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Criptomonedas y emisiones de CO2

El bitcoin puede contribuir al calentamiento global

Las transacciones con criptomonedas y su minería requieren grandes cantidades de electricidad

La minería de bitcoins eleva las emisiones de CO2

La minería de bitcoins eleva las emisiones de CO2 Mario Viciosa

Sabíamos que las criptomonedas pueden calentar la economía. Ahora han descubierto que pueden calentar el planeta. Hasta en 2ºC de media en un par de décadas. La razón es simple y aparentemente lógica: "el bitcoin es una criptomoneda con grandes requisitos de hardware y esto, obviamente, se traduce en grandes demandas de electricidad". Así lo remume Randi Rollins, investigador de la Universidad de Hawai-Manoa y coautor de un estudio publicado en Nature Climate Change.

A diferencia de las divisas convencionales, en las digitales no hay una fábrica de moneda y timbre. Las criptomonedas se descubren procesando grandes cantidades de datos, es decir, haciendo minería, en la jerga cibernética. Según explicamos aquí, el bitcoin es conocida por ser la mayor moneda digital del mundo. Concebida en los albores de la crisis, dio sus primeros pasos en 2009, con un sistema descentralizado -no respaldado por ninguna institución financiera nacional o supranacional-, que permite transacciones seguras e irreversibles sin necesidad de intermediarios, gracias a la tecnología blockchain.

Las compras con bitcoins y su minería requieren grandes cantidades de electricidad

Las compras con bitcoins y otras criptomonedas, requieren grandes cantidades de electricidad. Crean transacciones que son registradas y procesadas por un grupo descentralizado de personas. Éstas anotan cada transacción realizada durante un período de tiempo específico en un bloque (blockchain). Luego se agregan bloques a la cadena, que es el libro de cuentas público, a modo de apuntes contables que luego se verifican por otras personas. Por el camino se van descubriendo (que no generando) bitcoins, a modo de recompensa. Pero en todo este entramado descentralizado participan cientos y cientos de ordenadores/servidores funcionando al mismo tiempo por todo el mundo. Es decir, un gran consumo eléctrico.

Las grandes compañías de computación se enfrentan cada año a este problema. Desde los noventa se habla de green computing para referirse a los costes ecológicos derivados del procesamiento de grandes datos. Es cierto que los servidores se construyen con mayores criterios de eficiencia. Que los sistemas de refrigeración reducen cada vez más la dependencia de la electricidad o incluso se llevan las máquinas a países fríos (el 49% de la industria tecnológica tiene centros de datos en países nórdicos) o bajo el mar, como el reciente centro Natick de Microsoft.

En el caso del bitcoin, cualquiera en teoría puede minar desde su ordenador esta criptomoneda. En la práctica, a nivel particular ya no compensa y son pools de mineros quienes operan en grandes centros de datos, compartiendo costes e inversión.

69 millones de toneladas de CO2 en criptominería

Los requisitos de electricidad de las criptomonedas han creado considerables dificultades y una extensa discusión en foros sobre dónde colocar las instalaciones o anillos que computan la minería del bitcoin. Un tema un poco menos discutido es el impacto ambiental de producir toda esa electricidad. Los investigadores analizaron la eficiencia energética de las CPU utilizadas por la minería bitcoun, la ubicación geográfica de los mineros y las emisiones de CO2 de la producción de electricidad en esos países. Basados ​​en los datos, los investigadores estimaron sólo el año 2017 se emitieron 69 millones de toneladas de CO2 al aire atribuibles a las criptomonedas.

El equipo descubrió que si se adoptara el bitcoin, incluso a un velocidad más lenta respecto a la que nos hemos hecho a otras tecnologías, sus emisiones acumuladas serán suficientes para calentar el planeta a más de 2 ° C en solo 22 años. Si se incorpora a la tasa promedio de otras tecnologías de la información, se acerca a los 16 años. Sirva como dato que son varios los bancos que trabajan con criptomonedas, por no hablar de mercados de compraventa de productos (legales o ilegales) que operan en divisas digitales.

"Actualmente, las emisiones del transporte, la vivienda y los alimentos se consideran los principales contribuyentes al cambio climático en curso. Esta investigación ilustra que el bitcoin debe agregarse a esta lista", afirma Katie Taladay, de la Universidad de Haitío-Manoa y coautora del estudio. "Claramente, cualquier desarrollo posterior de las criptomonedas debe apuntar a reducir la demanda de electricidad, si se evitan las consecuencias potencialmente devastadoras de 2° C del calentamiento global".

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