Hacer un resumen sobre los momentos álgidos del que muchos consideran como un coloso de la literatura española no es tarea fácil, mucho menos elaborar un documental de 90 minutos entrelazando una vida de escándalo y gloria. Francisco Umbral ocupa la gran pantalla en Anatomía de un dandy, una obra de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega que hoy presenta su candidatura en la 65ª edición de Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid).

El Independiente ha podido hablar con los artífices del documental y con varias figuras del periodismo nacional, muchas de ellas cercanas a Umbral, para dar forma a una personalidad esencial a la vez que desconocida. Por mucho que se empeñe, en esta ocasión no hemos venido a hablar de su libro.

Lo inédito se abre camino

Charlie y Alberto siempre han «buscado historias que merece la pena contar». Fue precisamente entre toma y toma de su rodaje con Ramoncín en Una vida en el filo, cuando el cantante les introdujo en un mundo de anécdotas sobre Umbral que les encendió la bombilla y que no se correspondían con «las imágenes de escritor cabreado con su bufanda», cuentan los directores.

Lo que nos contaron de Umbral no se correspondía con la imagen de escritor cabreado

Charlie arnáiz y Alberto Ortega

A través de una exhaustiva labor de documentación, ambos pudieron acceder, por primera vez, a documentos y grabaciones íntimas e inéditas que conformaron a un personaje que ni ellos mismos pensaron que contuviera «tantas aristas».

El trabajo de investigación llevado a cabo «muestra a un Umbral inédito y diferente que cuesta identificar por el tono de voz». Arnaiz y Ortega relatan lo complicado que fue «plasmar 75 años de vida en 90 minutos», pero una vez establecieron una estructura capitular -inspirada en las grandes obras de su protagonista- todo fue rodado.

Francisco Umbral con su famosa bufanda en Anatomía de un dandy.

Mortal y rosa, el dolor convertido en literatura

El episodio más traumático de la vida de Francisco Umbral y su mujer María España fue el fallecimiento de su hijo ‘Pincho’, con cinco años y a causa de una leucemia.

Mortal y rosa, una obra que Umbral había comenzado a escribir previamente, «toma unos tintes mucho más dramáticos a raíz de la muerte de su hijo y se convierte en una elegía», cuentan Alberto y Charlie.

Umbral se sobreponía escribiendo, la escritura consiguió disimular su dolor

Juan Cruz

«La muerte de su hijo fue un golpe muy duro del que jamás se recuperaron. Mortal y rosa no es solo un libro, es un río de sangre y dolor», cuenta Juan Cruz a El Independiente.

El periodista de El País señala que «Umbral se sobreponía escribiendo», y que gracias a la escritura consiguió disimular «el dolor que nunca lo abandonó».

Para los directores, y como muestra Anatomía de un dandy, Umbral «solo vivió cinco años de vida, los que vivió su hijo».

Umbral y su hijo en Anatomía de un dandy.

La coraza de ‘dandy’ en escena

Adoptó un aire de enfado y dureza que no le representaba

Juan Cruz

El dolor es peligroso porque puede llevar a mostrar un alter ego que evita ser noqueado en combate, o que al menos demuestra que los golpes no le afectan. El fallecimiento de ‘Pincho’ produjo en Umbral «una revolución en su espíritu» a raíz de la cual «adoptó ese aire de ‘dandy', de enfado y de dureza de carácter que para nada lo representaba», señala Juan Cruz, quien considera que «era muchas personas a la vez, pero no la que se dice que fue».

Para Juan, su figura no era la de «alguien que pasaba el día tratando de encantar muchachas», sino «muy trabajador y un hombre al que la vida le proporcionó tormento».

«Parte de su éxito lo logró gracias a la coraza que se puso», comentan Ortega y Arnaiz, viendo en él a «una persona frágil que tenía un punto de ternura, pero lo escondía detrás de ese disfraz de ‘dandy’».

El voyeur del Madrid ecléctico

«Entre Pedro Almodóvar, Joaquín Sabina y Francisco Umbral han hecho la mejor crónica del Madrid de las ultimas décadas», relata Ángel Antonio Herrera, periodista de ABC y amigo íntimo de Umbral, quien «recoge, aúpa y engrandece la tradición de que Madrid es un género literario».

