La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) guarda silencio. En la semana en la que los jóvenes de la Generación Z han incendiado las calles de Marruecos al grito de “Menos estadios y más hospitales y escuelas”, la organización que preside Rafael Louzán ha optado por el mutismo ante los acontecimientos del país vecino que afectan de lleno a la imagen del Mundial y el papel de Marruecos, que lleva meses tratando de liderar su organización, con la designación aún pendiente de los estadios que albergarán los partidos inaugural y final.

PUBLICIDAD

“No tenemos nada que decir; no vamos a entrar en este tema”. Con estas palabras, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha tratado de poner tierra de por medio con las protestas que en Marruecos denuncian el desorbitado gasto público en estadios de cara al Mundial de 2030. “Una vez que se produce la candidatura, aquí entra la FIFA. Las tres federaciones dejan lugar a FIFA. No vamos a entrar por el momento”, señalan a este diario fuentes de la federación.

La FIFA, organismo rector del fútbol mundial, no respondió a las reiteradas solicitudes de este periódico. Entretanto, en ciudades como Casablanca, Rabat o Tánger, las manifestaciones continúan. Miles de marroquíes han salido a las calles en la última semana para protestar contra los multimillonarios proyectos de modernización de estadios y la construcción de nuevas infraestructuras deportivas. Los manifestantes denuncian que estas inversiones contrastan con la precariedad de servicios básicos como sanidad, educación y vivienda.

"Menos estadios; más hospitales"

El malestar se ha intensificado a medida que se difunden imágenes de las obras y se publican cifras de presupuestos en un país en el que persisten altos niveles de desempleo juvenil y desigualdades regionales. En Discord, la plataforma desde la que los jóvenes convocan las protestas, se suceden las imágenes y comentarios a propósito de la competición que los tres países coorganizarán dentro de un lustro.

España, Portugal y Marruecos fueron designados en octubre de 2023 como anfitriones de la Copa del Mundo de 2030, un evento en el que Rabat aspira a consolidar su influencia internacional. Marruecos sustituyó a Ucrania en la recta final de la candidatura basándose en unos casos de corrupción que afectaban a la federación ucraniana. Los representantes de la Generación Z que hoy participan en las manifestaciones citan precisamente la corrupción de la élite política y económica que dirige el país vecino.

Para el reino alauí, el Mundial es una oportunidad histórica de mostrar al mundo una imagen de modernidad y liderazgo regional. Sin embargo, la contestación interna pone de relieve la fractura entre la ambición exterior del régimen y las urgencias de una población que reclama pan, escuelas y hospitales antes que estadios.

Desde su irrupción en la candidatura, forzada por los gobiernos de España y Portugal, Marruecos ha tratado de venderse como el principal motor de la misma. Alegaron los escándalos de corrupción que protagonizó la federación en la era Rubiales para abrirse paso y capitalizar algunas de las decisiones como el icono y lema de la candidatura.

Asimismo, el régimen alauí se ha embarcado en la construcción del Gran Estadio Hasán II de Casablanca con el objetivo de que albergue la final del Mundial de fútbol de 2030 a expensas de los otros dos candidatos españoles, el Bernabéu y el Camp Nou. "Un ambicioso proyecto de nueva construcción que prevé crear el estadio de fútbol de mayor capacidad del mundo, con modernas infraestructuras e instalaciones", presumen desde Rabat.

Hace un año el informe de evaluación publicado por la FIFA alimentó las esperanzas de la federación marroquí. Tras la evaluación exhaustiva de la oferta planteada por la candidatura tripartita, incluidas las visitas de inspección a los países candidatos, la FIFA otorgó la misma valoración técnica a los tres estadios, los únicos con posibilidades de albergar los partidos inaugural y final del torneo. Las tres instalaciones empatan con un 4,3 a pesar del hecho de que el estadio marroquí ni siquiera está en pie.

El estadio tiene un presupuesto inicial de 5.000 millones de dirhams (459 millones de euros), según el pliego de condiciones del concurso arquitectónico publicado el pasado octubre por Sonarges y ANEP, las empresas públicas marroquíes dedicadas a inversión deportiva y equipamientos públicos. La decisión final de la FIFA sobre los estadios que disputarán el partido inicial y la final del Mundial de 2030 podría tomarse en torno a 2028, según las fuentes consultadas por este diario.

Ansias de protagonismo de Marruecos

Hace un año fuentes de la federación española de fútbol reconocieron a El Independiente cierta incomodidad por las ansias de protagonismo de Rabat pero lo achacaron a la propia naturaleza de Marruecos, una dictadura en la que nada se mueve sin la orden y el plácet del rey Mohamed VI y el majzén, la corte palaciega que rige el país en mitad de las prolongadas ausencias del monarca.

A esas diferencias se atribuyeron, por ejemplo, los comunicados publicados desde Marruecos en los que se atribuye al liderazgo y la clarividencia de Mohamed VI el logro del Mundial en un lenguaje y una puesta en escena que sorprende y molesta en suelo europeo.

El enésimo rifirrafe tuvo como protagonista al logotipo de la candidatura, el que guiará los primeros años desde la designación definitiva en diciembre de 2024 hasta el definitivo que escogerá la FIFA. La prensa marroquí filtró en diciembre de 2023 un emblema que usaba los colores de los tres países y que lleva como lema “Yalla Vamos 2030”. Meses después, fue presentado en sociedad como el logotipo definitivo.

La candidatura tripartita tiene una historia breve pero accidentada. En octubre de 2023 el presidente de la Real Federación Marroquí de Fútbol (FRMF), Faouzi Lakjaa, expresó su deseo de que la final de la Copa del Mundo de Fútbol se celebrara en el nuevo estadio de Casablanca. Unas declaraciones que fuentes consultadas por este diario consideran “sacadas de contexto”.

PUBLICIDAD