Representa a esos judíos a menudo silenciados en los medios de comunicación, esa comunidad que no comulga con el rumbo de Israel ni el entramado de argumentos históricos que esgrimen sus defensores para tratar de eliminar cualquier crítica. Su obra está centrada en la oposición judía al sionismo, la doctrina política que domina la escena política de Israel. Yakov Rabkin es historiador especializado en las relaciones entre el judaísmo y el sionismo, un autor fundamental para diseccionar las diferencias entre ambas realidades.
“Los principios que animan al Estado de Israel no son tan diferentes de los principios políticos del Estado nazi: discriminación contra las minorías, la fuerza —que es un principio muy importante para Israel— y también una indiferencia a las críticas que vienen de afuera”, señala Rabkin en una entrevista con El Independiente. El historiador acaba de publicar en español Israel: violencia perpetua (Icaria editorial), un ensayo que profundiza en “el rechazo de la colonización sionista en nombre del judaísmo”. Elogiado por Edgar Morin, Shlomo Sand o Noam Chomsky, su obra -entre otros títulos, La amenaza interior. Historia de la oposición judía al sionismo- es un alegato contra la instrumentalización del judaísmo por la élite política israelí, en plena ofensiva en Gaza y con el supuesto incremento del antisemitismo que denuncia Tel Aviv.
P.- Usted desmonta que el judaísmo sea un bloque monolítico. ¿Cómo ha afectado el sionismo al judaísmo?
R.- El sionismo no transformó el judaísmo. Lo que pasó es que una gran parte de los judíos aceptaron sionismo como reemplazo del judaísmo. Para ser un buen judío, normalmente se considera a alguien que observa las reglas morales y rituales. Pero desde la llegada del sionismo, y no inmediatamente, desde los años 60 del siglo XX, empezó el sionismo a reemplazar el judaísmo en la mente de mucha gente. Para ellos, la lealtad a Israel es más importante que la observancia de las reglas morales. En otros términos, una ideología política reemplazó un compromiso moral y religioso.
En la cena del Pesaj, la Pascua judaica, la frase inicial de la celebración pone en relieve el contraste profundo entre judaísmo y sionismo: “Este es el pan de la pobreza que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto. Todo el que tenga hambre que venga y coma”. Mientras que la tradición judía enseña generosidad y beneficencia, Israel que pretende ser “Estado judío” mata de hambre a millones de mujeres y niños privándoles de alimentos, agua y medicinas.
P.- En plena operación militar israelí en Gaza, ¿cómo observa los acontecimientos un judío como usted?
R.- Son muchos los judíos que tienen horror de lo que hace Israel. Y no quieren de ninguna manera identificarse con eso. Los judíos ultraortodoxos lo hacen desde hace 120 años, diciendo que el judaísmo no tiene nada que ver con el sionismo. Y por eso protestan activamente. Otras personas, sobre todo, por ejemplo, jóvenes judíos en los Estados Unidos, viven su judaísmo independiente de Israel y de lo que hace Israel. Es un país lejano que no refleja sus valores políticos: una etnocracia basada en discriminación. Es importante distinguir el credo de una ideología política, que puede utilizar también motivos religiosos, como cualquier ideología política. Como en España, seguro que hay ideologías políticas de Franco, por ejemplo, que utilizaba el catolicismo. Pero son dos cosas distintas: una ideología política y el judaísmo. Para muchos judíos es un conflicto interno, que quieren apoyar a Israel y al mismo tiempo no pueden. Y hay otros, obviamente, que consideran lo que se dice en inglés “my country, right or wrong” que cualquier cosa que haga Israel, la voy a apoyar. Eso se llama, según yo, una idolatría del Estado, de cualquier Estado.
P.- ¿El judaísmo es hoy rehén del sionismo?
R.- Para muchas personas sí, y por eso es necesario publicar libros como el mío y otros, para que la gente pueda entender la distinción, la diferencia y la oposición entre sionismo y judaísmo. Judaísmo, repito, puede utilizarse para apoyar una ideología política, lo que hace, por ejemplo, el nacional judaísmo, una corriente en Israel y también en otras partes, que combina la observancia ritual de las reglas judaicas y el compromiso sionista absoluto. Son en realidad hoy la vanguardia de la colonización y de la crueldad que se exhibe en Gaza y en Cisjordania.
Israel es un vestigio del colonialismo occidental en el que la mayoría de los palestinos no tienen derechos políticos
P.- ¿Qué es Israel para usted?
