Poca gente puede discutir que Beyoncé sea una de las mejores artistas contemporáneas. Su poderío sobre el escenario y su voz inigualable han dejado actuaciones icónicas en su recorrido, desde el anuncio de embarazo en los MTV VMA de 2011 a su paso por Coachella en 2018. Pero para ella hay una interpretación que le marcó especialmente... para mal. Lo ha contado ella misma en su último mensaje en relación a su próximo disco, act ii, que se publica el 29 de marzo.

"Me siento orgullosa de ser la primera mujer negra con un número uno en el ranking de canciones country", ha publicado en sus redes sociales. Ha sido con el tema Texas Hold'Em publicado hace un mes y que ya supera los 20 millones de reproducciones en YouTube (sin videoclip) y más de 178 millones en Spotify.

"No podría haber sucedido sin el apoyo que me habéis dado cada uno de vosotros. Mi esperanza es que dentro de unos años sea innecesario mencionar la raza de una artista cuando se hable de un género de música", ha proclamado Beyoncé.

Un disco nacido de una mala experiencia

Pero la artista va más allá cuando se refiere a su próximo álbum explicando que, tal y como se pensaba, es una segunda parte de Renaissance en la que ha trabajado durante más de cinco años. "Nació de una experiencia que tuve hace años en la que no me sentí bienvenida... y estuvo muy claro que no era bienvenida", ha escrito.

Beyoncé hace referencia a lo que ocurrió en los Country Music Awards de 2016, en el cincuenta aniversario de los premios. Fue una de las actuaciones más recordadas de la cantante, que interpretó su tema Daddy Lessons junto a las Dixie Chicks, hoy rebautizadas como The Chicks. Nada era casualidad.

Para entonces, Beyoncé era ya una de las artistas más importantes de Estados Unidos. En su disco de aquel año, Lemonade, el más aclamado por la crítica de su carrera, tocaba palos country por primera vez. La cantante texana se abrió por completo en un álbum que se basaba "en el viaje de cada mujer al autoconocimiento y la curación", según se explicó en la promoción. Habló de la infidelidad de su marido, Jay-Z, en temas como Sorry o Don't Hurt Yourself. También hizo especial hincapié en la cultura afroamericana, tanto en la estética visual del álbum como en las letras y las referencias a tradiciones yoruba, por ejemplo.

Por otro lado, las Dixie Chicks todavía intentaban recuperarse del impás obligado que vivieron en su carrera cuando en 2003 se pronunciaron contra la guerra de Irak y el presidente Bush. Este grupo de música country, formado por tres mujeres, dejó de sonar en las radios tras sus declaraciones que fueron consideradas como "antiamericanas".

Además, la actuación llegaba solo tres años después de que comenzara el movimiento #BlackLivesMatter en las redes sociales. Una queja generalizada tras la absolución en 2013 de George Zimmerman, el hombre que mató de un disparo a Trayvon Martin, de 17 años, que no iba armado. En los años siguientes, los asesinatos de Michael Bron y Eric Garner echaron leña al fuego de esta reivindicación social.

La avalancha de críticas

Un artículo del New York Times tras la mencionada actuación en los Country Music Awards recoge que el público se levantó y aplaudió. Sin embargo, viendo el vídeo se aprecia que no todos parecían entusiasmados ante lo que es una actuación indudablemente impresionante, con el escenario lleno de músicos y bailarines.

Tal y como indica el periódico estadounidense, lo peor llegó en las redes sociales. En las publicaciones relacionadas con los premios se vio el odio inabarcable de un gran porcentaje de la población del país que solo hacía 60 años que había abandonado la segregación racial. "¿Por qué salen Beyoncé y las Dixie Chicks? Una no cree en América ni en nuestras fuerzas de policía y las otras no apoyaron a nuestro presidente y los veteranos durante la guerra", aseguraba un usuario.

"Ninguna de las dos son country y Beyoncé no se molestó en ponerse algo de ropa para la ocasión", publicó otra persona. Se refiere al vestido de Zuhair Murad semitransparente que lució durante la actuación, pero sobre todo llama la atención esa afirmación de que ninguna de las artistas son consideradas parte del género: la música de la afroamericana tiene influencias muy claras y las Chicks son, sin duda, country.

Un tipo de comentarios que hacen pensar que para ser country hay que comulgar con ciertas opiniones políticas y visiones sociales. Al final, el género se relaciona mucho con la América profunda de los rednecks, los racistas y los ultraconservadores.

Beyoncé durante la actuación con las Dixie Chicks en 2016, con un vestido de Zuhair Murad.
Beyoncé durante la actuación con las Dixie Chicks en 2016, con un vestido de Zuhair Murad.

El lado político del country

"Las críticas a las que me enfrenté cuando entré por primera vez en el género me obligaron a avanzar pese a las limitaciones que se me impusieron. act ii es el resultado de retarme a mí misma y tomarme mi tiempo para moldear y mezclar géneros y así hacer este álbum", dice en su última publicación. "Tengo algunas sorpresas en el disco y he colaborado con algunos artistas brillantes a los que respeto mucho. Espero que podáis oír mi corazón y alma y todo el amor y pasión que he vertido en cada detalle y sonido", añade.

Beyoncé no se pronunció en el momento, pero todo parece indicar que lo hará ahora a través de este disco. Y ya cuenta con el apoyo de estrellas del género como Dolly Parton o Taylor Swift, de quienes hay incluso rumores de colaboración. Ninguna de las dos ha querido nunca comulgar con los valores que tanto se relacionan con la música country. De hecho, en su documental Miss Americana, la artista de 33 años que visitará España en mayo expresa su miedo por hablar de sus opiniones políticas.

Taylor Swift confiesa que tiene miedo de sufrir una cancelación por expresarse como hizo el mencionado grupo en 2003. Sin embargo, las Chicks han hecho de su opinión política parte de su identidad. En 2020 eliminaron incluso el Dixie de su nombre, ya que el término se usaba como despectivo en la época de la esclavitud. También en los trabajos artísticos de Beyoncé está, sobre todo desde Lemonade, arraigado ese factor de la cultura negra que, inevitablemente, es político.