Este miércoles la infanta Elena, la hija mayor del rey Juan Carlos I y la reina Sofía, cumple 60 años. La primogénita nació en la clínica Loreto de Madrid el 20 de diciembre de 1963. Seis días después volvían sus abuelos, los condes de Barcelona, a Madrid por primera vez desde 1930. La bautizaron en la capilla de la Zarzuela, con doña María de las Mercedes y el infante don Alfonso de Orleáns y Borbón como padrinos. Por aquel entonces, España estaba bajo el mandato de Francisco Franco, que no se decidió a nombrar a Juan Carlos como sucesor hasta el bautizo del príncipe Felipe.

Francisco Franco no quiso que la infanta Elena se convirtiera en la heredera del rey Juan Carlos, y la Constitución del 78 consagró la discriminación de sexo para la sucesión de la corona. Tampoco el rey Carlos Gustavo de Suecia estuvo a favor de que su hija mayor, Victoria, le sucediera en el trono. Sin embargo, el país nórdico luchó para que así fuera y, después de haber perdido el título con el nacimiento de su hermano Carlos Felipe, la Princesa se convirtió en la futura reina.

La Infanta Elena, en una imagen de archivo.
La infanta Elena, en una imagen de archivo.

¿El mismo marido?

Pero ese cambio en la constitución sueca no ocurrió hasta 1980. Casi veinte años después del nacimiento de la infanta Elena, que ya era por tanto capaz de ver la diferencia entre ambos países. La primogénita de los reyes Juan Carlos y Sofía tuvo que vivir su vida sabiendo que, solo por ser mujer, no podría suceder a su padre. Y a pesar de eso, sigue siendo uno de los mayores apoyos del emérito, al igual que su hermana Cristina. Pero, ¿cómo sería ahora España si hubiera sido ella la heredera?

Primero habría que preguntarse si Elena habría llegado a casarse con Jaime de Marichalar sabiendo la responsabilidad que ambos habrían tenido. La heredera imaginaria quizá se habría decantado más por Cayetano Martínez de Irujo o por el jinete Luis Astolfi, una relación por otro lado nunca confirmada. Con este último sigue manteniendo una buena amistad, ya que hay multitud de fotografías de ellos juntos.

La infanta Elena y Luis Miguel Rodríguez durante la entrega de los premios Meninas 2022.
La infanta Elena y Luis Miguel Rodríguez durante la entrega de los premios Meninas 2022.

Una reina de moda

Suponiendo que nada hubiera cambiado en el destino de Elena, aquella boda con Jaime de Marichalar hubiera sido un evento mucho mayor. Se celebró en la Catedral de Sevilla el 18 de marzo de 1995 y, sin duda, habría tenido un carácter mucho más institucional. Eso sí, quizás su look no hubiera variado tanto, ya que su vestido de novia fue muy aplaudido.

La Infanta tuvo una época especialmente fashionista. El primer ejemplo fue su boda: lució la tiara floral con un discreto vestido de cuello a la caja y bordados de flores en hilo de plata diseñado por el modista sevillano Petro Valverde.

La boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar en Sevilla en 1995.
La boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar en Sevilla en 1995.

En los años siguientes, la infanta Elena se convirtió en todo un icono de estilo nacional e internacionalmente. Perfecta embajadora de la marca España con trajes como el de Caprile de inspiración goyesca que lució en la boda de Victoria de Suecia son difíciles de olvidar.

En la boda de la infanta Cristina, Elena se puso un conjunto de Christian Lacroix en rosa y morado que fue un auténtico hito. Repitió firma en la boda de su hermano Felipe y Letizia, y en la de los príncipes Federico y Mary de Dinamarca, con un abrigo que recordaba a los colores de un capote. Fue habitual verla también llevando bolsos de moda de Dior o Chanel como el 2.55 o el saddle bag que tanto se lleva ahora.

Menos titulares y nuevo heredero

De la misma manera que la princesa Leonor ha sido educada para ser reina y su vida privada se ha protegido al máximo hasta la mayoría de edad, lo mismo hubiera ocurrido si el heredero hubiera sido de Elena.

Su primer hijo, Felipe Juan Froilán, llegó al mundo en julio de 1998 y, de ser hoy reina Elena, él sería el heredero. Tras él nació, en septiembre de 2000, Victoria Federica, que hoy podría ser la segunda en la línea sucesoria.

Lo más probable es que no hubiéramos visto tantas fotografías, titulares y rumores sobre las noches de fiesta de Froilán. O que incluso nunca hubieran llegado a ocurrir. Y lo más probable es que Victoria Federica no se hubiera convertido en influencer. La profesión de creadora de contenido está reservada para aquellos que no están en los primeros puestos de la línea sucesoria.

¿Una familia más unida?

La infanta Elena ha sido durante muchos años considerada como la mediadora entre el rey Felipe, su padre y la infanta Cristina. A día de hoy se ha establecido, en cambio, que se ha decantado más por el emérito y su hermana.

"Si el padre ha sido y es un grave problema para el Rey, las hermanas contribuyen a un vacío familiar compensado por el respaldo de la consorte, que rechaza cualquier avenencia con sus cuñadas, a las que atribuye no pocos de los problemas que aquejan a la familia", asegura José Antonio Zarzalejos, en su libro Felipe VI. Un rey en la adversidad.

A pesar de que la infanta Elena fue la primera en separarse en 2007 –aquel comentado "cese temporal de convivencia" que se oficializó en divorcio en 2009–, ningún escándalo se ha relacionado con ella. Ha mantenido una vida discreta, incluso pese a mantener contacto con su padre y su hermana, alejados de la Familia Real. Se dice incluso que visitaba a Iñaki Urdangarin en la cárcel de Brieva cuando la infanta Cristina no podía viajar a España por la pandemia.

Por tanto es evidente que uno de los deseos de la infanta Elena es mantener a su familia unida. Queda para la imaginación lo que habría pasado si fuera ella quien hubiera tenido que marcar las distancias con su padre y su hermana para salvar la monarquía, como ha hecho Felipe VI.