Un aura de misterio rodea todo lo relacionado con el Vaticano. Desde la designación del Papa en una reunión secreta -el Cónclave- que celebran los cardenales en la Capilla Sixtina, a las finanzas que nutren las arcas del centro de poder de la organización más poderosa del planeta, la Iglesia Católica, que congrega a más de 1.200 millones de fieles.

La literatura y el cine han encontrado en ese secretismo una veta inagotable para argumentos y guiones más o menos cercanos a la realidad. El Banco Vaticano (o el Instituto para las Obras Religiosas, IOR) fue fundado en 1942 por el Papa Pío XII todavía con el fascista Benito Mussolini en el poder.

El escándalo que hizo aflorar a los medios de masas el papel y el poder del IOR fue la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982. El Banco Vaticano -presidido entonces por el cardenal Paul Marcinkus- era el principal accionista del Ambrosiano, que, a su vez, estaba presidido por Roberto Calvi, que fue bautizado como el banchiere de Dio (el banquero de Dios). El banco no pudo justificar la procedencia de 1.287 millones de dólares, según la investigación a la que fue sometido por el Banco de Italia. Al Ambrosiano se le acusó de financiar la Logia P2, de Licio Gelli, acusada de tramar u golpe de Estado en Italia. Se dice que la mafia utilizó al Ambrosiano para lavar una parte de los beneficios de sus negocios. Calvi fue condenado a prisión, pero logró huir a Reino Unido con pasaporte falso. En junio de 1982 apareció colgado del puente de Blackfriars en Londres. Su secretaria también se suicidó arrojándose por una ventana. Algunos aspectos del escándalo nunca llegaron a ser esclarecidos por la justicia. ¿Cómo una historia así no iba a despertar la curiosidad de guionistas y escritores?

Cardinal Angelo Becciu.
Cardinal Angelo Becciu, vicesecretario de Estado de Vaticano.

Ficción al margen, la realidad es que las finanzas vaticanas han atraído a gestores e inversores sin escrúpulos, engatusados por el oscurantismo de sus instituciones. Algunos ejemplos: en enero de 2022, el Tribunal de Apelaciones del Vaticano confirmó la condena del ex director general del IOR, Paolo Cipriani, a indemnizar con 40,5 millones de euros al Banco Vaticano por actividades ilegales llevadas a cabo durante 2013 y 2014. En julio de 2022, el Tribunal de Apelaciones condenó a 8 años y seis meses de cárcel al ex presidente del IOR, Angelo Caloia por malversación de 16 millones.

Hablamos de instituciones que ingresan cientos de millones. Mientras el IOR es transparente y está auditado, otras fuentes de ingresos siguen protegidas por el secreto

Más recientemente, el Promotor de Justicia (Fiscal) del Vaticano, Alessandro Didi, ha procesado al subsecretario de Estado del Vaticano, cardenal Becciu, por la compra en 2018 de un edificio de lujo en Sloane Street (Londres), operación que acarreó a las finanzas vaticanas unas pérdidas de 100 millones de euros. Giovanni Becciu saltó a las portadas de los informativos por su pretensión de participar en el Cónclave, contra la voluntad manifestada por el Papa Francisco. Al final, desistió. La resolución de su caso se espera para el mes de diciembre.

Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano.
Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano.

¿Cuáles son las fuentes de financiación del Vaticano? ¿Cómo se paga el gasto que acarrea el gasto de los funcionarios que trabajan en la ciudad estado, incluidos los 135 soldados de su Guardia Suiza?

Por una parte, el IOR, que aporta sólo una parte del dinero con el que se nutre el Vaticano, funciona como un banco comercial en lo que se refiere a su operativa. Cuenta con un capital de 700 millones de euros, unos depósitos de 5.400 millones y unos activos totales de 7.000 millones de euros. El beneficios registrado en 2024 fue de 32 millones de euros. El consejo decide qué parte se irá a dividendos, cuyo destino final depende exclusivamente del Papa.

