Hace más de 3 millones de años apareció sobre la faz de la Tierra nuestro primer ancestro bípedo. El secreto de su novedoso caminar erguido y a dos patas residía en su columna vertebral, distinta a la de sus antepasados arborícolas. Hoy la ciencia muestra al mundo la columna vertebral de este ser, una joya paleontológica sin precedentes.

El tesoro científico consiste en doce vértebras, incluidas cervicales, algunas costillas y un omóplato. Forman parte del cuerpo de Selam, una niña de 2 años y medio que vivió en lo que hoy es un desierto en Etiopía. Era un bebé cuando murió; su cráneo cabe en la palma de una mano. El río arrastró su cuerpo y lo dejó enterrado enseguida, protegido de carroñeros. Sus huesos han quedado preservados hasta nuestro días. El análisis más técnico lo publica la revista de la Academia de Ciencias Americana.

Los restos se hallaron en 2000, en Dikika, en un territorio donde son habituales los enfrentamientos violentos entre grupos étnicos rivales. Como lamento por el conflicto, su nombre, Selam, quiere decir Paz en un dialecto etíope. Los restos los descubrió el paleoantropólogo etíope, del Centro Médico de la Universidad de Chicago, Zeresenay Alemseged que, a pesar de todo, quiso prospectar la zona.

La pequeña era una Australopithecus afarensis la misma especie que la famosísima Lucy, la hembra hallada en el 1974 de la misma antigüedad unos 10 kilómetros más allá.

“La modificación de la columna a lo largo del tiempo es uno de los acontecimientos clave de la historia de la evolución humana”, subraya Alemseged. “Selam nos permite vislumbrar por primera vez cómo estaba organizada la columna vertebral de nuestros antepasados más antiguos”.

La anatomía de la espina de Selam ejemplifica la transición hacia el bipedismo. Está a medio camino entre la columna típica de un primate que vive en los árboles y uno capaz de correr y caminar a dos patas en suelo firme, como los humanos modernos. La pequeña afarensis y nosotros tenemos menos vertebras torácicas y más lumbares que nuestros parientes arborícolas. La cintura larga nos permite caminar bien erguidos.

Los restos se han analizado en el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón, en la ciudad francesa de Grenoble. Mediante técnicas de imagen de alta resolución los científicos han podido observar el fósil desde puntos de vista de otra manera imposibles.