El pasado 6 de octubre la familia de Maayan Sigal Koren se había reunido para celebrar el cumpleaños de su sobrina. Ella no pudo acudir porque tenía coronavirus. Y eso, dice, le acabó "salvando". Porque esa noche varios de sus familiares decidieron dormir juntos en el kibutz Nir Yitzhak, ubicado en el desierto del Negev, a sólo tres kilómetros de la Franja de Gaza. Y a la mañana siguiente el ataque de Hamás les pilló por sorpresa.

"A las 6:30 Hamás empezó a lanzar misiles, y mi familia se resguardó en el refugio que tienen en su propia casa. Estuvieron cinco horas allí dentro. Yo hablé con mi madre a las 8:30, y en ese momento estaban todos bien, aunque le preocupaba que el Ejército no hubiera llegado aún. Aún así a mí me tranquilizó. Hasta que me llamó mi hermana a las 11, y me dijo que había hablado con mi madre y le había dicho que los terroristas habían entrado en la casa y lo estaban destrozando todo. Nos mandó besos, y desde entonces no sabemos nada de ellos".

Horas más tarde, cuando los soldados a israelíes llegaron al lugar, les confirmaron que su madre y la pareja de ella, además de sus dos tíos y de su prima, habían desaparecido. En total, cinco personas. No había signos de violencia de ningún tipo, pero la casa estaba patas arriba. En el refugio sólo quedaban los alfajores y el mate que la familia de Maayan, que es de origen argentino, habían decidido llevarse consigo. Un par de días más tarde el Ejército les confirmó que lo más probable es que su familia esté en Gaza, según las señales de sus teléfonos móviles.

Los familiares afectados como Maayan montaron una organización para unirse y tratar de ayudarse unos a otros en lo que pudieran. Ahora están visitando otros países para contar sus historias, y este miércoles y jueves se encuentran en Madrid. Y a pesar de los muchos compromisos que tienen programados, El Independiente ha podido hablar con Maayan cara a cara. "Yo no puedo entrar en Gaza y sacar a mi familia, pero puedo hablar de ello a cualquier persona que me escuche", explica ella misma con una camiseta puesta donde se ven fotos de sus familiares con el lema "¡Traedlos a casa ahora!".

Esa espera, unida a la falta de información, es lo que les está manteniendo en vilo. "Han pasado 19 días y no tenemos ninguna noticia más. Ni vídeos, ni fotos, ni nada. Hemos buscado en el Telegram de Hamás, pero no hemos encontrado nada. No sabemos donde están ni cómo están. Lo que hizo Hamás es un crimen de guerra. Civiles, bebés, gente mayor que no le hizo nada a nadie... Pero ya que lo hicieron, por lo menos espero que les estén tratando bien", relata Maayan.

Según explica, su madre y su pareja no son jóvenes, y necesitan medicamentos. Y aunque le han mandado un listado con todos ellos a la Cruz Roja, no saben si los van a recibir. De hecho, no saben nada. Ni siquiera si pudieron ponerse unos zapatos antes de irse, ni si se estarán duchando o comiendo y durmiendo bien. Lo que sí sabe Maayan es que su madre cumple años dentro de dos semanas. Y que le gustaría celebrarlo con ella.

Los rehenes, presos en Gaza bajo los bombardeos

La invasión terrestre en Gaza que Israel, parecía, estaba cocinando no ha dejado de retrasarse. Y aunque no se sabe con certeza por qué, algunos expertos señalan que la causa podría estar en que el Estado hebreo quiere liberar a más rehenes antes de entrar en la Franja. Porque ese movimiento supondría elevar el tono del conflicto de manera irreversible.

Cuestionada sobre esto, Maayan afirma que no está en posición de decirle al Gobierno israelí cómo debe actuar. Pero lamenta que Hamás haya tomado presos a sus familiares, que son "humanistas" y siempre han defendido que Israel debe estar en paz con los palestinos. Y a la vez, se muestra preocupada de que los continuos bombardeos israelíes sobre la Franja puedan ser peligrosos para los rehenes: "Pienso en mi madre con todas esas bombas... Y me da miedo decirlo, pero se pueden equivocar y matar a mi familia sin querer, porque no saben donde están".

Pero ella defiende que este conflicto debe resolverse de otra manera. "Soy una persona de paz. En Gaza también hay civiles que no hicieron nada. Hamás es una organización terrorista, y mucha gente allí no está a favor de lo que han hecho. Y en Israel pasa lo mismo", asegura. Y añade: "Ojalá pudiéramos hablarlo entre civiles. Los gobiernos hacen las guerras y los civiles las sufrimos. Espero que todo termine porque en las guerras nadie gana, solo hay gente que pierde".

En los últimos días Hamás ha comenzado a liberar a algunos rehenes. Todavía son muy pocos, pero esto ha conseguido llenar de esperanza a los familiares de los que todavía siguen secuestrados. No sólo porque los hayan soltado, sino también porque han asegurado que Hamás les trató bien en todo momento. Maayan explica que ellos se han enterado de estas liberaciones a la vez que el resto del mundo. Es decir, por las noticias. Y afirma que teme que, si en algún momento liberan a sus familiares, lo sabrá antes por los medios o incluso por Hamás que por el Gobierno de Israel.

La inseguridad en Israel

La familia de Maayan llegó al kibutz Nir Yitzhak en 1982 desde Buenos Aires, por eso todos tienen también la nacionalidad argentina. Ella cuenta que nació en el kibutz, y que recuerda el lugar con mucho cariño, aunque ya no vive allí. Explica que es un sitio muy tranquilo y plagado de vegetación, donde se puede escuchar el canto de los pájaros y sus 400 habitantes se conocen entre sí. Y, aunque asegura que es "extraño" decirlo ahora, recuerda que de pequeña tenía una gran sensación de seguridad mientras vivía allí.

Lo que hizo Hamás fue un crimen de guerra. Pero espero que por lo menos estén tratando bien a los rehenes

Maayan Sigal Koren

"Hace 15 años todo esto cambió, porque las alarmas por misiles empezaron a ser habituales en el kibutz. Pero nadie pensó que podría pasar esto. Entraron 30 terroristas de Hamás, que secuestraron a ocho personas y mataron a otras cuatro. Pero todos eran miembros de seguridad, menos mi familia, que fue la única que se llevaron de las 20 casas en las que entraron. Y no se por qué. Intentaron llevarse a otra familia también, pero pasó algo raro porque estaban heridos y les dejaron volverse a casa", detalla Maayan.

La preocupación no se esfumará ni siquiera si los rehenes son liberados. Porque ahora saben que las casas donde viven no son un lugar seguro. Ni siquiera los refugios antimisiles que casi todas tienen en los kibutz cercanos a la Franja. Así que no saben a dónde podrían trasladarse si Hamás accediera a soltarlos, porque seguramente en Israel no haya ahora mismo ningún sitio donde sepan a ciencia cierta que van a estar a salvo.

Mientras esperan noticias, Maayan tiene contacto diario con el Ejército israelí. Y ha podido incluso conservar por videollamada con el presidente de argentina, Alberto Fernández. "Escuchó nuestra historia y nos dijo que va a hacer todo lo que pueda para ayudarnos. Y eso es lo que pido de todos los países democráticos, porque la presión que puedan hacer es importante. En Israel nada es como antes. Así que pido por favor que nos ayuden", concluye.