R.- Es un país colonial formado con el apoyo de potencias imperiales como la Gran Bretaña y ahora apoyado por otras potencias excoloniales como Estados Unidos, Canadá y también por Alemania, por otras razones. Entonces, Israel amenaza a los judíos del mundo porque se dice representar a los judíos y que es un estado de todos los judíos del mundo y no de la gente que vive bajo el control israelí. La población que vive bajo el control israelí son mitad judíos, mitad son palestinos árabes. Es un vestigio del colonialismo occidental en el que la mayoría de los palestinos no tienen derechos políticos.
P.- Dice en el libro que al final todo se confunde. Entiendo que es parte del juego: las comunidades judías en el exterior, más allá de Israel, en muchos casos aparecen banderas israelíes. Hay una identificación con Israel por parte de algunos judíos…
R.- Exactamente. Y en realidad esta confusión alimenta al antisemitismo, porque para mucha gente es muy difícil distinguir. Entonces, van a criticar, aún atacar a los judíos en otros países en protesta contra lo que comete Israel en Gaza. Y eso hace un círculo vicioso, porque es lo que propone la propaganda de Israel, diciendo que el único lugar seguro para los judíos es Israel, lo que en realidad es completamente opuesto. No hay otro lugar en el mundo donde judíos se sienten con menos seguridad que en Israel. Pero esta confusión está mantenida por la propaganda israelí y por las organizaciones sionistas muy poderosas en varios países. Y hay que añadir que la mayor parte de los sionistas, la mayor parte de los que apoyan a Israel, no son judíos, son protestantes evangélicos y otros son partidos de extrema derecha. Hoy cualquier partido de extrema derecha en países occidentales apoyan a Israel, ya sea Milei en Argentina, Geert en Holanda, o Vox en España. Israel encarna todo lo que es colonialismo de asentamiento, la discriminación abierta contra las personas que no son exactamente blancas. Entonces, Israel está apoyado en gran parte, no por los judíos que están divididos sino por la gente de extrema derecha y una parte muy importante de protestantes evangélicos que son docenas de millones en el mundo.
P.- A los evangélicos les dedica especial atención en el libro…
R.- Son sionistas. La mayor parte de los sionistas de hoy son protestantes evangélicos. Hay muchísimos en América Latina, en Brasil, la gente de Bolsonaro, obviamente, la gente de Milei en Argentina, hasta en Corea del Sur. Las raíces religiosas del sionismo están también entre los protestantes del siglo XVII. El sionismo no emergió entre los judíos, sino entre protestantes que leen la Biblia de manera literal. Entonces, en contraste con los católicos que utilizan comentarios de la Iglesia, la traducción de la Biblia en alemán por Lutero fue una puerta abierta a la interpretación literal del texto. Y entonces, la gente de hoy, como los sionistas, leen el libro de Josué lleno de actos de crueldad y piensan que hay que hacer lo mismo hoy, y lo hacen en realidad en Gaza. Cuando Trump inauguró la embajada israelí en Jerusalén durante su primer mandato, los invitados de honor eran dos pastores protestantes, porque es su público, su apoyo electoral.
Mientras que la tradición judía enseña generosidad y beneficencia, Israel que pretende ser “Estado judío” mata de hambre a millones de mujeres y niños privándoles de alimentos, agua y medicinas
P.- En ambos casos se habla de mesianismo y de regreso a esa tierra de Israel…
R.- Exacto. Pero el protestantismo, por su interpretación literal de la Biblia, buscaba tierras prometidas también en otros lugares. Estoy utilizando el plural. América del Norte, para los primeros protestantes que llegaron, era tierra prometida. Por eso tienen nombres de ciudades hasta hoy en Estados Unidos que son bíblicas como Belén, Betania, Nazaret, porque para ellos era una tierra prometida. Tasmania, al sur de Australia, también era tierra prometida. Y se puede decir otras tierras prometidas, donde hubo colonialismo de asentamiento y como consecuencia casi inevitable, el genocidio.
P.- ¿El apoyo de Estados Unidos a Israel debe entenderse como la realidad de dos países que son dos proyectos coloniales de épocas distintas?
R.- Exacto. Y por eso también hay que entender las potencias, sobre todo las potencias como Gran Bretaña y Alemania, que también apoyan a Israel. El colonialismo de asentamiento siempre lleva al desplazamiento de la población indígena y si no alcanzan a desplazar, entonces hay que matar.
El colonialismo de asentamiento siempre lleva al desplazamiento de la población indígena y si no alcanzan a desplazar, entonces hay que matar
P.- ¿Qué mentiras del sionismo han sido aceptadas ampliamente en Occidente?
