Se han cumplido las previsiones. Los años 2015, 2016 y 2017 han sido confirmados como los tres años más cálidos de los que se tienen datos. 2016 sigue manteniendo el récord mundial, si bien 2017 ha sido el año más cálido sin el fenómeno de El Niño, el cual puede provocar un aumento de las temperaturas anuales mundiales. Para la Organización Meteorológica Mundial es una clara señal de la continuidad del cambio climático a largo plazo, causado por el aumento de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero

Un análisis consolidado de cinco de los mejores conjuntos internacionales de datos, realizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), revela que la temperatura media mundial en superficie en 2017 superó aproximadamente en 1,1° grado Celsius a la de la era preindustrial.

El año 2016 continúa siendo el más cálido del que se tenga registro (1,2 °C por encima de la era preindustrial). Tanto en 2015 como en 2017 las temperaturas medias mundiales superaron en 1,1 °C las de los niveles preindustriales. Resulta prácticamente imposible establecer una distinción entre ambos años debido a que la diferencia de temperatura es menos de una centésima de grado, lo cual es inferior al margen de error estadístico.

“La tendencia de la temperatura a largo plazo es mucho más importante que la temperatura de cada año, y esa tendencia es al alza”, manifestó el Secretario General de la OMM, señor Petteri Taalas. “De los 18 años más cálidos de los que se tienen datos 17 se han registrado en este siglo, y el grado de calentamiento de los tres últimos años ha sido excepcional. El calor en el Ártico ha sido especialmente intenso, lo que tendrá repercusiones profundas y duraderas en el nivel del mar y en las características meteorológicas de otras partes del mundo”.

La temperatura media mundial en 2017 fue superior en aproximadamente 0,46 °C a la media a largo plazo del período 1981-2010 (14,3 °C). Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales utilizan este período de referencia de 30 años para evaluar los promedios y la variabilidad de los principales parámetros climáticos, tales como la temperatura, la precipitación o el viento, que son importantes para los sectores sensibles al clima, como son la gestión del agua, la energía, la agricultura y la salud.

Océanos más calientes

2017 fue el año más cálido registrado en los océanos mundiales, un récord que se bate por quinto año consecutivo, y que demuestra la absorción masiva por los mares del exceso de CO2 emitido a la atmósfera por las actividades humanas. Según un análisis oceanográfico actualizado del Instituto de Física Atmosférica (IAP) de la Academia de Ciencias de China, en sus 2.000 metros superiores, los mares de la Tierra fueron 1,51 por 10 elevado a la 22 julios más cálidos que el segundo año más cálido, 2015, y 19,19 por 10 elevado a la 22 julios por encima del período de referencia climatológica 1981-2010.

Debido a su gran capacidad de calor, el océano acumula el calentamiento derivado de las actividades humanas; de hecho, más del 90% del calor residual de la Tierra relacionado con el calentamiento global es absorbido por el océano. Como tal, el registro global del contenido de calor oceánico representa con fuerza la firma del calentamiento global y se ve menos afectado por el ruido relacionado con el clima y la variabilidad climática, como los eventos de El Niño y La Niña. De acuerdo con este análisis del océano, los últimos cinco años han sido los cinco años más cálidos en el océano. Por lo tanto, la tendencia de calentamiento a largo plazo impulsada por las actividades humanas continuó sin cesar.

El aumento en el contenido de calor oceánico en 2017 ocurrió en la mayoría de las regiones del mundo. La huella de los gases de efecto invernadero en el hombre sigue afectando al sistema de la Tierra.

Los aumentos en la temperatura del océano causan la expansión del volumen oceánico, lo que contribuye al aumento global del nivel medio del mar. El aumento en el calor oceánico en 2017 resultó en un aumento del nivel del mar global de 1,7 milímetros. Otras consecuencias incluyen la disminución del oxígeno del océano, el blanqueamiento de los arrecifes de coral y el derretimiento del hielo marino y las plataformas de hielo.