Pero el IOR no es una sociedad anónima, como un banco, sino una fundación de derecho canónico. Sus clientes son exclusivamente los arzobispados, las órdenes religiosas, los dicasterios y el personal laico que trabaja en el Vaticano. Una de sus funciones es la de transferir pagos -vía valija diplomática- a países con regímenes comunistas como Cuba. La junta de accionistas la forman nueve cardenales -el filipino Luis Antonio Tagle entre ellos- y la preside el arzobispo de Viena Christoph Schönborn. El español Javier Marín (Singular Bank) es vicepresidente de la entidad y responsable de la Comisión de Auditoría. Su director general es Gian Franco Mammí. Al IOR no lo supervisa el Banco Central Europeo, sino la Autoridad Superior de Inteligencia Financiera (ASIF), una institución vaticana que preside Carmelo Bargallo, que le fue propuesto al Papa Francisco por el ex presidente del BCE Mario Draghi.

El IOR hace públicas sus cuentas desde hace años y la intención de sus nuevos gestores, tras la llegada de Francisco, fue la de limpiar todo lo que estaba podrido dentro y que sólo buscaba un escondite. Al no estar supervisado por ninguna autoridad fuera del Vaticano, el IOR llegó a convertirse en refugio del dinero negro. La labor de limpieza, sin embargo, es constante. Durante el año pasado la ASIF remitió once casos a la Oficina del Promotor de la Justicia por sospechas de lavado de dinero.

El IOR tiene unos activos importantes, pero no es la principal fuente de ingresos del Estado Vaticano. Las vías más importantes son tres:

-Los ingresos de los museos vaticanos.

-Las rentas de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA).

-Las donaciones.

La facturación anual de los museos vaticanos -los más visitados del mundo- ronda los 150 millones de euros (una entrada normal cuesta 17 euros).

Las donaciones oscilan en torno a los 60 millones anuales.

Sin embargo, el gran secreto de las finanzas vaticanas sigue estando en APSA, que gestiona un patrimonio inmobiliario de unas 7.000 propiedades distribuidas por todo el mundo, muchas de ellas en alquiler. Una parte de esas rentas están invertidas en bonos y acciones. ¿A cuánto se elevan los ingresos de APSA? Se desconoce. Porque, a diferencia del IOR, sus cuentas ni son públicas ni están auditadas. Lo que sí se conoce es que su superávit en 2023 rondó los 46 millones de euros.

Actualmente, el presidente de APSA es el padre salesiano Giordano Piccinotti.

Para poner orden en las finanzas vaticanas, el Papa Francisco creó en 2014 la Secretaría de Estado para la Economía, al frente de la cual nombró al español Juan Antonio Guerrero, que renunció a su cargo en 2022. Desde esa fecha, ocupa su puesto el también español Máximo Caballero Ledo, que ya en 2024 tuvo la ocasión de llevar a una decena de funcionarios ante el Promotor de la Justicia del Vaticano acusados de malversación.

Estamos, pues, ante un estado cuyos ingresos fácilmente podrían superar los 400 millones de euros y unos beneficios que superan ampliamente los 100 millones de euros. Sin embargo, al igual que en el IOR sí se conocen sus número con precisión, en el conjunto del Vaticano no existe una consolidación de las cuentas.

El nuevo Papa, León XIV, tendrá que seguir en camino emprendido por su predecesor, levantando alfombras e introduciendo transparencia en la contabilidad de un estado con demasiadas reminiscencias renacentistas. Se dice que el diablo está en los detalles y las finanzas vaticanas han sufrido sus embates precisamente por haber estado demasiado tiempo protegidas por un trasnochado oscurantismo. El diablo se ha colado demasiadas veces por sus rendijas y los escándalos han oscurecido la misión de una Iglesia que predica en favor de la pobreza y a demasiadas veces ha pecado de ostentación.