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Macron afronta el riesgo de parálisis política al quedarse con una frágil mayoría

La primera ministra, Élisabeth Borne, afirma que "la situación constituye un riesgo para nuestro país"

Emmanuel Macron y Élisabeth Borne

El presidente francés, Emmanuel Macron. Detrás, la primera ministra, Élisabeth Borne. EFE

Francia se adentra en un escenario lleno de incógnitas. La coalición centrista que apoya al presidente, Emmanuel Macron, Ensemble, cuenta con una mayoría muy frágil en la Asamblea Nacional. Cuenta con 246 escaños de los 577 del total, a 43 de la mayoría absoluta. Tendrá que pactar ley a ley pero hay riesgo de bloqueo. Macron afronta un segundo mandato en condiciones excepcionales: ningún otro presidente francés ha afrontado una situación similar. Hay un serio riesgo de parálisis política.

La segunda y tercera fuerza política se sitúan en los extremos y han irrumpido en la Asamblea Nacional con gran ímpetu. Es una oposición doble y radical. Por un lado, está el bloque de izquierdas abanderado por Jean-Luc Mélenchon, que ha quedado en segundo lugar con 142 diputados. Nupes (Nueva Unión Política Económica y Social) congrega por primera vez a socialistas, verdes, insumisos y comunistas.

En otro extremo por primera vez la Agrupación Nacional, que lidera Marine Le Pen, cuenta con un grupo fuerte en la Asamblea Nacional. Ni siquiera tenía grupo parlamentario (15 diputados) y ahora ha conseguido 89. Le Pen, que perdió en la segunda vuelta las elecciones presidenciales frente a Macron, dará la batalla al macronismo en el Legislativo.

Con el bloque de izquierdas y la ultraderecha de Le Pen será difícil que la coalición centrista llegue a acuerdos. Más fácil sobre el papel sería con Los Republicanos, pero de momento han dicho que eran oposición y seguirán siéndolo. Cuentan con 64 diputados. Con ellos la coalición centrista sumaría más de la mayoría absoluta, así que serán clave para poner en marcha las reformas e impulsar leyes. Paradójicamente, en un Parlamento escorado a los extremos y con una izquierda unida más fuerte que nunca serán los conservadores tradicionales los que pueden ser el ancla al que Macron puede aferrarse.

Pero el partido que más votos ha logrado ha sido el partido de los abstencionistas. Un 54% de los 49 millones convocados a las urnas no han hecho caso. Hay un hartazgo evidente por la concentración de citas electorales: cuatro en menos de tres meses. También son muchos los franceses que han perdido la confianza en el sistema y en las instituciones, lo que es más grave.

En busca de una mayoría de acción

Este domingo ha sido la primera ministra, Élisabeth Borne, quien ha hablado a los medios sobre los resultados. "Esta situación es inédita y constituye un riesgo para nuestro país... Trabajaremos a partir de mañana para construir una mayoría de acción", ha dicho Borne, que ha conseguido un escaño por Calvados. De no haberlo logrado, como ha pasado con varios ministros, tendría que haber dimitido.

"No hay alternativa para garantizar la estabilidad de nuestro país", ha señalado Elisabeth Borne. "Habrá que asociar las múltiples sensibilidades y construir los compromisos adecuados para actuar al servicio de Francia". Ha apelado a todas las fuerzas políticas a sumarse al diálogo.

Poco antes, el ministro encargado de las relaciones con el Parlamento, Olivier Véran, ha remarcado en LCI que si bien los resultados no son los esperados, confía en que «sobre poder adquisitivo, energías renovables, seguridad, encontremos mayorías porque son leyes con las que los franceses cuentan".

La coalición de Macron ha registrado derrotas muy simbólicas como la de Christophe Castaner, jefe del grupo parlamentario de la República En Marche en la Asamblea saliente. Tampoco ha logrado su escaño el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand. La ministra de Sanidad, Brigitte Bourguignon, es otra de las perdedores, junto a la titular de Transición Ecológica, Amelie de Montchalin, y Justine Bénin, secretaria de Estado para el Mar. Quien mejor ha descrito lo sucedido con Macron en esta jornada electoral es Libération. "La bofetada" titula en su portada del lunes.

