"Estamos en estado de guerra y no podemos ceder ante estos terroristas". Fueron las primeras palabras del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, tras una oleada de acciones violentas llevadas a cabo por bandas del crimen organizado ligadas al narco. Ha declarado el primer estado de excepción y ha firmado un decreto que autoriza al Ejército a "ejecutar operaciones militares para neutralizar" a los más de 20 grupos narcoterroristas que están detrás del último estallido de violencia. Ha reconocido un "conflicto armado interno".

En el primer balance de las Fuerzas Armadas, el jefe del Comando Conjunto, Jaime Vela, informó de que cinco terroristas habían sido abatidos y se había arrestado a otros 329, en las primeras 24 horas de actos violentos en todo el país. Los detenidos pertenecen a las bandas Trigerones, Lobos y Choneros. Estos grupos y otros más fueron declarados terroristas y entes no estatales beligerantes, según el decreto 111. Las fuerzas del orden han decomisado 61 armas de diferentes calibres, 418 municiones y 24 explosivos. Veintiocho reos han sido recapturados y se ha liberado a 41 rehenes.

La crisis se inició con la fuga de la cárcel de Guayaquil de Adolfo Macías, alias Fito, líder de la banda conocida como Los Choneros, relacionada con el mexicano Cártel de Sinaloa. El criminal más peligroso de Ecuador cumplía una condena de 34 años por delincuencia organizada, narcotráfico y asesinato.

De Los Choneros supimos por las declaraciones de Fernando Villavicencio, el candidato presidencial asesinado en agosto. "Si yo sigo mencionando a Fito y a Los Choneros me van a quebrar", dijo Villavicencio, que se había empeñado en la lucha contra las organizaciones criminales.

El asesinato de Don Villa, como le solían llamar, conmocionó a los ecuatorianos el pasado verano y dejó ver al mundo entero cómo el país se estaba deslizando hacia el abismo. Por este crimen detuvieron a seis colombianos vinculados a la delincuencia, pero que habrían actuado al servicio de los autores intelectuales. En octubre todos aparecieron muertos aún estando entre rejas.

Esta fuga fue secundada por motines en seis prisiones del país y secuestros de funcionarios. También huyó Fabricio Colón Pico, conocido como Capitán Pico, uno de los mandamases de la banda de Los Lobos, vinculado al mexicano Cártel Jalisco Nueva Generación. Estaba acusado de un secuestro y de amenazas contra la fiscal general, Diana Salazar. Este miércoles ha sido recapturado.

Los Lobos trabajan con el Cartel Jalisco Nueva Generación y desde 2020, cuando murió Jorge Luis Zambrano o Rasquiña, líder de Los Choneros, se separaron de ellos. Tanto los Lobos como Los Choneros han participado en varias masacres carcelarias, que solo en 2021 se cobraron 315 muertos. El hito más importante ese año fue la masacre de febrero en tres centros simultáneos. Hubo 80 muertos en una sola jornada. 

Lo que vivimos es una muestra de que las cosas deben cambiar en el país y de que las leyes que tenemos no son suficientes para vivir en paz"

daniel noboa, presidente de ecuador

Noboa interpreta esta revuelta como una contestación violenta a las reformas que pretende imponer para frenar la inseguridad en un país que se ha convertido en uno de los más violentos del mundo. "Lo que vivimos es una muestra de que las cosas deben cambiar en el país y que las leyes que tenemos no son suficientes para vivir en paz", dijo Noboa, que ahora tiene 36 años, que fue elegido presidente tras vencer en las elecciones presidenciales del 15 de octubre. Esas elecciones se celebraron bajo estado de excepción por el asesinato de Don Villa.

El liberal Noboa es hijo de Álvaro Noboa, uno de los hombres más ricos del país y logró imponerse a la correísta Luisa González. "Los invito a todos a trabajar en conjunto para acabar con el enemigo en común: la violencia y la miseria", dijo en su investidura Noboa.

