Este 14 de noviembre Carlos de Inglaterra cumple 75 años. Es su segundo cumpleaños en el trono y el primero desde su coronación. El Rey de creció a la sombra de su madre, una Reina que no nació para serlo y que a pesar de todo se ha convertido en un icono. Aquel primer hijo de Isabel II y Felipe de Edimburgo sí llegó al mundo con el objetivo de reinar en Reino Unido, pero el camino hasta aquí no ha sido nada fácil.

Carlos de Inglaterra no era como su madre, abnegada y reservada. Tampoco como su padre, ambicioso y peleón. Siempre se ha dicho que vivió una infancia solitaria, con padres ausentes y siempre ocupados. Que era tímido y sensible, y que añoraba el cariño de unos padres que eran más bien distantes.

Un carácter sensible que había que endurecer

Durante sus primeros años de vida, el entonces príncipe Carlos creció con sus niñeras y la abuela, la reina madre, como guías. Cuando su padre, el príncipe Felipe de Edimburgo, le mandó a un internado la intención era endurecer su carácter sensible y, a su parecer, demasiado delicado.

Allí le hicieron bullying y le costó mucho adaptarse. Pero en Palacio no recibía más que reproches. Al final de su adolescencia y primeros años de adultez desarrolló una muy buena relación también con Lord Louis Mountbatten, que le animó a vivir su etapa más rebelde y mujeriega.

Isabel II con su hijo mayor, Carlos
Isabel II con su hijo mayor, Carlos.

Aquí empezó a parecerse más a su padre, que siempre llevó una vida privada alejada de las responsabilidades de Palacio. Sin embargo, no estaban en la misma posición: uno era heredero al trono y otro era el marido de la Reina y nada más, pese a su deseo de tener más rango. Es por todos conocido que la familia rechazó a Camilla Shand y que le animaron a casarse con Diana Spencer.

Y más famoso es aún el resultado de esta intromisión en su vida personal. Carlos hizo lo que le daba la gana y salió ganando: sin perder nunca a la mujer que él quería y con la corona reposando ahora sobre su cabeza.

Rebelde y políticamente activo en sus intereses

Uno de los rasgos más característicos del rey Carlos a lo largo de su vida ha sido que, a diferencia de su madre, siempre ha dejado claro cuáles eran sus intereses. Ha hecho una feroz campaña a lo largo de las últimas décadas para concienciar sobre el efecto invernadero y el cambio climático. O el uso descontrolado de plástico, del que ya hablaba en los 70, por ejemplo.

En 1969, meses antes de su investidura como príncipe de Gales, se quejó de la poca percepción que tenía la gente sobre la reducción de salmones en los ríos escoceses. "La gente es terriblemente ciega en lo referencia la vida salvaje", escribió al primer ministro del momento, Harold Wilson. Una manera de actuar que, como miembro de la Familia Real, que debe mantenerse ajena a las decisiones políticas, le ha valido críticas a lo largo de los últimos cincuenta años.

"Por sugerir que había mejores maneras de hacer las cosas de la manera más agradable posible, y de una manera más integrada y equilibrada, se me acusó de interferir y entrometerme", decía a la BBC.

Muchos aseguraba, tras la muerte de Isabel II, que esta faceta de su personalidad no cambiaría con el trono. Sin embargo, él mismo lo descartaba unos años antes. "La idea de que, de alguna manera, voy a actuar de la misma manera", decía con motivo de su 70 cumpleaños en 2018, "es una absoluta tontería".

"Las dos situaciones son completamente diferentes", aseguraba entonces, comparando su papel como príncipe con su responsabilidad como monarca. Al preguntarle si seguiría haciendo campaña en sus temas favoritos, reiteró: "No lo haré. No soy tan estúpido".

Su pasión por la vida eco y los jardines

Mucho antes de que la ecología, la comida saludable o el cambio climático monopolizaran temas de conversación, el entonces príncipe Carlos ya lo tenía en mente. De hecho, es uno de los intereses comunes con los que entabló una amistad con Barbra Streisand. Una de sus pasiones más conocidas es la de la jardinería. Un tema muy alejado de los carruajes de carreras que fascinaban a su padre, por ejemplo.

Fue en Highgrove House, su residencia de verano, donde desarrolló su amor por las plantas y diseñó unos jardines orgánicos y sostenibles con la ayuda de expertos. Incluyen un jardín silvestre, uno formal y un huerto. Desde finales de los 90 están abiertos al público y son un éxito, ya que reciben más de 30.000 visitantes al año.

También reformó el jardín de Clarence House y, en menor medida, el de Birkhall, en Balmoral. Este último había sido diseñado por su abuela y, al considerarlo un recuerdo de su infancia, quiso mantenerlo lo más parecido a lo que era cuando la reina madre vivía.

El entonces príncipe, ahora Carlos de Inglaterra, pinta una de sus acuarelas de un paisaje escocés
El entonces príncipe, ahora Carlos de Inglaterra, pinta una de sus acuarelas de un paisaje escocés.

La vida de artista del Rey

También le encanta pintar, y de hecho sus acuarelas han sido regalo de cumpleaños para alguno de sus amigos u objeto de exposición en alguna ocasión.

La última fue el pasado año, en la Garrison Chapel, donde se incluían 79 acuarelas hechas por el hijo de Isabel II antes de ser rey y que podían visitarse gratuitamente. Son sobre todo paisajes, interpretaciones creativas de localizaciones geográficas varias: desde las montañas escocesas hasta Tanzania o la provenza francesa.

"No creo que mis bocetos representen gran arte o talento floreciente. Representan, más que nada, una forma de álbum de fotografía, y como tal, son importantes para mí", aseguraba él.