Distintas voces de la confluencia Sumar se dedicaron esta semana a insistir en que es posible seguir gobernando junto al PSOE si a finales de año no se consiguen aprobar Presupuestos Generales del Estado. Una estrategia coordinada, tanto en el ala magenta del Gobierno como dentro del Grupo Parlamentario Plurinacional para rebajar el desmarque del diputado de Sumar Jorge Pueyo, procedente de Chunta Aragonesista. Sin mencionarle directamente. "Si no hay PGE, se deberían convocar generales anticipadas", dijo en el Congreso el pasado martes. Una muestra más de que integrantes de la confluencia cada vez marcan más perfil propio pensando en su futuro electoral.
El gesto de Pueyo, que en el Movimiento Sumar -el partido creado por Yolanda Díaz, no la coalición- diluyen en un intento de llamar la atención y que en el PSOE alejan de un sentir generalizado, se añade a otros recientes como el voto contrario a las transferencia de las competencias de inmigración a la Generalitat de Cataluña o, antes del verano, del decreto anti apagones del Gobierno. Siempre a sabiendas de que las medidas caerían independientemente del voto. A la negativa más reciente se sumó Alberto Ibáñez, del partido minoritario de Compromís, Iniciativa del Pueblo Valenciano. Por entender, como Pueyo, que la base de Junts para pedir ese traspaso se enmarca en la xenofobia.
Por otro lado, de cara a esa votación, aunque sin trascender porque finalmente se adhirieron al conjunto de socios de Sumar para votar a favor, IU vino reivindicando autonomía, amagando incluso con posicionarse en contra o abstenerse. Hasta minutos antes de la votación fuentes del partido aseguraban que seguían negociando. Ligaban la cuestión a un desbloqueo de Junts de la ILP para la regulación de medio millón de inmigrantes, algo a lo que los catalanes no están dispuestos. IU, con Antonio Maíllo al frente, viene queriéndose hacer valer de cara a un replanteamiento de la alianza de las izquierdas alternativas, y con las andaluzas de fondo la tendencia irá a más. Ya dejaron muestra de ello amagando con salir del Gobierno por el escándalo de los contratos armamentísticos israelíes en abril. Internamente se tachó de farol.
De fondo, en la legislatura se ha ido deslavazando el grupo parlamentario. Compromís está dividido y está por ver si la experiencia en Sumar termina por dinamitar la alianza en la Comunidad Valenciana. Además de la salida de los cuatro diputados de Podemos, se produjo a finales del periodo de sesiones anterior la de Àgueda Micó, de Més Compromís. Queda por conocer si Chunta y Més per Mallorca -ya contempla alianzas con Arnaldo Otegi- deciden salir. Aunque Chunta no ha vuelto a sacar el tema tras el acuerdo para la regeneración junto al PSOE, Més tiene pendiente una asamblea a final de año para relevar a su dirección donde puede haber un cambio de rumbo.
Estas tensiones, desavenencias o desplantes convergen en una idea: el cuestionamiento del liderazgo de Díaz. De Pueyo, al contradecir esa apuesta de continuar en el Gobierno que defiende la gallega. De sus criterios marcados -como presidenta- internamente en el Grupo, que rechazó Micó para salir -especialmente por el rechazo de Sumar a convocar a Sánchez a una comisión en el Congreso por la DANA-. De IU, al dudar del voto del resto.
De hecho, en una entrevista reciente con El Independiente, Maíllo dejaba la puerta a concurrir a unas primarias para liderar una nueva alternativa de izquierdas. Hay que recordar que fue el primero en poner en marcha un nuevo proceso de escucha hace exactamente un año, lo que denota esa desconfianza hacia Díaz. Al menos como valor electoral. Fuentes de la formación, anteriormente, señalaron que el desgaste es más que evidente, por haber construido su liderazgo desde el personalismo y de arriba a abajo, sin una base fuerte. En parte eso fue provocado por la celeridad del adelanto electoral de 2023 y la necesidad de resolver la papeleta lo antes posible, sin ahondar en las relaciones de socios y el asentamiento de las relaciones.
Para perfiles de Sumar o de Más Madrid, el desgaste de Yolanda Díaz es patente. Públicamente ningún socio entra a plantear el debate del futuro liderazgo. Hay dudas de que todos quieran repetir la coalición
En Más Madrid hay división de opiniones. Por un lado, una parte de la formación madrileña sigue confiando en Díaz. O al menos en la colaboración con el resto de fuerzas. Otra, en cambio -algunas figuras como Emilio Delgado lo han reconocido públicamente-, preferirían ir en solitario en las próximas generales o volver a centrarse íntegramente en la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento. Fuentes del partido, con rango alto, inciden en la misma posición que se traslada desde sectores de IU: el desgaste de Díaz es patente.
