Las calles de Marruecos siguen en ebullición, tras tres semanas de protestas lideradas por los más jóvenes del reino. Apenas unas horas después del esperado discurso de Mohamed VI ante el Parlamento, el colectivo juvenil GenZ 212 respondió a través de la plataforma Discord. Las palabras del monarca, que defendió que no es incoherente invertir millones en estadios y abogar por “la justicia social”, no solo no aplacaron la ira de sus súbditos más jóvenes sino que, por su respuesta, amenazan con alimentar el descontento popular.

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El mensaje es continuar con las manifestaciones masivas, boicotear los partidos y los productos de los corruptos, boicotear la Copa Africana y no dar marcha atrás hasta que se cumplan las demandas de unidad”, señaló un escueto texto publicado en Discord, la plataforma desde la que decenas de miles de usuarios han coordinado las manifestaciones en más de una veintena de provincias marroquíes. La Copa Africana de Naciones 2025 que alberga Marruecos se celebrará entre el 21 de diciembre de 2025 y el 18 de enero de 2026. La Federación africana asegura que no hay “plan B ni C” ante el escenario de una cita asaltada por las protestas.

Los jóvenes que han protagonizado las protestas han tratado de establecer una línea roja en Mohamed VI, evitando cuestionar su legitimidad y acusando de todos los males al actual Gobierno de Aziz Akhannouch, cuya cabeza piden junto a la de su Ejecutivo. El monarca alauí tiene la potestad de destituir al primer ministro y su gabinete -tal y como le piden los manifestantes- pero ayer, en su discurso con motivo del inicio del último año legislativo, evitó cualquier referencia a las protestas  e instó a los políticos a trabajar con “más diligencia y eficacia” para lograr “justicia social” y “combatir las disparidades” entre las regiones de Marruecos, en mitad de denuncias de corrupción y una amplia desconfianza en la clase gobernante.

Las demandas, inalterables

“No debe haber incoherencia ni competencia entre los proyectos emblemáticos nacionales, por un lado, y los programas sociales, por otro, ya que el objetivo es lograr el desarrollo del país y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, dondequiera que se encuentren”, agregó Mohamed VI en referencia a las controvertidas inversiones multimillonarias para la construcción de estadios destinadas a acoger el Mundial de fútbol de 2030 junto a España y Portugal.

En las protestas, los jóvenes -muchos de ellos, menores de edad- han coreado consignas como “El pueblo quiere que el rey intervenga”. Tras escuchar su discurso del viernes, muchos sienten que la distancia entre palacio y calle sigue siendo abismal. De hecho, alegan que sus reivindicaciones no habían cambiado, citando «la responsabilidad de los corruptos» y la responsabilidad del Gobierno por el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas. A lo largo de este sábado, advierten, anunciarán una nueva convocatoria de movilización, dirigida "contra el Gobierno y todos aquellos que bloquean las aspiraciones del pueblo marroquí".

El movimiento GenZ 212, que nació hace apenas tres semanas en la plataforma Discord, ha logrado lo que pocos creían posible: articular un movimiento nacional con capacidad de convocatoria en una monarquía que no tolera la disidencia.

Las primeras protestas, el 27 de septiembre, fueron una reacción a la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital público de Agadir. Hoy, el malestar ha mutado en algo mucho más profundo: una revuelta generacional contra la desigualdad, la corrupción y la falta de horizontes. Los datos son demoledores: el desempleo juvenil alcanza el 47 % entre los 15 y 24 años, y la sanidad pública apenas cuenta con 0,42 médicos por cada mil habitantes, una cifra muy por debajo del promedio mundial.

La pausa estratégica y el documento de las demandas

Antes del discurso real, GenZ212 anunció una “pausa estratégica” para reorganizarse y redactar un texto de once páginas que detalla las demandas del movimiento. El documento, titulado “Reivindicaciones de la juventud marroquí: para la activación del pacto constitucional”, fue aprobado por una abrumadora mayoría de los 3.383 votantes activos en Discord.

En él, los jóvenes declaran su adhesión a los pilares del Estado —el islam, la monarquía y la unidad nacional—, pero exigen al mismo tiempo el cumplimiento efectivo de los derechos sociales consagrados en la Constitución de 2011. Las exigencias abarcan tres ejes. En sanidad, reclaman una reforma profunda del sistema público, ampliación de la cobertura sanitaria y modernización de la infraestructura hospitalaria. En educación, contenidos adaptados al siglo XXI, impulso del pensamiento crítico y digitalización de las aulas. En empleo, abogan por reorientar la economía hacia sectores de alto valor añadido y acabar con la burocracia que ahoga a los emprendedores.

El texto, de tono técnico pero inequívocamente político, reclama además una “lucha decidida contra la corrupción”, con independencia judicial y mecanismos reales de rendición de cuentas.

En su intervención del viernes ante las dos cámaras, Mohamed VI evitó mencionar directamente las protestas, pero sí instó al Gobierno a “acelerar el desarrollo en educación y sanidad” y a prestar “especial atención a las regiones más pobres”. Unas declaraciones que pueden resultar insuficientes para la ola que ha tomado las calles del país vecino.

Para el Washington Institute, el fenómeno es “la primera gran rebelión de la Generación Z en el Magreb”. Las comparaciones con la Primavera Árabe son inevitables, aunque los jóvenes insisten en que su lucha no busca derrocar al monarca, sino forzar una modernización real del Estado.

El símbolo elegido por el movimiento —la bandera pirata de One Piece, el anime japonés en el que un joven desafía a los poderosos— habla del carácter global de una generación hiperconectada y sin miedo. En las calles de Rabat o Tánger, ondea junto a banderas marroquíes, como si recordara al poder que estos jóvenes, nacidos en plena era digital, ya no creen en los viejos silencios.

 Una monarquía ante su prueba más difícil

Los analistas coinciden en que el desafío no está en la magnitud de las protestas, sino en su persistencia. GenZ 212 ha demostrado una capacidad de coordinación inédita en Marruecos: sus líderes operan desde el anonimato, su estructura es horizontal y su comunicación fluye en tiempo real entre miles de usuarios.

Con la Copa Africana y el Mundial de 2030 en el horizonte, el Reino alauí busca proyectar estabilidad. Pero el pulso de la calle, amplificado en TikTok, Telegram y Discord, amenaza con empañar ese relato. En los foros del movimiento, un mensaje se repite con insistencia: “No queremos destruir el país. Queremos reconstruirlo”. Unos posicionamientos en los que disidentes como Ali Lmrabet, periodista marroquí exiliado en España, ven enormes dosis de ingenuidad y desconocimiento del andamiaje del majzen, el círculo real que mueve todos los hilos: “La GenZ 212 no comprende el equilibrio de poder en Marruecos. Para el majzen, nacisteis esclavos y esclavos que moriréis”.

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