Al menos diez inmigrantes han muerto mientras estaban bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) estadounidense en los últimos seis meses, desde que Trump accedió al cargo de presidente por segunda vez. La cifra ha disparado las alarmas de los grupos en defensa de los derechos de los inmigrantes, que ya habían denunciado las condiciones de insalubridad y hacinamiento de este tipo de centros, donde el Departamento de Seguridad Nacional de la Administración está constantemente sobrepasando la capacidad máxima en un intento de aumentar las detenciones hasta la cifra prometida por el presidente.
Dos de esas muertes han sido suicidios, en Arizona y Georgia. Durante la Administración del expresidente Joe Biden, siete personas murieron al año en custodia del ICE, lo que implica un repunte importante y que aún podría aumentar más en lo que queda de año. Los datos los facilita el propio Gobierno, que a través de la página web del ICE facilita los nombres, las fechas de fallecimiento y las fichas con el historial de inmigración y criminal de los muertos.
Con todo, el Departamento de Seguridad Nacional ha negado que esté manteniendo a los inmigrantes en malas condiciones y que se les esté negando hablar con abogados y familiares, como las asociaciones y congresistas que han visitado este tipo de instalaciones han denunciado.
La última muerte tuvo lugar la semana pasada, cuando un ciudadano canadiense falleció mientras estaba bajo la custodia del ICE en un centro de detención en Miami. Johnny Noviello, que tenía 49 años, había sido detenido el 15 de mayo. Llevaba viviendo en Estados Unidos desde 1988, donde entró con un visado temporal y en 1991 consiguió un permiso de residencia permanente. En 2023, fue condenado a un año de prisión por tráfico de drogas y extorsión en Florida.
Según el relato oficial, cuando Noviello fue encontrado desmayado, los agentes intentaron practicarle la reanimación cardiopulmonar, usaron un desfibrilador y llamaron al teléfono de emergencias 911. Pero no pudieron evitar que se convirtiese en la décima persona que ha muerto mientras estaba en manos del ICE, y con su fallecimiento, las condiciones de los centros de detención de Estados Unidos, han vuelto a estar en el punto de mira.
Abogados, asociaciones y congresistas han alertado de que los migrantes en diferentes centros de detención se quejan de que no pueden ni siquiera ducharse, de que duermen tirados en el suelo sin ningún tipo de colchón, y que no se les suministra medicamentos que necesitan para vivir como para la diabetes o la presión arterial. Aseguran que están hacinados durante días en habitaciones pensadas para que el detenido pase solo unas horas, que no les permiten mantener comunicación alguna con sus abogados o familiares, que la comida es poca y en ocasiones está podrida, y que la suciedad es extrema.
Marcelo Gomes, uno de los más de 25 detenidos por el ICE que ha entrevistado el New York Times, es un brasileño de 18 años que lleva desde los 7 viviendo en Estados Unidos sin permiso de residencia. Él ha contado que en los seis días que duró su detención en un centro de Massachussets no pudo ducharse ni cambiarse de ropa, que unos 40 hombres compartían un baño sin puertas y dormían directamente sobre el suelo de cemento, las cabezas de unos tocándose con los pies de otros, y tapados con mantas de aluminio.
En el centro de detención en Tacoma, en el estado de Washington, los agentes han asegurado estar tan sobrepasados que no les daba tiempo a sacar a los detenidos al patio ni a entregarles dinero que las familias les habían llevado para que pudiesen hablar por teléfono o comprar comida o productos de higiene personal.
Para los grupos en defensa de los derechos de los inmigrantes, este trágico empeoramiento de las condiciones tiene que ver con la presión de la Administración Trump para que los agentes detengan a más migrantes sin permisos de residencia cada día, independientemente de la capacidad para mantenerlos arrestados. El objetivo de la Casa Blanca desde mayo es detener al menos a 3.000 personas al día, después de que los medios resaltasen que Trump no estaba cumpliendo con su promesa de llevar a cabo la mayor deportación de la historia del país.
En total, el Gobierno tiene en su poder a más de 56.000 inmigrantes, aunque la capacidad máxima de los centros es de 41.000, según los últimos datos disponibles que ha recopilado el New York Times.
Pero, ¿por qué mantener durante días o semanas a inmigrantes en los centros de detención? El problema está en que solo algunos de los detenidos ya tienen órdenes de deportación pendientes, y por eso el resto deben elegir entre salir del país voluntariamente o esperar a un juicio al que tienen derecho, pero que puede llevar tiempo. Dependiendo de los tiempos que manejen, el ICE puede liberar a los detenidos bajo fianza, hasta que llegue su fecha de juicio, pero a menudo para eso también se necesita una vista judicial.
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