El ingeniero Tsutomu Yamaguchi fue el único hibakusha (persona bombardeada en japonés) que se reconoce oficialmente como superviviente de las bombas lanzadas en Hiroshima, el 6 de agosto, y en Nagasaki, tres días más tarde, de 1945. Tsumotu Yamaguchi, que falleció de cáncer en 2010, dedicó su vida al activismo contra las armas nucleares. Cada aniversario quedan menos testigos directos de la explosión de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre Japón. Ochenta años después, cada vez parece más lejano aquel infierno que se desató en las dos ciudades japonesas y que marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia. Ochenta años después, nos hemos olvidado de la devastación que sembraron el Enola Gay y los otros bombarderos. Ochenta años después, la carrera nuclear se acelera, y Donald Trump tiene mucho que ver: EEUU está dejando de actuar de paraguas nuclear para sus aliados y algunos no ven otra salida que hacerse con la bomba. 

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Además, las potencias nucleares (Rusia, EEUU, China, Francia, Reino Unido, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte) están aumentando y/o modernizando sus arsenales. Ha dejado de ser un tabú aludir al recurso a armas nucleares, como lleva haciendo Rusia desde que invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022.

En la última semana, el ex presidente ruso Dmitri Medvedev quiso sacar músculo frente a los ultimátum de Trump para que Rusia acepte sentarse a negociar y aludió a la mano muerta (activación de ataques nucleares). Trump respondió acercando dos submarinos nucleares a las costas rusas. Como suele ser su costumbre, el Kremlin dijo luego que en caso de guerra nuclear no habría ganadores. 

Ni los dirigentes de las superpotencias ni la opinión pública tiene presente el sufrimiento que vivieron los ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki. En enero la Asociación de Científicos Atómicos situó el reloj del fin del mundo a 89 segundos de la medianoche, en gran parte debido al riesgo de una hecatombe nuclear. 

"La mayoría de los expertos creen que el riesgo de uso nuclear está aumentando, y en algunos casos de forma drástica", afirma Joseph Cirincione, analista de seguridad nacional que lleva décadas trabajando en la no proliferación nuclear, en The Sunday Magazine de CBC Radio. "Los mismos factores que vimos en los años 50 y 60 y que alimentaron la carrera armamentística están volviendo a aparecer... y no contamos con la presión pública necesaria para contrarrestarlos", añade. 

Hoy en día, nueve países poseen armas nucleares. Cinco de ellos (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido) son signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968. Otros cuatro (Israel, India, Pakistán y Corea del Norte) obtuvieron armas nucleares más tarde. Sin embargo, nunca violaron el acuerdo de hace 57 años porque no eran signatarios del mismo.

En pocos años el número de países con armas atómicas podría duplicarse. Irán es uno de los que se cree que lleva más tiempo en esa carrera. En junio pasado, Israel, que aseguraba que el régimen de los ayatolás estaba cerca de contar con la bomba atómica bombardeó sus principales instalaciones y en una operación de sabotaje asesinó a varios científicos que trabajaban en su programa nuclear. EEUU, que ayudó a su aliado, sostiene que acabaron con sus avances. No hay confirmación independiente.

Las amenazas de Rusia y sus efectos en Europa

La guerra de Rusia, potencia nuclear, contra Ucrania entró en su cuarto año en febrero pasado. Es una guerra convencional, aunque está sirviendo de ensayo para tecnologías nunca antes probadas a esa escala como los drones. Ucrania renunció a su arsenal nuclear, heredado de la URSS, por el Memorándum de Budapest en 1994. Lograba garantías de seguridad de las cinco potencias nucleares a cambio de renunciar al tercer arsenal nuclear del mundo. Hay quienes sostienen que habría sido un elemento disuasorio para el Kremlin que hubiese conservado al menos una parte. 

Pero el imperialismo ruso, unido al aislacionismo de los Estados Unidos de Trump, ha llevado a que las potencias europeas vuelvan a plantearse cómo pueden verse protegidas por un paraguas nuclear. Es cuestión de tiempo que Rusia decida atacar a un aliado europeo, y nadie está seguro de que Trump actuara en defensa de un país báltico en caso de agresión rusa. Incluso el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, habla del riesgo entre tres y cinco años. Es el tiempo con el que cuentan los europeos para armarse y actualizar sus Fuerzas Armadas. 

