Fue pionera, fue mito, fue espectáculo. Y, sobre todo, fue dueña de sí misma. Sara Montiel vuelve ahora al centro de la escena gracias a Súper Sara: la mujer bajo los focos, una exposición organizada por la Academia de Cine que celebra su estilo, su figura y su forma de estar en el mundo, coincidiendo con el estreno de la docuserie homónima en la plataforma Max, dirigida por Valeria Vegas.
Basta una habitación y doce vestidos para que Sarita vuelva a eclipsarlo todo. No hay artificio escenográfico, ni recreaciones, ni nostalgia forzada: solo las piezas originales de un armario que, como su portadora, no entendía de sobriedades. Hay lentejuelas, hay encajes, hay escotes imposibles, plumas, brillos y color, mucho color. Está el vestido rojo con flecos metálicos con el que cantó Fumando espero –quizá su imagen más reproducida–, el que usó para interpretar La bien pagá, el que llevó en Ven al Paralelo o el que escogió para aparecer en el Noche de fiesta de TVE. Y, con ellos, la presencia ineludible de la mujer que los encarnó: María Antonia Abad, manchega de origen humilde que se convirtió en la estrella más rutilante del cine español de los cincuenta y sesenta, y en la primera actriz nacional en conquistar Hollywood con nombre propio.
Sara Montiel, "una marca registrada"
"Sara Montiel es una marca registrada", declaró su hijo Zeus Tous durante la inauguración. "Le encantaba lucir escote, era excesiva, pero también muy campechana, muy natural". A sus ojos, los vestidos expuestos forman parte de un paisaje familiar: "He crecido con ellos. Para mí eran cosas normales, pero ahora veo la historia que representan". Su madre, recuerda, no solo rodó películas en tres continentes y se casó con Anthony Mann: también adoptó dos hijos en los años 70, fue madre con 50 años, protagonizó un desnudo pasados los 60 y fumó puros en público cuando eso, simplemente, no se hacía.
"Sara Montiel vivió sin culpa", resume Valeria Vegas, directora de la serie y gran conocedora del universo Saritísimo. "Era muy consciente de lo que significaba el mundo del espectáculo. Sabía que había conquistado Hollywood y siempre lo dejaba claro: en su actitud, en su porte, en su vestuario. No era una mujer del star-system: era ella el star-system". Para Vegas, la exposición funciona como resumen y compendio: "Refleja ese glamur de otro tiempo que ya no existe, pero también una forma de ser mujer que sigue interpelando".
La muestra no propone una biografía, sino una lectura estética y simbólica: Montiel como figura adelantada, mujer empoderada antes de que se hablara de empoderamiento, mito consciente de sí mismo, glamurosa incluso en sus excesos. "Era una estrella que siempre estaba perfecta", dice Vegas. “A veces incluso podía resultar impostada, pero siempre era auténtica en su teatralidad".
La belleza del artificio
Para la actriz Susi Sánchez, vicepresidenta de la Academia de Cine, el objetivo es claro: "Queremos difundir el legado de una figura irrepetible, que atraviesa varias décadas del cine español y de nuestra cultura. Sara Montiel dejó una huella única en todos nosotros. Su historia es también la historia de una época". En palabras suyas, fue "una vida de cine", no solo por su filmografía –más de sesenta títulos–, sino por ese recorrido que va desde Campo de Criptana hasta el olimpo del espectáculo, pasando por México, Cuba, París o Hollywood.
Montiel fue una diva en el sentido más estricto, no como personaje afectado, sino como presencia que reclama el centro sin pedirlo. Su estilo –ceñido, voluptuoso, cargado de brillo– desafiaba los códigos de la discreción femenina. Frente al minimalismo o la corrección, ella apostaba por el artificio, la media en la cámara. Esa actitud –tan libre, tan audaz– es la que hoy vuelve a deslumbrar.
La exposición puede visitarse gratuitamente hasta el 4 de julio en la sede de la Academia, en horario de 11 a 19 horas. No hace falta ser mitómano para dejarse atrapar por el brillo de las lentejuelas, ni para entender que, tras esos trajes, hay una idea de mujer, de fama, de libertad y de belleza que sigue siendo política. Como escribió la propia Sara en sus memorias: "Siempre fui una mujer libre, y la libertad, al final, también es un espectáculo".
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