En Quito, Esmeraldas o Cuenca, el estado de excepción no calmó la situación en principio. Hubo explosiones, secuestros de policías y revueltas. En Guayaquil se sufrieron los sucesos más graves: al menos diez personas murieron en la ciudad más grande de Ecuador. Un grupo armado asaltó un plató de TC Televisión, retuvo a los trabajadores y también se hizo con el control de cinco hospitales.

La policía recuperó el control del canal de televisión y detuvo a 13 personas, pero Guayaquil se convirtió en una ciudad desierta tras una serie de atracos y tiroteos. Incluso se difundió el rumor de que habían envenenado el agua.

El gobierno hace un diagnóstico de crimen común pero son organizaciones criminales más grandes que diversifican sus líneas de negocio"

francisco sánchez, director del i. de iberoamérica

El detonante de esta violencia ha sido el paquete de reformas con el que el gobierno pretende aumentar la presión recurriendo al Ejército. "El gobierno hace un diagnóstico de crimen común y delincuencia pero son organizaciones criminales más grandes que diversifican sus líneas de negocio. Con esas medidas se ataca la epidermis del problema. La represión ya se ha visto que no consigue el efecto deseado", apunta Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica.

En las prisiones la situación es escalofriante en Ecuador desde el motín de 2021 en la Penitenciaría del Litoral, donde 79 presos acabaron decapitados. En las calles los ecuatorianos también conviven con unos niveles de violencia que antes se asociaban a otras latitudes. Al final del mandato de Rafael Correa la tasa de homicidios rondaba el 5,78, mientras que ahora ronda los 40 asesinatos por 100.000 habitantes.

Guayaquil, puerto clave

En Ecuador las organizaciones criminales empezaron imponiendo su ley en las cárceles a la vez que avanzaban por las provincias costeras. Guayaquil es el puerto clave para las rutas internacionales de la droga que parten de la selva colombiana y llegan a Europa y EEUU. El objetivo de las grupos criminales ecuatorianos es hacerse con el control de la ciudad más poblada del país. Las bandas ecuatorianas están vinculadas a las mexicanas.

De alguna manera, los problemas que vemos hoy en Ecuador recuerdan a los de Colombia en los años 80 y los 90, cuando los narcos controlaron zonas del país y se infiltraron en las instituciones.

"El problema de Ecuador tiene que ver con la diversidad de actores que aparecen. Al desaparecer las FARC como gran distribuidor aparecen los subdistribuidores. Venden dentro del país, reclutan, se vinculan a organizaciones mexicanas que entran en el tráfico de migrantes, en la producción ilegal de oro... No son mafias locales, sino que forman parte de organizaciones internacionales criminales muy bien alimentadas por el cash flow que obtienen de la cocaína", explica Francisco Sánchez.

Comenta que la dificultad en Ecuador es apresar a estos criminales porque cuentan con cómplices y extorsionados en la población. "No son pandilleros como los miembros de las maras en El Salvador. A ello se suma que el lavado de dinero financia bancos, por ejemplo", señala Sánchez.

Un apunte es especialmente significativo: 8,7 toneladas de clorhidrato de cocaína recientemente incautadas en Bolivia suponen 20 millones de dólares en origen, según ha publicado Infobae. Sin embargo, si llegan al mercado europeo, van a aportar a los mercaderes unos 526 millones. "Son organizaciones criminales transnacionales. Y la base del negocio supone entre el 20% y el 30% de la economía de América Latina", apunta.

En Ecuador se dan las condiciones sociales idóneas para que prospere el narcotráfico: "Es un país con alta desigualdad, pocas oportunidades de empleo, mucha marginalidad y mucho patriarcalismo", explica Sánchez, de origen ecuatoriano.  

A su juicio, lo fundamental del problema es que "no es una cuestión marginal y de marginales, ya que el consumidor de cocaína está en Europa y en EEUU, y es un cliente fijo que puede pagarse un vicio caro". Y concluye: "Es un problema global. Es una herida y el punto de inflexión es Ecuador. La solución pasa por reducir las ganancias y solo se conseguiría legalizando ".