La Audiencia Provincial de Barcelona ha condenado este martes a Juan Francisco López Ortiz a prisión permanente revisable por haber asesinado con alevosía y ensañamiento a una menor de 13 años en 2018. Además, el magistrado José Grau Gassó ha impuesto una pena de siete años de cárcel al acusado por haber agredido sexualmente a la niña, y López Ortiz tendrá que abonar un total de 445.000 euros en indemnizaciones por daños morales a los familiares: 150.000 a cada uno de los padres, 50.000 al hermano, 25.000 a cada uno de los abuelos y 10.000 euros a las actuales parejas de los padres.

La máxima pena que ha conocido la democracia en España se ha aplicado ya una quincena de veces, desde que se condenase en 2017 a David Oubel, el 'monstruo' de Moraña (Pontevedra), por haber matado a sus dos hijas de 4 y 9 años. El condenado se encontraba en casa de sus padres el 4 de junio del año 2018 en Vilanova i la Geltrú, y aprovechó que la menor bajaba sola las escaleras, para encontrarse con su padre, para interceptarla e introducirla en su domicilio contra su voluntad, según recoge la sentencia.

López Ortiz se abalanzó sobre la niña y "accedió a su zona genital causándole una infiltración hemorrágica". Posteriormente, "con la intención de acabar con su vida, utilizó un cuchillo que le clavó en distintas partes del cuerpo -en la espalda, en el tórax y en el cuello-, le colocó una correa sobre el cuello" y lo agarró fuertemente con sus manos "hasta que le produjo la muerte por asfixia". La menor no tuvo ninguna posibilidad de defenderse.

La víctima fue encontrada en una de las habitaciones de la vivienda del condenado sin pantalones y llevaba puesta una correa de perro, "lo que sin duda remite a una idea bastante obvia de dominación sexual", señala el magistrado. Además, la niña presentaba lesiones en la zona genital. Los indicios que tuvo en cuenta el tribunal y el jurado popular, que consideró culpable al acusado por unanimidad, para considerar que había causado dolosamente la muerte de la menor se basan en que la víctima presentaba lesiones causadas con un cuchillo y murió por asfixia, tal y como confesó el asesino.

El condenado, según la sentencia, era consumidor crónico de cocaína, pero el juez consideró que esta adicción no le provocó ninguna alteración en su capacidad intelectual y volitiva que le llevase a agredir sexualmente y matar a la niña Laia.

El magistrado recalca que, antes del inicio del juicio, Juan Francisco López Ortiz ha ido ingresando en la cuenta del Juzgado de Instrucción, en la medida de sus posibilidades, pequeñas cantidades de dinero que ahorrado en la cárcel en la que entró tres días después del asesinato de la niña. Su objetivo era intentar satisfacer la responsabilidad civil derivada de los hechos juzgados. Además, ha puesto a disposición de los familiares de la víctima el importe total que le pueda corresponder de la herencia de su madre y la suma que le debe, por los trabajos que realizó para ella, la academia Ninoret de Vilanova i la Geltrú, que asciende a 500 euros.