Rusia libra una batalla contra los medios independientes, nacionales e internacionales, que ha experimentado una escalada con la detención del corresponsal en Moscú de The Wall Street Journal Evan Gerschkovich, de 31 años. El reportero fue arrestado el miércoles por la noche en el restaurante Bukowski Grill en Ekaterimburgo, en los Urales, por fuerzas del servicio de seguridad (FSB). Está acusado de espionaje, delito por el que puede ser condenado hasta 20 años de prisión.

El gobierno de Joe Biden ha condenado "en los términos más duros los continuados intentos de intimidar, reprimir y castigar a los periodistas y la sociedad civil". La Casa Blanca ha informado de que el Departamento de Estado se ha puesto en contacto con el gobierno ruso y con The Wall Street Journal. "Esta forma de apuntar contra ciudadanos estadounidenses es inaceptable", ha dicho la portavoz, Karine Jean-Pierre. El jefe de la diplomacia de EEUU, Antony Blinken, ha dicho que el periodista recibe asistencia consular. Reiteró que el Departamento de Estado recomienda a los estadounidenses no viajar a Rusia y dejar de inmediato el país.

Los cargos contra Gershkovich están recogidos en el artículo 276 del Código Penal. Los juicios por espionaje suelen ser a puerta cerrada. De momento, estará en prisión preventiva dos meses en la cárcel de alta seguridad de Lefortovo. De acuerdo con la información difundida por la agencia Tass, Gershkovich ha comparecido en un tribunal de Moscú el jueves por la tarde. Se declaró no culpable de los cargos.

El arresto del ciudadano estadounidense enturbiará aún más las deterioradas relaciones entre Moscú y Washington. Es la primera vez desde la caída de la URSS que un periodista estadounidense es acusado de espionaje.

The Wall Street Journal ha negado "vehementemente" las acusaciones y ha solicitado la liberación inmediata del reportero, al que han calificado de "confiable y dedicado".

Gershkovich se encontraba en Ekaterimburgo para informar sobre el reclutamiento de mujeres reclusas en el grupo Wagner, la compañía privada de mercenarios que fundó el oligarca Evgueni Prigozhin. Wagner ha tenido un papel protagonista en la batalla de Bajmut, donde se libran los más encarnizados combates de la guerra. Según una de sus fuentes, el reportero estaba interesado en saber cómo la población rusa trataba a los mercenarios de Wagner.

En otra ocasión, Gershkovich visitó Nizhny Tagil, ciudad cercana a Ekaterimburgo donde se encuentra la mayor fábrica de tanques de Rusia. Según el FSB, heredero del KGB, el periodista habría recopilado "información secreta" sobre esta instalación.

El comunicado del FSB dice: "Se estableció que E. Gershkovich, actuando siguiendo instrucciones de la parte estadounidense, recogió información que constituía un secreto de Estado sobre las actividades de una de las empresas del complejo militar-industrial ruso".

"Con las manos en la masa"

Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, ha sido contundente: "No estamos hablando de sospechas... Le pillaron con las manos en la masa". Pero no ha dado más detalles, salvo que se remitía a la información de los servicios de seguridad. Peskov ha asegurado que no va a cerrar la oficina de The Wall Street Journal: "Los que tengan acreditación y realicen sus actividades con normalidad podrán seguir en el país".

La portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajarova, ha asegurado que otros occidentales habían utilizado "el estatus de corresponsal extranjera" para encubrir sus actividades.

Cuando preguntaron al viceministro de Exteriores, Serguei Ryabkov, si Rusia aceptaría un intercambio de prisioneros, replicó que era pronto para esas consideraciones. Justo la semana pasada EEUU anunció cargos contra Serguei Cherkasov, ciudadano ruso residente en Países Bajos, que fue detenido el año pasado. En diciembre, el gobierno de Biden llegó a un acuerdo con la Federación Rusa para intercambiar al traficante de armas Viktor Bout por Brittney Griner, una jugadora de baloncesto que estuvo diez meses en prisión en Rusia, acusada de tráfico de drogas. Griner había sido condenada a nueve años de cárcel.

Evan Gerschkovich empezó a trabajar con The Wall Street Journal en enero de 2022. Desde 2017 estaba destinado en Rusia, primero con el Moscow Times y luego con la agencia France Presse. Previamente fue becario en la redacción de Nueva York del New York Times. Había investigado a fondo el tema de las sanciones occidentales en la economía rusa. El último artículo que publicó en The Wall Street Journal versa sobre cómo empieza a resentirse la economía rusa. También cubrió el encuentro la semana pasada entre el líder chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin.

Ya antes de la invasión rusa de Ucrania, que ordenó Putin el 24 de febrero de 2022, era muy complejo informar sobre Rusia. Muchos periodistas independientes han sido calificados como "agentes extranjeros. La corresponsal de la BBC en Rusia, Sarah Rainsford, fue expulsada del país.

Al empezar lo que llamó "operación militar especial" en Ucrania Rusia prohibió hablar de "guerra". Ha introducido un delito penal por difundir "noticias falsas" y por "desacreditar al ejército". Esto limita la acción de los informadores, aunque también se dirige a la población. Acaba de ser condenado a dos años de prisión un ciudadano ruso por un dibujo contra la guerra de su hija menor de edad.

Muchos medios rusos independientes, como meduza, optaron por trasladar su sede fuera del país para seguir activos. Otros fueron bloqueados o cerrados. Y algunos medios occidentales dejaron Rusia, pero la mayoría volvieron. The Wall Street Journal asegura que van a seguir allí.

Varios grupos de defensa de la libertad de prensa han condenado el arresto de Gershkovich. Una portavoz de Reporteros sin Fronteras ha dicho: "Los periodistas no deben ser un objetivo, aunque por desgracia lo han sido regularmente desde la invasión".

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) también condenó la detención. Jodie Ginsberg, del CPJ, ha señalado: "Este arresto es el último de una larga serie de intentos de Rusia de utilizar las leyes de seguridad nacional para silenciar la información. Instamos a su inmediata liberación".

Varios de sus compañeros en Rusia han elogiado su trabajo, entre ellos el periodista e investigador de inteligencia Andrei Soldatov: "Evan Gershkovich es un periodista muy bueno y valiente, no un espía, por el amor de Dios. Este es un ataque directo a todos los corresponsales extranjeros que todavía trabajan en Rusia. Y esto significa que el FSB se ha desatado". Y añadía: "Este caso prueba que en Rusia quienes mandan son Putin y el FSB".

El Kremlin lanza un mensaje de intimidación a los medios de comunicación independientes de dentro y fuera del país, y a la vez cuenta con una moneda de cambio para negociar con Washington. Es la versión del editor de Mediazona Sergei Smirnov, según informa meduza: "Toman rehenes para el fondo de intercambio. Al mismo tiempo, muestran que ya no es seguro para los periodistas occidentales trabajar en Rusia".