el Gobierno, tanto repartos de menores —algo que precipitó la ruptura regional con Vox en 2024, como regularizaciones —el PP comenzó a matizar y a enmendar el asunto, por ejemplo rechazando a los que tengan antecedentes, aunque asociaciones religiosas como Cáritas le presionan—. Y entienden que el cambio de dirección popular intermitente responde a que han llegado tarde a "atender una realidad".
El giro del PP se dio en julio, en ese congreso ideológico y al calor del endurecimiento de otros partidos hermanos en Europa. Apostaron por desligar el empadronamiento de irregulares del acceso a las prestaciones económicas no contributivas. También por la residencia de larga duración a "la contribución efectiva al sistema de Seguridad Social, al conocimiento del idioma y de la cultura española". Sobre el arraigo, ya se apuntó el compromiso a "devolverle su carácter excepcional". "Es una vía opaca de regularización masiva sobre la que el Estado apenas ejerce control", remarcaban.
"Masacre" en Gaza: entrada al marco del PSOE
Sobre esa "trampa", en segundo lugar Vox menciona al PSOE, a Pedro Sánchez y el debate sobre Gaza. En el último control al Gobierno con Sánchez, el pasado miércoles, Feijóo afirmó que "la masacre de civiles debe parar en Gaza". "Los civiles palestinos no son terroristas. Quien está bombardeando Gaza es el Gobierno de Israel, no el pueblo, al que usted ha condenado", aseguró Feijóo, frente al tono duro de figuras como Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar.
En Vox creen que ese matiz, al hablar de "masacre", le hace entrar, por otro lado, en el marco de los socialistas y también debilita a Feijóo. Se reconoce, por tanto, un efecto "pinza" entre Moncloa y Bambú. Fuentes populares consultadas coinciden en este aspecto, también en el debilitamiento, aunque oficialmente se recuerda que Feijóo ya condenó las acciones de Israel y se niega un cambio de postura. Se intuye ese movimiento tras la posición favorable de Ursula von der Leyen de romper parcialmente el acuerdo comercial entre la UE e Israel, y después que la Comisión de Investigación de la ONU calificó de genocidio la acción del Gobierno de Netanyahu en Gaza.
Frente a las posiciones de populares y el arco amplio de la izquierda y los nacionalistas, Vox habla de que la cuestión palestina se ha convertido en una "cortina de humo". "Lo que vemos es una guerra por un territorio", afirmó la portavoz parlamentaria de Vox, Pepa Millán, la semana pasada. Los de Abascal se posicionan claramente del lado israelí. Según un informe de la Coalición Europea por Israel, Vox es el partido que más medidas de apoyo a Israel ha votado.
De cara al próximo ciclo de elecciones, tanto en Castilla y León, Andalucía y un posible adelanto de generales, Vox tiene claro que seguirá priorizando el rechazo de la inmigración como eje con el que tejer el resto de su discurso y con temas secundarios. Sobre todo, para hablar de temas sociales, laborales e identitarios. Vox azuza el mantra de que la inmigración masiva desdibuja la cultura y la identidad patriótica, que "el Estado invierte más dinero que el que aporta" la inmigración a la caja y que en lugar de sostener el sistema está empeorando los salarios, la calidad del empleo o de los servicios médicos.
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