Jesús Silva Fernández no era un diplomático español al uso. Por desgracia. Su paso por la embajada en Caracas, entre marzo de 2017 y noviembre de 2020, dejó en evidencia su excepcional talla profesional. Tuvo que hacer frente a un reto extraordinario: acoger al opositor Leopoldo López, una de las bestias negras de Nicolás Maduro, cuando se logró zafar de las garras del régimen. Lo hizo con coraje, discreción y sentido del honor. Dos cualidades que deberían promover desde el Ministerio de Exteriores del Gobierno de España.
Una de las primeras muestras de condolencia por su muerte la escribía en X el propio Leopoldo. "Fui testigo de Jesús como un gran diplomático amante de su país, de su oficio, y también de manera especial de la democracia y la libertad. Supo manejar las presiones de la dictadura sin ceder un milímetro en principios, supo mantenerse informado y ser un diplomático activo", señala el disidente, con quien Silva convivió un año y medio.
En un destino tan complejo como Venezuela, y tan relevante para España, Jesús Silva supo defender el papel de nuestro país, sin someterse a los dictados del régimen pero sin estridencias, de una forma discreta y eficaz. Tuvo en su primera etapa el apoyo de Josep Borrell, al frente de Exteriores, que dejaba hacer su trabajo a los diplomáticos. Son antenas del país allí donde les destinan, pero han de tener margen para actuar.
Un sevillano amante de Venezuela
Jesús Silva, un sevillano a quien su vocación convirtió en ciudadano del mundo, amaba Venezuela y a los venezolanos. Conocía muy bien el país porque se dedicó a hablar con todo el mundo, y sobre todo, a escuchar. Sabía mejor que ningún otro diplomático español cómo son los chavistas, por su trato con los Rodríguez (Delcy y Jorge) o con Jorge Arreaza, y cómo es la intrincada oposición venezolana. "La diplomacia no es ponerse de perfil. En diplomacia se puede decir mucho en privado", mantenía Silva.
En la legación española, durante su estancia, se celebraron conversaciones secretas entre el chavismo y la oposición, con la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero en 2017. Elogiaba la labor de Zapatero en ese momento, pero luego perdió el respeto de la oposición. En agosto de ese año hubo un intento de atentado con bombas caseras en la embajada. Y a partir de abril de 2019 tuvo acogido a Leopoldo López. Fue un destino tan complejo como apasionante.
La parte humana de la diplomacia
En una entrevista con El Independiente, justo antes de partir hacia su destino como cónsul en Ciudad del Cabo en junio de 2021, Jesús Silva decía: "Lo que me sorprendió fue la parte humana: te das cuenta de que puedes ayudar a gente a que salga de la cárcel o evitar que vaya a la cárcel. Allí te necesitan para que no le metan preso o no le maten. Eso es una responsabilidad enorme". Y es así. El régimen chavista persigue a los ciudadanos, no solo a los disidentes políticos, sino a cualquiera que colabore con algún grupo opositor y utiliza a los que tienen origen extranjero para chantajear a sus gobiernos.
Insistía en que son los venezolanos los que tienen que llegar a acuerdos, pero que era necesario que hubiera voluntad, algo que ya no tiene el régimen. Maduro dijo que no quería alternancia en el poder y cumplió con los sucesivos fraudes en las urnas. Toda la evolución ya la contempló desde Sudáfrica primero, y desde hace apenas dos meses y medio desde México, donde ahora se desempeñaba como cónsul en Guadalajara.
Contar con alguien de la talla de Jesús Silva es el sueño de cualquier Ministerio de Exteriores en el mundo. Es curioso que después de su éxito en Caracas, donde dejó el nombre de España muy alto sus destinos fueran de inferior categoría, como cónsul. Es lo que explica también que el Gobierno de España no haya felicitado a la última Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, la auténtica vencedora de las presidenciales de julio de 2024. No figuraba en la papeleta por decisión del régimen pero sí avaló a Edmundo González, el ganador. Socialistas franceses como Glucksmann felicitaron a María Corina mientras los diputados socialistas españoles se quedaron impasibles cuando se pidió un aplauso por ella en el Congreso.
Sería un avance que su gesta en Venezuela y su carrera se estudiara en la Escuela Diplomática de ahora en adelante. Diplomáticos como Silva son los que hacen que España cuente en el mundo.
Jesús Silva Fernández, diplomático español, ex embajador en Venezuela y actual cónsul en Guadalajara (México), murió a los 63 años de un infarto el 15 de octubre de 2025.
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