Dos mujeres ocuparon el corazón de Silvio Berlusconi, fallecido el 12 de junio a los 86 años. Mamma Rosa fue la primera. Con su madre comía Il Cavaliere cada lunes en su residencia de San Gimignano. Una devoción parecida sentía Silvio Berlusconi por su primogénita, Marina, con quien cenaba cada lunes en Villa San Martino, su residencia milanesa del siglo XVIII. A esos cónclaves solo estaban convocados los íntimos, entre ellos Marta Fascina, su última pareja a quien Marina ha reconocido como la viuda oficial con sus muestras de cariño y cercanía en el funeral. Ahora Marina es la matriarca de hierro del clan Berlusconi, quien se encargará de que el imperio que construyó su padre se mantenga en pie. Sobre su legado político también tiene poder de decisión.  

Desde que falleció Mamma Rosa en febrero de 2008, la influencia de Marina sobre su padre fue cada vez mayor. Fue ella quien convenció a Silvio Berlusconi de que tenía que desprenderse del AC Milan en 2017 para salvar Mediaset en pleno ataque de Vivendi. El ex primer ministro dijo que jamás lo permitiría. Era su club, del que era máximo accionista y había sido presidente. "Fue una decisión muy difícil, sobre todo para mi padre", reconoció Marina Berlusconi en Il Sole 24 Ore. Obtuvieron 740 millones de euros del empresario chino Li Yonghong. Su paso por el club berlusconiano fue efímero.

A su vez, Marina le hizo ver que tenía que desprenderse de algunas de sus residencias, de un jet y cambiar su residencia en el Palazzo Grazioli, la mansión del siglo XVI en Roma, por la Villa San Martino, en Milán. Puso fin a las excentricidades de la época del bunga bunga.

Puente con Giorgia Meloni

También fue Marina Berlusconi quien sirvió de puente a la primera ministra, Giorgia Meloni, cuando su padre, enfadado por el reparto de puestos y carteras en la coalición, empezó a incordiar a propósito de un tema sensible: la posición italiana sobre la invasión rusa de Ucrania. Meloni es una firme defensora del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y Berlusconi presumía de gran cercanía con el líder ruso, Vladimir Putin.

La intervención de Marina hizo posible que las aguas volvieran a su cauce. Su padre dejó de hablar de Putin, y a cambio Fratelli d’Italia renunció a presidir la comisión de vigilancia de la Rai en favor de Forza Italia. La Abogacía del Estado se retiró como parte civil en el caso Ruby.

Marina Berlusconi y Giorgia Meloni se conocen desde que la actual primera ministra fue titular de Juventud en el cuarto gobierno de Berlusconi, en 2008, y se respetan. En varias ocasiones se ha especulado que la primogénita de Berlusconi se lanzaría a la política pero siempre ha dicho que un partido no se hereda como un patrimonio o una empresa.

Sin embargo, Forza Italia, con una deuda de 92 millones de euros que fue avalada por Silvio Berlusconi, depende para su supervivencia de la decisión de los herederos, y en gran parte de Marina. La desaparición inminente del partido sería un factor desestabilizador del gobierno de modo que se descarta. 

Probablemente todo dependa de los resultados de las elecciones europeas de 2024 y Marta Fascina, diputada desde 2017, puede desempeñar un papel relevante. Lo que parece claro es que Marina considera a Marta como un miembro más del clan Berlusconi.

En Marta Fascina, de 33 años, que llegó al ex primer ministro como una auténtica fan que se sabía de memoria las alineaciones del Milan, confió Marina para proteger a su padre de las malas compañías de otros tiempos.  A su novia anterior, Francesca Pascale, Marina atribuye muchos de los desvaríos del Cavaliere

La princesa heredera

Sobre el reparto de la herencia aún no se conocen los detalles, pero Marina Berlusconi lleva años desempeñando el papel de princesa de hierro y parece que ha llegado la hora de subir al trono. Es presidenta del holding Fininvest, al que pertenecen MFE-MediaforEurope (Mediaset en España), la editorial Mondadori y el Banco Mediolanum. Sus ingresos ascienden a 4.000 millones de euros y tiene unos 15.000 empleados. Lleva en el cargo dos décadas.

