"China es un país infinito de extraordinaria historia y cultura. Y no lo conocemos apenas". Rafael Dezcallar (Palma, 1955), embajador del Reino de España en China entre 2018 y 2024, ha querido aportar sus conocimientos y experiencia en su último libro, El ascenso de China (Editorial Destino), para acercar más al público español cómo es en realidad la potencia asiática. El objetivo del diplomático es mostrar las claves del cambio experimentado por un país inmenso que ha pasado, en apenas cuatro décadas, de la pobreza generalizada a suponer el 17% del PIB global. Es la superpotencia que se ha plantado ante la guerra comercial de Donald Trump, una guerra que si no deriva en negociaciones "solo tendrá perdedores", a juicio de Dezcallar.
Pregunta.- ¿Cómo fue su experiencia como embajador en China? ¿Tiene España especial relevancia para China?
Respuesta.- Tengo muchísimos recuerdos. Me sentí muy afortunado de poder estar en China todos esos años, a pesar del Covid, que fue muy duro y difícil. Vi cómo China cambiaba y cómo cambiaba el mundo a través de China. Por eso escribí el libro: quería compartir lo que había aprendido. También lo hice porque en España, y en general en Occidente, hay un gran desconocimiento sobre China y no nos podemos permitir el lujo de seguir ignorando a este gran país.
P.- Da la sensación de que los chinos nos conocen mejor que nosotros a ellos.
R.- Así es. Han hecho un esfuerzo grande en educación. Promueven el conocimiento del exterior. Y China es una gran potencia, y como tal, trata de conocer el mundo lo mejor que puede.
Es importante tener los canales abiertos con China. Es una gran potencia"
P.- Hablamos apenas unas horas después de que Pedro Sánchez se reuniera con Xi Jinping en Pekín. En el contexto actual, ¿es un acierto o un error la visita del presidente del gobierno español a China? ¿Hay unas relaciones especialmente buenas con España?
R.- España y China siempre han tenido una buena comunicación política. Era embajador cuando estuvo el presidente del gobierno en 2023 y fue un buen viaje. Entonces se plantearon todo tipo de cuestiones políticas y económicas, algunas complicadas. Tratamos de la necesidad de apertura del mercado chino, como ha hecho en este viaje. Es importante tener los canales abiertos con China. Es una gran potencia. Interesa siempre, tanto a España como a la Unión Europea, mantener estos canales, pero sobre todo en momentos difíciles como el que vivimos ahora.
P.- Ha llegado el momento del pulso entre Estados Unidos y China. No sé si ha cometido un error de cálculo Donald Trump al desafiar a China con esos aranceles iniciales del 34% que luego ha ido elevando cuando Xi Jinping ha replicado elevando la apuesta. ¿Cree que China ha interpretado que era el momento de demostrar su poder?
R.- Sobre todo, China ha pensado que no podía de ninguna forma ceder a las presiones de Trump y que si Trump presionaba tan abiertamente tenía que plantar cara. China no podía dejar de hacerlo. Se ha sentido obligada a elevar sus aranceles como respuesta. Estoy convencido de que a China le interesa la negociación. Depende mucho de las exportaciones, tiene un superávit gigantesco, y hay muchas empresas chinas implicadas en el mercado americano. Pero a EEUU también le interesa negociar. Apple fabrica dos tercios de sus dispositivos en China y la misma Tesla tiene allí una empresa gigantesca. Según las encuestas de la Cámara de Comercio de EEUU en China, cada vez menos empresas tecnológicas quieren establecerse en China, pero las que están ya allí no quieren irse. Son miles y ganan muchísimo dinero en China. Las dos partes pueden perder mucho con los aranceles y ganar mucho si negocian y encuentran una solución. Estoy convencido de que China sí quiere esa vía. Espero que también Estados Unidos.
P.- ¿Qué papel puede jugar la UE?
