Las revoluciones cambian el mundo. Y también el periodismo. Ya nos hemos acostumbrado, pero no ha pasado mucho tiempo desde que el público comenzó a informarse a través de Internet. O desde que comenzó a hacerlo a través de sus smartphones. Ahora, desde hace unos meses, estamos viviendo la explosión de la Inteligencia Artificial Generativa. Una tecnología que todavía estamos en proceso de entender y de asimilar, pero que podría ser el próximo gran salto. Por eso conviene empezar a analizar desde ya qué impacto tendrá en la información (y en la desinformación), y cuáles son los desafíos y las oportunidades que se le presentan al periodismo.

"Hasta ahora las revoluciones tecnológicas tardaban décadas en desarrollarse. Internet comenzó en los años 60 pero fue en los 90 cuando alcanzó ese punto transformador. Y a partir de ahí cambió toda la industria periodística en 20 años, que es muy poco tiempo", asegura Ramon Salaverría, catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra. "La IA, en cambio, aprende de sí misma, mejora y se rectifica de manera muy rápida. Así que sus efectos no tardarán tanto tiempo en verse. No recuerdo nada en los últimos 30 años con una capacidad transformadora para el periodismo así", añade.

Salaverría detalla que algunos medios, sobre todo anglosajones, llevan tiempo utilizando IAs para captar suscriptores, hacer un seguimiento de su audiencia o para temas publicitarios. Pero explica que el boom de las tecnologías generativas que se produjo en 2022 hace pensar que tendrán un impacto directo en la producción de contenidos. Y es que la generación automática de texto, audio y vídeo que permiten abre todo un abanico de posibilidades.

El catedrático afirma que, a día de hoy, las IAs ya son muy útiles para el periodismo en algunos campos muy concretos, como traducir, resumir o corregir textos. Y vislumbra que en el futuro ganarán cada vez más peso en tareas mecánicas, que consumen mucho tiempo para los profesionales de la información. Además, apunta que hay áreas específicas donde serán especialmente eficaces, como las noticias de meteorología, las financieras o las deportivas.

Por supuesto, no todo es positivo. Haciendo un análisis a la inversa, es fácil ver como la democratización de la producción de contenidos puede traernos graves complicaciones. "No sabemos aún el impacto de la IA en las fake news, pero intuimos que va a ser grande", sostiene Mario Tascón, escritor, periodista, consultor y experto en medios digitales. Y añade: "Permiten crear noticias falsas, memes, imágenes o vídeos de manera más barata y más rápida. Hace cinco años sólo una persona que manejara bien Photoshop podría manipular de manera decente una imagen. Ahora mi hija de 15 años ya es capaz de hacerlo".

Un "tren" para los medios de comunicación

En ese mundo plagado de desinformación en el que ya vivimos, y sabiendo que los efectos de la IA en las fake news aún no han llegado pero lo harán, cabe preguntarse qué papel jugarán los medios cuando eso suceda. La interpretación de los expertos es unánime: el periodismo tiene ante sí una oportunidad de oro para afianzarse como un referente de información veraz dentro de un ecosistema de mentiras, bulos, manipulaciones y medias verdades. Queda por ver, claro, si la aprovechará.

"Está pasando por delante de los medios un tren que nos demostrará si seguimos sirviendo para una cosa que ya servimos, que es tener una marca de credibilidad que creo que en parte se ha perdido estos años", asegura Tascón. En la misma apunta Miguel Ángel Román, cofundador del Instituto de Inteligencia Artificial, que se muestra convencido de que nos acostumbraremos pronto a recibir informaciones falsas y a distinguir qué fuentes son fiables: "Necesitaremos medios y entidades de confianza. Por eso es una buena oportunidad para el periodismo, que ha perdido algo de influencia desde la llegada de Internet.

Por su parte, Salaverría coincide en que los periodistas deberán actuar como "notarios" de la veracidad. Algo que, asegura, siempre ha sido "el principal valor del periodismo", pero que cobrará especial importancia ahora ante unas IAs que elaboran mucho contenido pero no garantizan que sea fiable. Pero el experto va un poco más allá: "Se está generando una pasteurización de la información. Es como si perdiera su alma, todo está cortado por el mismo patrón. Dotar de espíritu, de alma, de puntos de vista originales y testimonios, escribir con estilo... Todos esos elementos los valora mucho el público. Y ahí los periodistas también serán importantes".

Si finalmente los medios dieran ese paso, la pelota pasaría a estar en el tejado del público, que a la hora de la verdad tendría que decidir a quién recurre para informarse. Lo ilustra Ramón López de Mántaras, investigador del CSIC y pionero en IA en nuestro país: "Hay una serie de fuentes que son más fiables que otras. Yo me fío del New York Times porque sé que verifican la información antes de publicarla. Si leyera lo mismo en un blog, para mí tendría una credibilidad nula. Pero ese esfuerzo no todo el mundo está dispuesto a hacerlo".

Los problemas de la desinformación

Tascón, que es comisario de la exposición Fake News: La fábrica de mentiras que puede visitarse en el Espacio Fundación Telefónica, explica que nuestro cerebro es proclive a creerse las fake news. Por un lado, porque al ser humano, curioso por naturaleza, le interesa conocer información nueva para ver si la puede utilizar a su favor o para compartirla con el resto. Y cuanto más novedosa y llamativa sea, mejor. Porque también nos encanta ser los primeros en tenerla.

Por otro lado, nuestro cerebro tiene una serie de sesgos que hacen que nos guste confirmar cosas que ya pensamos. Y eso puede ser problemático. "Las fake news te llevan a tomar decisiones equivocadas pensando que estás en lo correcto. Por eso son un peligro. Uno de los mayores de la historia, de hecho, porque convierten a la sociedad en manipulable, lo que afecta directamente a las democracias. Por eso todo esto nos ha hecho temblar un poco", comenta Tascón.

Salaverría, que trabaja en el Observatorio Iberifier de medios digitales (impulsado por la Comisión Europea), explica que los temas donde se detectan más campañas de desinformación en España no son muy diferentes a los que se ven en el resto de la Unión Europea. Pero, por las características de nuestro país, hay algunos a los que sí somos más sensibles, como la inmigración, el calentamiento climático y por supuesto, también la política.

A día de hoy, hay muchas posturas dentro de la profesión periodística que están recibiendo la llegada de las IAs con más o menos entusiasmo. Algunos, incluso, apuntan a que estas tecnologías serán salvadoras para la profesión. Otros, por contra, consideran que serán catastróficas. Pero Salaverría tiene claro cuál es el pensamiento mayoritario.

"El periodista es el hombre que más veces tropieza con la misma piedra. Estoy viendo ahora los mismos discursos refractarios a la transformación que había en los años 90. Sólo cambia el sujeto, que en ese momento era Internet y ahora es la IA. Pero el planteamiento defensivo es el mismo, todo el mundo prefiere que sean otros los que innoven y si funciona bien ya se subirán al carro. Y a las empresas les sucede igual. Es un planteamiento miope que con la llegada de la IA se está empezando a ver", concluye el experto.