R.- Primera, que el Estado de Israel representa a todos los judíos y que es un estado refugio para todos los judíos. Esa es la primera mentira. Segunda mentira es que los palestinos, que fueron expulsados durante el establecimiento del Estado, huyeron porque empezó la guerra. En realidad, la eliminación de la población indígena de Palestina empezó antes del mayo de 1948, en el 47. Y la guerra, que empezó inmediatamente, fue consecuencia de la expulsión de los palestinos de sus hogares. Y tercera mentira: cualquier crítica de Israel constituye el antisemitismo. Y puesto que después de la Segunda Guerra Mundial, nadie quiere ser considerado como antisemita, eso impide una discusión racional de lo que es Israel y de lo que hace Israel. Y lo vemos en este sentido, en la culpabilidad que manipula Israel y que hizo de eso un arma, lo que se dice en inglés “weaponization of antisemitism”. Es un arma de la política exterior israelí, también es una mentira y ahora vemos la represión de toda crítica de Israel, sobre todo en Estados Unidos, en Gran Bretaña y Alemania. Son siempre los mismos países donde está prohibido criticar a Israel; donde la gente es llevada presa; y las universidades donde hubo protestas pierden fondos federales en Estados Unidos, pierden fondos de los donadores ricos. Y todo eso es la confusión que mantiene Israel entre crítica del sionismo y de Israel y antisemitismo.
La primera mentira de los sionistas es que el Estado de Israel representa a todos los judíos y que es un estado refugio para todos los judíos
P.- En el caso europeo llama realmente la atención que hoy los mayores socios de Israel sean partidos como Reagrupación Nacional en Francia, con el pasado del padre de Le Pen, claramente pronazi….
R.- La pregunta está basada sobre la asociación frecuente y errónea de Israel con los judíos. Y eso es un error desde el inicio, porque pensamos que alguien que está contra los judíos debería de estar contra Israel. Pero, en realidad, lo que vemos es que los antisemitas siempre apoyaron al proyecto sionista, por sus propias razones. Balfour, cuya declaración o cuya carta en 1917 prometió Palestina a los sionistas, era antisemita. Él impedía la llegada de los judíos a Gran Bretaña. Y en realidad, muchos antisemitas apoyaron el proyecto sionista porque querían deshacerse de los judíos en sus países. Optaron por que se fueran a Palestina. Y ese fue el grito antisemita al fin del siglo XIX. Entonces, no hay ninguna sorpresa en que los partidos con pasado antisemita, que tal vez moderaron un poco, apoyen a Israel. Siempre apoyaron a Israel. Theodor Herzl en su diario escribe: “Los antisemitas serán nuestros aliados más fieles”.
P.- ¿El sionismo se ha apropiado de la memoria del Holocausto?
R.- También hicieron un arma política de la memoria del genocidio. La exterminación de los judíos, gitanops y otros por los nazis en Europa fue uno de los genocidios que Alemania ha cometido en el siglo XX, porque también hubo genocidio en África del Sudoeste [actual Namibia], donde mataron a dos tribus indígenas. Cuando hicieron lo mismo en Europa, los países occidentales tampoco lo impidieron, nunca bombardearon las líneas de ferrocarril que llevaban a Auschwitz, a otros campos de exterminación.. Bombardearon ciudades civiles como Dresden, pero no a las líneas de ferrocarril que llevaban a los presos a la exterminación. Pero lo que pasa hoy, sobre todo en Alemania, es que confunden las víctimas judías del genocidio nazi con el Estado de Israel. El Estado de Israel recibió sumas gigantescas de Alemania como reparación por la matanza de los judíos. Mientras que en realidad los principios que animan al Estado de Israel no son tan diferentes de los principios políticos del Estado nazi: discriminación contra minorías, la fuerza —que es un principio muy importante para Israel— y también una indiferencia a las críticas que vienen de afuera. De cierta manera, lo que hace Israel en Gaza es una victoria de Hitler.
Los principios que animan a Israel no son tan diferentes a los del Estado nazi: discriminación contra minorías, la fuerza y una indiferencia a las críticas que vienen de afuera
P.- ¿Es lo que ocurre en Gaza hoy similar al Holocausto que sucedió en Europa a mitad del siglo XX?
R.- Yo utilicé la palabra genocidio, porque la palabra genocidio es genérica y se aplica a varios casos históricos. Mientras que el Holocausto presenta al genocidio de los judíos en Europa como algo único, como algo excepcional. No lo es. El problema es que se hicieron del Holocausto un evento excepcional, único del mundo, y entonces tratan a Israel como un caso excepcional. Mientras que la mayor parte de los pueblos del mundo, que no son europeos y muchos son excolonizados, ven la matanza de los judíos como otro caso de genocidio, cometido por las mismas potencias que mataron a los africanos en Kenia en los años 50, a los argelinos en Argelia, a indígenas en América del Norte y del Sur. Entonces, la visión de Israel, la visión de los genocidios europeos, es muy diferente en la parte del mundo que no es occidental.
