Un campo y medio de fútbol por minuto, así se podría resumir la extensión y rapidez con la que ha ardido el Amazonas este verano. ¿Qué implica esto en términos de cambio climático? ¿Ha sido peor 2020 que 2019? Estas cuestiones las ha analizado el equipo de meteorología de Eltiempo.es.

Los datos son cada año más alarmantes, y este 2020 la selva del Amazonas está viviendo el peor inicio de la temporada de incendios de la última década. De hecho, los últimos datos del INPE (Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil) han registrado este agosto hasta 29.307 focos de incendio, frente a los 30.900 que sufrió en el mismo mes de 2019.

Pese a que el número de incendios en la Amazonía ha disminuido este agosto, el dato de superficie calcinada es un 12,4% mayor que el promedio histórico registrado para el mes y el segundo más alto desde 2010 cuando se registró una de las peores sequías de la región.

Más datos al alza. En julio los incendios aumentaron un 28% respecto a 2019 y la deforestación un 34%, entre agosto de 2019 y julio de 2020. Igual que en 2019, este verano, el humo producido por estos múltiples incendios forestales, ha sido visible desde el espacio y ha traído numerosos problemas de salud.

Cómo los incendios contribuyen al cambio climático

Esta acelerada deforestación está ocasionando una serie de cambios climáticos, como la alteración del ciclo natural de las lluvias. Este año, por ejemplo, ha habido un déficit de lluvia durante la temporada, reduciendo los niveles de humedad del Pantanal a uno de los más bajos de los últimos años.

La quema acelerada y extensa de la selva amazónica este agosto significa que habrá menos vegetación disponible en la región para absorber las crecientes concentraciones de CO2 de la atmósfera. Además, gran parte de la combustión de esos árboles y plantas, libera dióxido de carbono adicional, un elemento clave que amplifica el efecto invernadero.

Al parecer, los árboles en el bosque están creciendo más rápido, pero un crecimiento más rápido hace que también mueran más jóvenes, dado que se hacen más vulnerables a las enfermedades. Los bosques juegan un papel crucial en el balance global del ciclo del carbono. A nivel global absorben 2.400 millones de toneladas de carbono cada año, y solo la selva amazónica, absorbe aproximadamente una cuarta parte de ese total.