Andrius Kubilius, comisario de Defensa y Espacio, daba a entender en una entrevista en Plus Minus que sería necesario un plan B nuclear para Europa. "Los estadounidenses dicen muy claramente que mantienen un paraguas nuclear sobre Europa y que los europeos deben ocuparse de la defensa convencional. Pero, por supuesto, en Bruselas somos conscientes de los debates que se están produciendo al respecto en los países de la Unión. Algunos expertos nos aconsejaron que incluyéramos también las armas nucleares en el Libro Blanco (sobre las tareas que le esperan a la UE para defenderse por sí misma). Sin embargo, consideramos que ahora es mejor centrarse en lo más urgente, es decir, en ponernos al día en materia de armamento convencional. En las siguientes etapas pasaremos a las siguientes cuestiones", afirmaba Kubilius. 

En la Unión Europea ya solo queda una potencia nuclear, Francia, tras la salida del Reino Unido con el Brexit. El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha mostrado dispuesto a que el arsenal nuclear proteja a los aliados europeos pero siempre la decisión se tomaría en el Elíseo.

Es lo que hace que incluso se hable de si Alemania debería contar con la bomba. Después de años de presupuestos limitados en Defensa, Alemania ha acabado con el freno de la deuda para aumentar su gasto en esta partida. El objetivo es contar con el mejor Ejército en Europa. Los europeos occidentales ahora dan la razón a polacos y bálticos que llevan años diciendo que era clave invertir en armamento para que Rusia no se atreva a intervenir en sus fronteras. Francia, Reino Unido y Alemania están creando un trío que podría también implicar colaboración en materia nuclear. 

Trump de momento asegura que mantendrá las tropas en Europa, pero con el presidente de EEUU no hay nada garantizado. Las concesiones sobre el presupuesto de defensa en la OTAN y con la política arancelaria tienen un objetivo geopolítico: se trata de ganar tiempo y así estar preparados para cuando realmente los estadounidenses se retiren. 

Corea del Sur, pendiente de las tropas de EEUU

En Asia, Corea del Sur está pendiente de una decisión clave del Pentágono sobre los 30.000 soldados estadounidenses estacionados en su territorio. Si Trump decidiera reducir el continente o eliminarlo, Seúl fabricaría su arma nuclear y lo haría en secreto, según una investigación de Ross Andersen publicada en The Atlantic. Tardaría un año en tener la bomba pero necesitaría una década en alcanzar a su vecino del norte. Japón, si viera a EEUU en retirada y sospechara del movimiento de Corea del Sur, también daría un paso adelante. 

Corea del Sur cuenta con el vecino más temible e imprevisible del planeta. Corea del Norte es un régimen hermético y militarizado que está volcado desde más de una década en construir su arsenal nuclear. Técnicamente las dos Coreas siguen en guerra; están separadas por la Zona Desmilitarizada, la frontera más fortificada del mundo.

Dos presidentes estadounidenses, Dwight Eisenhower y Ronald Reagan, obligaron en el pasado a Corea del Sur a abandonar el programa nuclear que ya había iniciado. El 70% de los habitantes del país cree que sin armas nucleares propias no estará seguro, ya que no se puede seguir confiando en Estados Unidos. Elbridge Colby, a quien Trump ha encargado la elaboración de la nueva doctrina estratégica de Estados Unidos, afirma abiertamente que, si Seúl decide adquirir armas nucleares, Estados Unidos no debería oponerse esta vez.

Kim Jong-un cuenta con un arsenal de unas 100 bombas nucleares. Es poco menos que el arsenal de Francia y Gran Bretaña (170 cada uno). Está desarrollando un arsenal de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) capaces de alcanzar América. El objetivo es que EEUU deje de lado a Corea del Sur. Y el aislacionismo de Trump juega a favor de la megalomanía de Kim. De hecho, en el primer mandato, Trump se vio con Kim y ha llegado a hablar de Corea del Norte como potencia nuclear, lo que es una forma de reconocer el peso geopolítico de Pyongyang.

Corea del Norte está además jugando sus cartas con Rusia. Ha facilitado a Putin gran cantidad de munición e incluso hay soldados norcoreanos en el frente ucraniano. A cambio Rusia estaría ayudado a Corea del Norte a desarrollar su tecnología nuclear.

De acuerdo con la investigación de Rosenberg, Japón, que aumentará el gasto en defensa entre 2022 y 2027, probablemente seguiría rápidamente los pasos de Seúl. siente la amenaza de Corea del Norte, Rusia y China. Los japoneses tardarían poco más de un mes en construir su propia bomba nuclear.

Sería devastador que Japón diera ese paso. Es el único país del mundo que ha sufrido los efectos de un ataque nuclear y por ello se conjuró para no tener ni albergar armas nucleares. Los hibakusha sentirían como si su sufrimiento no hubiera servido para alertar ni a su propio pueblo.

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