P.- Hay una declaración de hace unas semanas de un político español que dijo textualmente: “Israel es un estado genocida. La única diferencia entre Gaza y Auschwitz es que el mundo está a tiempo de parar lo de Gaza”. ¿Coincide?
R.- No estoy de acuerdo en que sea la única diferencia. Hay otras diferencias. Los nazis escondían lo que estaban haciendo, mientras que Israel lo hace abiertamente. El propósito de los israelíes es deshacerse de los palestinos. Y también el proyecto de los nazis, antes de la exterminación, fue mandarlos a Madagascar o a otro lugar, deshacerse de los judíos, no matarlos. Entonces, es muy importante entender que la lógica del proyecto nazi es de exterminación, y la lógica del colonialismo de asentamiento es el desplazamiento, si es posible, y la exterminación si no es posible. Los israelíes quieren vaciar Gaza de sus habitantes. No están matando sistemáticamente como lo hacían los nazis. Están matando a bastante gente con la esperanza de que los otros tengan miedo y se vayan a otros países. En ese sentido, todavía no estamos al mismo nivel. Hay instrumentos hoy para matar a dos millones de personas. La tecnología lo permite, pero todavía no lo están haciendo.
P.- Dice en el libro que los israelíes se encuentran en un círculo vicioso, y habla de la inseguridad crónica. ¿Cómo se puede salir de este círculo vicioso?
R.- Si aceptamos que Israel es un proyecto de colonialismo de asentamiento, y que en el territorio que controla Israel hay más o menos mitad y mitad —los judíos y los no judíos—, una solución que no es inmediata, pero es un proyecto que puede realizarse, es otorgar derechos políticos a los que no los tienen ahora. En Gaza o Cisjordania, el control militar es israelí, la divisa es israelí, las fronteras están controladas por Israel. Entonces, aunque todavía estos territorios no pasaron por la anexión abierta, en realidad, Israel es un país que priva a una mitad de la población bajo su control de derechos políticos. Cuando reciban derechos políticos, como en Sudáfrica, por ejemplo, no se resolverán todos los problemas, porque queda mucha disparidad económica todavía y también mucho odio acumulado.
Los actos disparatados de Israel son parte de un proyecto mundial que oprime a los pobres, que oprime a los inmigrantes, que oprime a los no blancos
P.- ¿Significa que habría que desmantelar el actual Estado de Israel y crear uno en el que pudieran convivir judíos, musulmanes y cristianos?
R.- Así funciona por todo el mundo. Los blancos en África del Sur pensaban que los iban a matar todos en el momento que dieran derechos a los africanos negros. Y no pasó. Eso es siempre el horror de los colonizadores, porque por lo que ya han cometido, piensan que va a haber mucha venganza. Y a veces ha habido venganza, pero hay casos que nos demuestran que se puede descolonizar sin necesariamente crear más violencia. Sobre la idea de convivencia, no tengo nada que explicar a un periódico español lo que es convivencia. España tiene una historia de siglos de convivencia que lo prueba.
P.- Viendo hoy la geopolítica del mundo, ¿tiene alguna esperanza de que pueda resolverse?
R.- Mi esperanza está basada en esta experiencia histórica. La violencia más alta siempre caracteriza a los imperios en declive. Es lo que pasó con Francia, es lo que pasó con Gran Bretaña, es lo que está pasando con los Estados Unidos. Israel está llegando a un elevado grado de violencia contra palestinos y también de violencia interna. No hay que olvidar que la gente que cometen todo tipo de barbaridades en Gaza, regresa a sus casas. No pueden ser gente normal después de lo que han hecho y lo que han visto. Tengo esperanza de que algo va a pasar, no sé exactamente cómo. La gente que apoya a Israel no solamente son protestantes evangélicos o los partidos de ultraderecha, sino también la parte más rica de la sociedad. Y eso nos dice que hay un lazo orgánico entre la crisis del capitalismo —que estamos viviendo ahora, obviamente— y lo que hace Israel, y lo que se permite hacer a Israel. A menudo no vemos el bosque atrás de los árboles. Los actos disparatados de Israel son parte de un proyecto mundial que oprime a los pobres, que oprime a los inmigrantes, que oprime a los no blancos. Y entonces, esta sociedad —obviamente vemos con Trump— está en crisis. Como judío religioso, considero que existe la justicia divina. Pero eso no significa la pasividad fatalista. Al contrario, nos obliga a defender a los oprimidos y hacer todo para que triunfe la justicia y la dignidad humana.
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