R.- La Unión Europea podría predicar con el ejemplo. Si consigue llegar a acuerdos con EEUU y con China, sería un ejemplo de lo que han de hacer.
China tiene muchos factores a su favor que pueden llevar a EEUU a negociar"
P.- ¿Cuál puede ser la estrategia de China? ¿Qué armas tiene para llevar a Trump a la mesa de negociación?
R.- En primer lugar, la imbricación de ambas economías. En segundo lugar, China tiene casi el monopolio de las tierras raras de las que dependen las industrias de alta tecnología. En tercer lugar, detenta un enorme porcentaje de la deuda publica norteamericana y la caída de los bonos ha sido uno de los factores del camino de Trump. Estos aranceles van a provocar problemas gravísimos en la economia de EEUU. Habrá aumento de precios, inflación, pérdida de competitividad, riesgo de recesión y la población ya está viendo cómo sus inversiones en Bolsa se están hundiendo. China tiene muchos factores a su favor y pueden forzar a la Administración de EEUU a negociar.
P.- Si siguen enfrentados, no va a ganar ninguno de los dos.
R.- Ninguno. Hay que tener las cosas muy claras. Hay decisiones que son correctas y decisiones que no lleva a ningún sitio. Lo que pasa ahora es un peligro para EEUU, para China y para el conjunto del mundo.
P.- ¿Cuál es el talón de Aquiles de China?
R.- Hay varios. Por ejemplo, la dependencia de las exportaciones, no solo de EEUU sino de otros mercados, que van a comprar menos productos chinos porque se verán afectados por la guerra comercial global. También su dependencia de sectores como el tecnológico en los que ha habido medidas restrictivas que difícilmente van a cambiarse porque la tecnología es un factor fundamental de poder y avance económico y desarrollo militar. Al debilitarse la confianza entre EEUU y China, lo primero afectado son las exportaciones de tecnología de EEUU a China. Ahí China depende de los semiconductores, vitales en la industria actual. Tiene puntos de vulnerabilidad.
P.- ¿Puede esta guerra comercial convencer a Xi de que es el momento de anexionarse Taiwán? O al contrario, ¿pueden acercarse por el tema de los aranceles como ha pasado con Japón, Corea del Sur y Taiwán?
R.- En el plano comercial China hará lo posible por encontrar puntos de entendimiento con estos países. Pero la cuestión de Taiwán es distinta. Lo considera parte de su territorio nacional. La clave es política y militar. Dependerá de cómo perciba China que evoluciona la situación de fuerza con EEUU. Pero yo creo que China no es un país proclive a provocar invasiones o disrupciones. Sería una operación de alto riesgo y el Partido Comunista Chino tiene tendencia a asumir pocos riesgos en su política exterior. No veo a China invadiendo Taiwán a corto plazo, salvo que se crucen sus propias líneas rojas como que Taiwán declare la independencia o que EEUU empuje a Taiwán en esa línea.
China lo que quiere es no ser dominada por EEUU. Eso significa cambiar el orden internacional"
P.- ¿Qué tipo de potencia quiere ser China? No aspira a tener un imperio, pero sí que su penetración en las economías de muchos países es llamativa y va a más, sobre todo en América Latina o en África.
R.- China lo que quiere es no ser dominada por EEUU. Es su objetivo fundamental. Eso significa cambiar el orden internacional y ser tan fuerte como EEUU. Si es así, los demás sufriremos las consecuencias. Esa fuerza no la manifestará con invasiones sino con influencia política, económica, ideológica. Hay una cuestión complicada en este plano ideológico que tiene que ver con el interés de China en negar que existan valores universales, pero si es así no vale la Carta de Naciones Unidas. Así se erigiría un sistema internacional sin normas en el que prevalecería la ley del más fuerte. En Europa creemos en los derechos humanos. China debería mirar de otra manera los derechos humanos. Son una forma de crear barreras para evitar los abusos de los fuertes sobre los débiles y eso no le interesa a nadie, ni a Europa ni a China. Debería cambiar su visión.