Es más, se le reprocha estar focalizada principalmente a sus principales medidas, caso de la reducción de jornada, frente al resto de iniciativas. Aunque desde julio, por ejemplo, Díaz se volcó con la aprobación del decreto ley de permisos del Ministerio de Derechos Sociales. Los comunes, en cambio, son la fuerza más fiel a Díaz donde no afloran, por ahora críticas. También con la Agencia Estatal de Salud. En ese desgaste también ha influido que, después de lograr la reforma laboral por carambola y seguir subiendo el SMI, Díaz no ha conseguido desencallar esa reducción de jornada, que presentó como su medida estrella para la legislatura. Internamente se pone la vista en Junts y el PP, que "son los que la han impedido". Se insiste en la dedicación de Trabajo.
¿Repetirá Díaz como candidata? -tendrá que competir en primarias si alguien más da el paso o si Podemos, que ya contempla a Irene Montero, decide renunciar al unilateralismo y volver a acercarse al resto de aliados- La respuesta es extendida entre todos los socios o el Movimiento Sumar: "Queda mucho. Esto aún no se ha planteado". De hecho, aún quedan pendientes otras cuestiones internas en Movimiento Sumar, como elegir el relevo -o no- de Carlos Martín como co-líder junto a Lara Hernández.
El cuestionamiento interno de Díaz ha ido creciendo conforme se sucedían distintas convocatorias electorales y las encuestas no hacían más que caer. Ha habido algún momento puntual, como su intervención por el escándalo de Santos Cerdán o frente a las derechas y Junts por tirar la reducción de jornada, en el que los socios han contemplado una recomposición importante. Pero, con todo, cada encuesta que se publica certifica que el proyecto ya no tira. Este septiembre apenas se superan los seis puntos de voto y la horquilla mínima y máxima es de 5 a 12 escaños frente al 12,3% y los 31 escaños de julio de 2023.
Es más, se aprecia una transferencia potente de voto al PSOE de Pedro Sánchez, a alternativas nacionalistas de izquierda o al bloque de los indecisos. Sánchez ha podido sortear el desgaste gracias a ese cúmulo de votantes que prefieren una alternativa garantista frente a PP y Vox, pese a la dificultad que los sondeos auguran a la izquierda para repetir en Moncloa. Esas transferencias le mantienen por encima de los cien escaños. Por ejemplo, Opinión 360, encuestadora de Iván Redondo, que apuntó a que Díaz sería algún día presidenta del Gobierno, prevé un transvase del 23% del voto magenta al PSOE. Un punto más iría a Podemos, que tampoco levanta cabeza como alternativa a Díaz. Otras casas son más conservadoras y apuntan a uno de cada diez electores. Es también el caso del CIS.
En lo que va de legislatura Sánchez ha pasado de necesitar un elemento de cohesión de la izquierda a la izquierda del PSOE a abogar por intentar absorber el mayor voto posible de ese espacio ante la ausencia de líderes carismáticos. Hay dos cuestiones que evidencian ese proceso: haber asumido el discurso del "genocidio" y de la confrontación con el gobierno de Israel y, este mismo viernes, la defensa para blindar el aborto. Sobre este último asunto, hace tan solo un año, donde el contexto de relaciones entre socios era más favorable, los socialistas aseguraban que no era viable una reforma constitucional por el distanciamiento con el PP y la incapacidad de llegar a más pactos de Estado.
Yolanda Díaz ha pasado de ser el mirlo blanco del PSOE para reunificar a la izquierda, a ser un importante nicho de votantes progresistas para no bajar de los cien escaños
Ahora, por la polémica madrileña tras el apoyo del PP a una iniciativa de Vox para informar a las mujeres de un falso 'síndrome postaborto', el PSOE sí está dispuesto. Todo pese a que la inestabilidad del Ejecutivo y las relaciones con los populares son mayores. Por ello, Sumar ha revindicado su anticipación en este asunto poco después de que se plantease en Francia el año pasado, ante el paso de Sánchez, comprometido a llevar la reforma de la Constitución a pleno, así como una modificación del real decreto 825/2010, el que desarrolla reglamentariamente la ley de plazos de 2010.
Otro de los problemas que destacan en Sumar, ante el desplome de la marca, es la dificultad en muchas ocasiones para reivindicar la acción dentro del Gobierno diferenciándose del PSOE. Se lamenta que en muchas ocasiones los socialistas han sacado pecho por reformas incentivadas por ellos. "Somos el motor del Gobierno", aseguran, mencionando la reforma laboral, el decreto de permisos, la defensa de Palestina o, ahora, la presión al PSOE para moverse frente a PP y Vox y aprobar la regulación de medio millón de inmigrantes para que haya "dignidad" frente a la "xenofobia".
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