El Café Gijón, retratado en Anatomía de un dandy.

Las famosas negritas de Umbral en El País y El Mundo retrataban las vicisitudes de la sociedad madrileña de la movida y posterior, y «que te dedicase una columna era un honor», señalan Charlie y Alberto.

Almodóvar, Sabina y Umbral han hecho la mejor crónica del Madrid de las últimas décadas

ÁNGEL Antonio Herrera

«Ahora mismo, qué sería de él si dijera lo que piensa como hacía en los 90», se preguntan los directores. «El “yo he venido aquí a hablar de mi libro” hubiera sido trending topic», ríen.

«Umbral es la escritura de nuestra generación. Convirtió a Madrid en un género literario y la transición en una epopeya», señala Raúl del Pozo, columnista de El Mundo que cogió su testigo en el diario tras su fallecimiento en 2007.

La Olivetti más amada y odiada

Querido por muchos e incomprendido por otros, Umbral recibió el rechazo de grandes figuras literarias contemporáneas y de la propia Academia por su crudo, distante y egocéntrico carácter, así como por su manera de abordar la escritura. Sin embargo, «tuvo el mérito de superarse a sí mismo, de salir de una familia desestructurada en la provincia y de llegar a lo más alto en el Madrid de los escritores», relatan Alberto y Charlie.

«Umbral tuvo un suficiente coro de odiadores y luego una legión de admiradores, pero es muy difícil restarle su excelencia y huella literaria», reitera Ángel Antonio Herrera. «Fue un exótico ciudadano que creía en el escritor espectáculo» y que «representa el ego literario en el periódico».

La Olivetti de Umbral, en Anatomía de un dandy.

«Umbral ha enseñado a toda una generación las posibilidades fabulosas y poéticas que tiene el idioma español», indica Antonio Lucas, periodista de El Mundo. «Ha sido uno de los faros de costa del oficio con sus caprichos y vaivenes».

Umbral ha enseñado a una generación las posibilidades fabulosas y poéticas del idioma español

Antonio Lucas

«Cuidaba muchísimo los textos y no soportaba que le cortaran. En una ocasión un compañero decidió cortar uno, él montó en cólera y escribió un artículo contra él», cuenta Juan Cruz. «Era un niño grande, y a pesar de que, como muchos escritores, tenía su lado egocéntrico, también era un bromista».

En su madurez, Umbral dijo que el éxito estaba vacío. «¿Ha merecido la pena ser una persona odiada por la Academia y por gran parte de sus compañeros, que te mueras y vaya muy poca gente a tu entierro?», explican los directores de Anatomía de un dandy. Unas incógnitas que esperan que los 90 minutos de su documental puedan resolver.

El legado heredado

Todas las personalidades, periodistas y figuras que participan en la radiografía del ‘dandy’ a cargo de Arnaiz y Ortega reiteran la colosal obra de Umbral.

Fotograma de Anatomía de un dandy.

«No creía en una vida que no fuese literaria y esto lo llevó al éxtasis permanente», cuenta Ángel Antonio Herrera. «Todo lo que hacía en la vida era un acto previo a la literatura».

«Sigue siendo una de las figuras inesquivables del periodismo de los últimos 60 años», explica Antonio Lucas, pero admite que tenía un peligro, y es que era «muy contagioso, tenía algo que se impregna muy pronto en quien se fascina por su escritura».

No creía en una vida que no fuese literaria y esto lo llevó al éxtasis permanente

Ángel Antonio Herrera

Ramoncín le agradecerá siempre que le bautizara como el 'punky' que lee a Balzac, pues «le dio una lección a todos», porque «considerar que estás fuera del mundo de la cultura porque te dedicas a hacer rock es un error gravísimo».

Ser distinto tiene sus ventajas e inconvenientes. Umbral lo era y prueba de ello son las memorias, anécdotas y la obra periodística y literaria que su legado ha dejado impregnado. Anatomía de un dandy representa la reconstrucción de su personaje y la posterior deconstrucción del ególatra que quedó como resquicio de su carrera.