El arranque de Friedrich Merz como canciller este martes ha estado precedido por una medida sin precedentes en Alemania. La Oficina de Protección de la Constitución (BfV), o contrainteligencia alemana, declaró el 2 de mayo "caso seguro de extremismo de derecha" al partido Alternativa para Alemania (AfD). AfD logró el 20,8% de los votos en las elecciones legislativas del 23 de febrero y es el mayor partido de la oposición en el Bundestag.
El informe que justifica la decisión tiene más de 1.000 páginas, algunas de las cuales no son públicas, pero el mensaje está claro la ideología de la AfD es incompatible con el "orden político democrático libre". Incide en que no respete la dignidad humana por la forma en que considera a los inmigrantes procedentes de países musulmanes. El artículo 1 de la Ley Fundamental considera que la dignidad humana stá sujeta a la protección de "todo el poder del Estado".
AfD defiende la "remigración", en teoría de inmigrantes sin papeles, pero muchos de sus dirigentes plantean que se vaya de Alemania también los que llevan años viviendo, o incluso los allí nacidos de origen turco.
Las juventudes de AfD ya eran consideradas "extremistas" por la Oficina de Protección de la Constitución y el partido "sospechoso de extremismo". Esta calificación permite a los servicios de contraespionaje tener aún más bajo la lupa tanto a los dirigentes como a los militantes de este partido. Sus teléfonos pueden ser pinchados, por ejemplo. Y es posible que no puedan integrarse en la policía. AfD considera la decisió motivada políticamente y la ha recurrido.
Críticas de Marco Rubio
El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, criticó la decisión de la Oficina de Protección de la Constitución. "Alemania da poderes a una agencia de espionaje a vigilar a la oposición. Esto no es democracia, es una tiranía disfrazada", escribió Rubio en X.
La contestación del Ministerio alemán de Exteriores fue contundente: "Esto es democracia. La decisión es el resultado de una investigación independiente muy concienzuda para proteger nuestra Constitución y el Estado de derecho. Los tribunales independientes tendrán la última palabra. Hemos aprendido de nuestra historia que debemos parar el extremismo de derechas".
Antes de las elecciones, el vicepresidente de EEUU, JD Vance, intervino en la Conferencia de Múnich con una defensa de los pactos con Alternativa para Alemania que fue contestada por el canciller Scholz. Durante la campaña Elon Musk, asesor de Donald Trump, tomó parte en favor de Alice Weidel, líder de AfD, y dejó claro que solo se salvaría Alemania si ganaba AfD el 23 de febrero.
Sin cambios en el Bundestag
De momento, la decisión no tiene mayores consecuencias en el Bundestag, si bien aleja aún más sus opciones de formar parte de comisiones. Tradicionalmente el partido de la oposición está al frente de la comisión de Presupuestos, pero al ser calificados como "extremistas" sus opciones se reducen.
Tanto los presidentes de comisión como los vicepresidentes del Bundestag requieren una mayoría de votos en la comisión o el pleno para su elección. Son decisiones individuales de los diputados.
Como indica Dominic Hebestreit, de la ARD, "formalmente, nada cambiará para la AfD en el Bundestag. Los procedimientos parlamentarios siguen siendo los mismos. Tratar con el partido de extrema derecha asegurado es más bien una cuestión política a la que deben responder los grupos parlamentarios".
Hasta ahora todos los partidos ya habían dado de lado a AfD. La Unión (CDU y CSU), vencedora en las elecciones, en lugar de pactar con los nacionalpopulistas, ha firmado un acuerdo de gobierno con los socialdemócratas, que quedaron en tercer lugar con el peor resultado de su historia. El acuerdo se ha formalizado este lunes, último día de Olaf Scholz como canciller. El martes Friedrich Merz se someterá al voto en el Bundestag: cuenta con los diputados de CDU y CSU más los socialdemócratas. Suficiente para sumar la llamada mayoría del canciller.
El cordón sanitario (Brandmauer) sigue vigente, aunque algunos dirigentes de la CDU, como Jens Spahn, que será el jefe del grupo parlamentario, vayan mostrándose proclives a tratar con AfD como con cualquier otro partido. Sin embargo, el contraespionaje viene a decir que realmente no son un partido democrático.
Así lo cree también la experta en asuntos internos de la Unión Andrea Lindholz quien sostiene que el informe de la Oficina de Protección de la Constitución debería tener consecuencias. "Cada diputado de la AfD debe decidir ahora si se atiene a nuestro ordenamiento básico y abandona el partido o si quiere ser parte destacada de una organización extremista".
¿Ilegalización?
El paso que empiezan a plantearse algunos políticos es iniciar el procedimiento para ilegalizar AfD, un paso que conlleva enormes riesgos, dado que uno de cada cinco alemanes que votó el 23 de febrero lo hizo por este partido. En enero ya hubo un intento de prohibición desde el Bundestag pero no recibió suficientes apoyos. Ahora se ha revitalizado el debate.
Según una enmienda a la Ley Fundamental, de 2017, "a los partidos cuyos objetivos o el comportamiento de sus simpatizantes estén dirigidos a perjudicar o eliminar el orden básico democrático libre o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania" se les puede retirar la financiación estatal con dinero de los contribuyentes.
Sería un paso muy arriesgado. Ya se intentó ilegalizar en el pasado al NDP, un partido neonazi, pero sin éxito. El NDP era un partido de nicho, sin representación en el Bundestag. Alternativa para Alemania explotaría su condición de víctima y eso podría tener gravísimas consecuencias en unos tiempos tan inciertos como los actuales. El mejor antídoto contra AfD sería que Friedrich Merz se pusiera manos a la obra desde el primer minuto y Alemania recuperara su impulso.
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