P.- Imagino que usted ha hablado con altos funcionarios chinos sobre esta cuestión. ¿Cuál ha sido su respuesta?
R.- Como ha habido tantas críticas de Occidente sobre los derechos humanos, siempre desconfían. Lo que digo muchos lo entienden pero puede entrar en contradicción con los intereses del partido y en China siempre prevalece el Partido Comunista.
P.- ¿De qué forma el Partido Comunista consigue que la mayor parte de la población esté satisfecha con el sistema político, tan diferente del nuestro?
R.- Lo primero es la prosperidad. La población sabe cómo vivían sus abuelos y cómo viven ahora y lo atribuye a las políticas económicas acertadas del partido. También la estabilidad. China procedía de una historia de décadas de inestabilidad muy seria y aprecian la estabilidad que ha dado el partido al país. Hay un fuerte sentimiento nacionalista y para el partido es muy fácil presentar algunos problemas como consecuencia de la presión exterior de los adversarios de China. A su vez, China nunca ha tenido un régimen democrático y procede una ética confuciana en la que los intereses de la comunidad pasan por delante de los intereses del individuo. Y no nos olvidemos que existe la represión contra cualquier disidencia. Es llamativo el síndrome de la infalibilidad del partido que hace imposible la más mínima crítica.
El apoyo de China a Rusia ha tenido un coste alto en la relación entre China y Europa"
P.- Tras décadas en las que China se concentró en sí misma, ahora con Xi Jinping asume un rol internacional relevante. ¿Qué le parece el papel desempeñado por China en la guerra de Ucrania?
R.- Era el país que tenía más capacidad de influencia sobre Rusia para convencerla de que estaba haciendo era inaceptable. Y China ha interpretado su posición en función de sus intereses frente a Estados Unidos. No le interesaba que Rusia perdiera la guerra para que su principal aliado frente a EEUU no quedara debilitado. Esa posición le ha conllevado problemas con Europa. Y China siempre proclama su interés por Europa y asegura que quiere fortalecerla, pero al mismo tiempo ayuda al país que pone en peligro el sistema político y de seguridad que Europa ha tenido los últimos 80 años. El apoyo de China a Rusia ha tenido un coste alto en la relación entre China y Europa.
P.- ¿Es el momento de resetear la relación entre China y la Unión Europea?
R.- Europa y China tienen interés en mantener una buena relación comercial porque los dos son gigantes comerciales. Hasta ahora se ha desarrollado de forma desequilibrada. El mercado chino es mucho más cerrado a las empresas europeas que al contrario. Ese desequilibrio se ve en el caso de España y no se debe a que estas empresas no sean competitivas, sino a factores como la poca apertura, la falta de transparencia de los contratos... Solía decir a mis amigos chinos que lo que queremos es que las empresas españolas tengan las mismas condiciones que tienen las chinas en España. Por ejemplo, ellos pueden invertir en puertos en España (Barcelona o Valencia) pero ninguna empresa extranjera puede hacerlo en China.
P.- ¿Cómo hay que tratar con China? ¿Hemos de temer a China o amar a China?
R.- Ni que temer ni que amar. Hay que hacer bien las cosas. Hay que conocer a China. Saber cómo funciona y cuáles son su puntos fuertes. Saber cuáles son sus puntos fuertes. También hemos de fortalecernos internamente para tener una posición más sólida a la hora de negociar con China. Por ejemplo, movilizar los recursos del mercado único europea como proponen Letta y Draghi en sus informes. No estamos en la batalla de la Inteligencia Artificial y eso es incomprensible. Hay que eliminar barreras a la competencia y propiciar la aparición de empresas más grandes capaces de competir con las chinas y las estadounidenses. Con China podemos trabajar pero hemos de consolidar nuestra posición.
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