La palabra es un arma poderosa y en una guerra la lengua es un territorio más para la disputa. Dentro del castellano se libra la lucha de los ucranianos por la defensa de su lengua dentro de la nuestra. La demanda es, básicamente, que hagamos una transliteración de los nombres de sus ciudades al castellano desde el ucraniano, algo que, según denuncia la Asociación de Hispanistas de Ucrania hacemos desde el ruso. Esto es, usamos el ruso para hablar de Ucrania. Algo muy sensible en este momento, cuando hay más de 40.000 refugiados en España que se suman a los más de 100.00 que llegaron antes, muchos por la guerra del este del país.

“Lo que se está usando en España es la transliteración del ruso y nos hace sentir muy mal. Con este tema llevamos bastantes años, desde nuestra asociación lo reivindicamos hace tiempo. Somos un país independiente y tenemos una lengua oficial. La mayoría de la población de Ucrania habla ruso por razones históricas, al ser parte de la Unión Soviética el ruso era obligatorio, y además la mitad de los ucranianos tiene parientes en Rusia, por eso duele tanto esta guerra”, explica Olena Bratel, catedrática de la Universidad Nacional Tarás Shevchenko de Kiev y refugiada en España. 

“El régimen de Putin quiere privarnos de identidad e idioma, así que ahora como nunca entendemos que el idioma es también nuestra arma que nos diferencia del imperialismo ruso (...) Les pedimos firmemente cambiar la ortografía en los nombres de las ciudades ucranianas”, solicitan varios parlamentarios ucranianos a España en una carta de la Asociación de Hispanistas de Ucrania. 

Entre otros nombres solicitan que se cambien nombres como, por ejemplo: Járkiv y no Járkov, Chernígiv y no Chernígov, Kyiv y no Kiev, Mykolaiv y no Mikolaiv. “Algunos nombres sí coinciden, pero otros sólo es un cambio de letra. A lo mejor vosotros no lo notáis, pero nosotros sí vemos la diferencia y ahora duele mucho. Antes importaba más a los filólogos pero ahora duele ver los nombres rusos en el mapa ucraniano”, asegura la catedrática.

Lo ideal, según los ucranianos, es transliterar todos los nombres del ucraniano, pero la realidad es que cambiamos más los nombres de lo que desearían : “Zelenskiy yo supongo que se translitera del ucraniano, no tiene ningún sentido que se escriba con i. Lo correcto es Zelenskiy”.

Sacos terreros en ventanas de Kiev, Ucrania. TY ONEIL /EP

La "estabilidad" de la RAE

La Real Academia de la Lengua desde el servicio de consultas lingüísticas de la RAE a través de su cuenta de Twitter ha dado la siguiente respuesta ante esta situación: “Cuando un topónimo tiene arraigo tradicional en nuestra lengua, aunque provenga de una lengua puente (aquí el ruso) y no de la lengua del territorio donde se sitúa el lugar nombrado, conviene mantenerlo para dar estabilidad al léxico toponímico”.

Por esta misma vía la RAE ha explicado que “el topónimo tradicionalmente usado en español para denominar a la capital de Ucrania es Kiev (basado en la transcripción de la forma rusa Киев), documentado por primera vez en 1834 y que también usó Juan Valera en su correspondencia a mediados del s. XIX. La transliteración de la forma ucraniana Київ es «Kyiv» —pronunciada aproximadamente [kíiv] o [kíyiv]—, pero esa grafía no se adecua a nuestra ortografía, pues contiene una «y» con valor vocálico en interior de palabra, rasgo ajeno a nuestra ortografía”.

Los ucranianos luchan por su identidad y valores europeos que no pueden ser despreciados por la ortografía"

Hispanistas de Ucrania

Ante esta posición los parlamentarios ucranianos e hispanistas contestan: “Ahora miles de personas ucranianas están bombardeadas en las ciudades ucranianas que se pronuncian como Jarkiv, Kyiv, Chernigiv, Mykolaiv, Lviv, etc. Los ucranianos luchan por su identidad y valores europeos que no pueden ser despreciados por la ortografía. El idioma es el reflejo de la sociedad, nuestra sociedad quiere hablar ucraniano y pedimos a todos a respetar nuestro derecho a autoidentificación, no es tiempo de filosofía y discursos filosóficos, es tiempo de actuar y apoyar al pueblo ucraniano.

Sus demandas no están cayendo en saco roto. En España dos medios de comunicación muy diferentes se han sumado a este cambio, La Razón y La Vanguardia, que ya usan solo Kyiv. Pero donde su uso se está extendiendo es por países latinoamericanos y en las versiones españolas de medios internacionales como CNN, BBC o The Independent en Castellano. 

Una visión del mundo prorrusa

Putin no es el único que ha configurado el mundo postsoviético a la medida de Rusia. Nuestra distancia cultural con las naciones e historia eslava han facilitado que la narrativa ultranacionalista rusa se haya visto con normalidad desde países como España. Algo parecido a la leyenda negra española pero favoreciendo a la cosmovisión nacionalista rusa. 

“Durante siglos, Rusia ha alimentado el mito sobre la hermandad entre los pueblos eslavos, difundiendo la narrativa sobre los tres países hermanos (Rusia, Bielorrusia y Ucrania). Además, el fantasma de la Unión Soviética sigue presente en la mentalidad de muchos pueblos europeos hasta hoy en día. Muchas sociedades, incluida la española, aceptaban ese falso constructo como un hecho histórico y cultural a pesar de las protestas vehementes por parte de los pueblos soberanos e independientes después del derrumbe de la URSS”, asegura Oleksandr Pronkevich, presidente de la Asociación de Hispanistas de Ucrania en una carta dirigida al director del Instituto Cervantes, Luís García Montero

El fantasma de la Unión Soviética sigue presente en la mentalidad de muchos pueblos europeos hasta hoy en día"

Oleksandr Pronkevich

La razón por la que Pronkevich escribe a García Montero es porque “una de las consecuencias de la percepción de esos pueblos como espacio único e indivisible ha sido la creación de la sede del Instituto Cervantes en Moscú con el objetivo de coordinar la enseñanza del español y los exámenes DELE [los títulos oficiales de dominio del castellano] en todo el espacio postsoviético”. Una situación que cambió en el caso ucraniano pero se mantiene para lugares como Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguistán, lo que, según los hipanistas, “dadas las circunstancias de la agresión y violación del derecho internacional, representa una amenaza no solo de dimensiones culturales sino que da pie a la propaganda y la manipulación”.

Por este motivo  solicita el cierre permanente del Instituto Cervantes de Moscú “ya que su actividad representa un modelo obsoleto y peligroso para el futuro de los países coordinados intentando preservar los esquemas y vías de influencia del pasado soviético y alimentando creencias falsas que pueden acarrear, como ya estamos viendo hoy en Ucrania, unos daños irreparables y provocar conflictos armados de terribles consecuencias”, asevera el hispanista.