Viven a cientos de miles de kilómetros de las grandes civilizaciones, en medio del frío y del hielo. Hablamos de los pingüinos, un ave capaz de soportar en sus pies las más bajas temperaturas y que, como muchas otras especies, están sufriendo las acciones de los humanos, los males del cambio climático.  

La clave de que sus patas sean ‘inmunes’ al frío está en su sistema circulatorio, que les permite constreñir sus venas sus venas al máximo en los lugares más expuestos, como las patas, donde gracias a ello evitan la pérdida de calor.  

Pero... ¿Cómo se están adaptando al cambio climático? Según el investigador científico del CSIC, Andrés Barbosa, el efecto es diferente según el animal. En el caso de los pingüinos, por ejemplo, afecta a los de la especie de Adelia y al barbijo, que ven cómo el número de ‘krills’, su principal presa, está disminuyendo por la reducción del suelo marino. Aunque no ocurre con otras de sus presas como los peces o calamares. Por otro lado, al pingüino emperador, la descongelación del hielo marina les afecta directamente porque obliga a sus colonias a asentarse sobre él.  

Y es que los pingüinos que están en peligro de extinción son, precisamente, los de la especia emperador, los de Adelia y los de barbijo. Sin embargo, hay otras que están creciendo como el papu y el rey. En las últimas décadas, las especies que están desapareciendo se encuentran en el 60%, mientras que las que las más favorecidas están aumentando en un 15%. 

Barbosa, una de los mayores expertos en pingüinos de España, explica que toda especie viva se encuentra inmersa en un proceso evolutivo y condicionada por la selección natural. Dentro de los pingüinos, se cree que los más jóvenes «son los más propensos a sufrir los problemas derivados de la falta de alimentos que los adultos. 

Todo el planeta está interconectado y el clima de las zonas que habitamos está determinado por lo que sucede en la Antártida, «que es el motor climático de la Tierra”. “Lo que el ser humano hace en los países en los que vive afecta a regiones lejanas como las zonas polares, y el cambio climático es un ejemplo», indica el investigador. La Antártida y el Ártico son los lugares del planeta donde más y más rápidamente han aumentado las temperaturas en las últimas décadas, «algo que se ha producido por nuestra vida diaria». 

Los efectos del cambio climático nos golpean como un boomerang y continuarán afectándonos si no hacemos cambios. Además de la escasez de hielo y presa, «la presencia de contaminantes como los orgánicos persistentes, plaguicidas y pesticidas están presentes en los animales que viven allí. También comienza a haber microplásticos en los pingüinos». Por tanto, el cambio progresivo y transitorio de nuestro modo de vida es una necesidad no ya por los pingüinos «sino por lo que nos afecta a nosotros», sentencia el investigador. 

Los pingüinos, unos animales fáciles de estudiar

El investigador estudia a los pingüinos desde su puesto en la Antártida y los que describe como unos animales “muy fáciles” para trabajar, por su modo colonial de vida, su abundancia y porque se les puede capturar y liberar fácilmente. Básicamente, son capturados en el nido, y, después, se toman sus medidas, el peso y se les recoge muestras de sangre. Los investigadores también les están colocando desde hace poco un aparato para conocer también cómo se mueven dentro del mar. 

Otras veces son capturados en la playa para reducir las molestias en las colonias de cría. Otros de los métodos empleados en los últimos años para estudiarlos sin necesidad de capturarlos es colocar cámaras que fotografían las colonias cada hora.