Silvio Berlusconi conservó hasta su muerte un 61,2% de las acciones del holding. Marina y su hermano Pier Silvio tienen cada uno el 7,65%. Los otros tres hermanos, un tercio del 21,42%. Queda por saber cómo ha decidido el magnate repartir su cartera.

El patrimonio, que comprende además de sus empresas varias mansiones espectaculares como Villa Certosa en la Costa Esmeralda, donde recibió a Putin o George W. Bush, asciende a unos 6.900 millones de euros. Cuando se lea el testamento se sabrá cómo se reparten pero el magnate estaba obsesionado por que no se repitiera lo que vio en la familia Agnelli.  

Nacida el 10 de agosto de 1966 en Milán, Marina Elvira Berlusconi es la primogénita de Silvio Berlusconi y su primera esposa, Carla Elvia Lucia Dall’Oglio. Sus padres se conocieron en una parada de autobús. El matrimonio duró 20 años, de 1965 a 1985. Tuvieron otro hijo, Pier Silvio, nacido en 1969, director ejecutivo de MFE-MediaforEurope (Mediaset).

Fruto del matrimonio de su padre con la actriz Veronica Lario, tiene otros tres hermanos: Luigi, Barbara y Eleonora. Los dos mayores son los que tienen un papel más relevante hasta ahora en el manejo de los negocios de Silvio Berlusconi. 

La pareja de Marina desde 2001 es Maurizio Vanadia, que fue primer bailarín en la Scala de Milán. Se casaron en diciembre de 2008 y tienen dos hijos: Gabriele y Silvio, que nació el mismo día que su abuelo, el 29 de septiembre, en 2004. Marina, una de las mujeres más ricas del mundo, según Forbes, es poco aficionada a los actos sociales. 

Siendo veinteañera, empezó a asistir a las reuniones de accionistas de la editorial Mondadori. Había estudiado en el Liceo Classico Leone Dehon de Monza y empezó Derecho y Ciencia Política pero no llegó a licenciarse. Aprendió de su padre y de sus tíos, los directivos de su entorno que iban guiando sus pasos. "Lee la última línea de lo que firmes", dice que fue uno de los primeros consejos que recibió. 

Editora y madre

Trabajadora hasta la extenuación ("lavorare, lavorare, lavorare", es su lema) y con fama de exigente con sus empleados, solo sale del despacho para ir al gimnasio. Concede una entrevista al año para hablar de los resultados empresariales, sobre todo, pero no suele dejar que filmen videos. En sus declaraciones se advierte cómo Marina Berlusconi está especialmente orgullosa del éxito de la editorial Mondadori, que preside desde el fallecimiento de Leonardo Mondadori en 2003. 

Como editores somos un poco el sistema inmunitario contra las derivas autoritarias e iliberales"

marina berlusconi, 'il giornale'

"Como editores somos un poco el sistema inmunitario contra las derivas autoritarias e liberales. Los libros y la cultura defienden la libertad", decía en abril de 2022 en Il Giornale. Crítica con China y con la Rusia de Putin, lamentaba cómo "Occidente se ha convertido en el peor enemigo de Occidente", en alusión a la cultura de la cancelación.

"Como editora y como madre, siento una especial responsabilidad. Esta cultura de la cancelación agrede nuestro patrimonio cultural y la libertad de expresión. Nosotros conocemos la importancia de los valores de nuestra democracia, pero nuestros hijos corren el riesgo de habituarse a crecer con menos libertad", decía Marina Berlusconi. 

Discreta e inteligente, dicen que se parece, sobre todo, a Mamma Rosa. En una entrevista en Libero Quotidiani, Marina reconocía: "Me encantaría ser como mi padre, tener su creatividad, su valentía, su perseverancia a la hora de transformar la utopía en realidad, pero me arriesgaría a ser una mala copia de Silvio Berlusconi. Prefiero ser yo misma, asumir mis limitaciones y avanzar por mis medios". Aunque también reconocía que jamás podría emularle por dos razones: por ser mujer y, paradójicamente, por apellidarse Berlusconi.

Reconoce que una de las citas que más le ha impresionado desde sus tiempos de estudiante pertenece a Pericles: "El secreto de la felicidad es la libertad, pero el secreto de la libertad es el coraje". Y para Marina su padre, Silvio Berlusconi, era el hombre con más coraje de Italia.