Marine Le Pen ha confirmado su puesto en la Asamblea Nacional con más del 61% de los votos en su circunscripción de Pas-de-Calais y sus resultados son excepcionales: dan el sorpasso a Los Republicanos. Hasta ahora ni siquiera tenían grupo parlamentario: 15 diputados. Ahora han conseguido su mejor resultado histórico: 89 representantes.

"El pueblo ha hablado. Encarnaremos una oposición sólida y responsable con las instituciones", ha dicho una exultante Le Pen, que se ha felicitado de que el presidente Macron haya dejado de contar con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. "Esta confianza del pueblo nos obliga: Macron es un presidente minoritario. Asistimos a una recomposición política indispensable para que resurja la democracia", añade.

Nunca antes la Agrupación Nacional, antes Frente Nacional, había podido llegar con tanta fuerza a la Asamblea Nacional. De hecho, llamaba la atención como Le Pen podía lograr buenos resultados en las presidenciales y luego por el sistema mayoritario sus candidatos quedaban desplazados en las legislativas, pero este éxito es una muestra de que la desdiabolización ha dado sus frutos.

Mélenchon, en pie de guerra

Cuando aún no se conocían los resultados finales, Jean-Luc Mélenchon ha saludado "la derrota del partido presidencial". Según Mélenchon, "asistimos al fracaso del macronismo, el fracaso moral de los que estaban dando lecciones a todos", ha dicho el líder de la Francia Insumisa, quien ha aplaudido cada una de las derrotas de figuras de primera fila del partido de Macron. "No hay mayoría posible", ha añadido.

"Cambio mi campo de batalla, pero mi compromiso es y seguirá siendo hasta mi último aliento en la primera fila si así lo queréis", dice también Jean-Luc Mélenchon, que no competía por un escaño. Mélenchon jugaba a ser primer ministro en caso de cohabitación.

Con Nupes en la oposición, será el maestro de ceremonias en la sombra y probablemente prepare su próxima candidatura al Elíseo. Pero La Francia Insumisa tenía apenas 17 escaños. Y ahora forma parte de un bloque que es la primera fuerza de la oposición. Pueden controlar comisiones importantes como Finanzas.

Han presentado candidaturas singulares como la de Rachel Keke, de origen marfileño, y que se oponía a la ex ministra de Deportes Roxana Maracineanu, a quien ha ganado.

Por primera vez en estas legislativas los principales partidos de la izquierda francesa se han unido. Mélenchon consiguió que fuerzas tan dispares como socialistas, verdes, insumisos y comunistas se presenten bajo las siglas de Nupes. Una vez elegidos, podrán tener grupo propio y gozar de autonomía, de modo que es un experimento que ha funcionado relativamente bien hasta ahora pero que se pone a prueba en la Asamblea Nacional. 

“Son fuerzas muy diferentes, sobre todo los socialistas y la Francia Insumisa. Sobre todo los insumisos van a ser una guerrilla parlamentaria permanente. Los diputados de izquierda suelen ser muy trabajadores y pueden ponérselo muy difícil a Macron”, apunta el periodista Abel Mestre, redactor de Política en Le Monde

Es ahora cuando empieza realmente el segundo mandato de Macron en una situación geopolítica de gran incertidumbre y con una crisis económica que amenaza con estallar en otoño. La Asamblea Nacional entrante nada tiene que ver con la saliente, dominada por completo por la mayoría presidencial. Es una Asamblea Nacional con un centro ligeramente mayoritario, dos bloques en los extremos, y los restos de formaciones tradicionales como Los Republicanos. Un escenario de pesadilla, dicen algunos, que prevén la disolución en un año máximo. Para Macron empieza un calvario o un desafío descomunal. Va a necesitar recurrir a la geometría variable para poner en marcha cada ley. Imaginación no le falta. Pero va a necesitar cintura política también

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