Siete minutos bastaron para desnudar a Francia. Arsène Lupin, el héroe de ficción de Maurice Leblanc, no lo habría ideado mejor. El robo de ocho joyas del Primer y Segundo Imperio de valor incalculable en el Louvre responde a la factura del "caballero ladrón", con dotes de prestidigitador. El golpe, perpetrado el domingo a plena luz del día, deja en entredicho el honor de Francia. En el país con los impuestos más elevados del mundo occidental faltan fondos para proteger sus museos. Para la ultraderecha es "una humillación", otra señal más de la decadencia del Estado francés. Apenas superada la enésima crisis política, el presidente Emmanuel Macron reconoce el daño a la herencia francesa y promete atrapar a los culpables.
"Lo que es seguro es que hemos fracasado", dijo el lunes el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, a France Inter. "Pudieron aparcar una plataforma elevadora en pleno centro de París [y] hacerse con joyas de valor incalculable". Y todo esto ocurrió en el Museo del Louvre, el orgullo del patrimonio francés.
La recién designada ministra de Cultura, Rachida Dati, reconoció a la emisora M6 que hay un abandono de varias décadas. "Los problemas se han ido escondiendo debajo de la alfombra durante 40 años… Siempre nos hemos localizado en la seguridad de las instituciones culturales para los visitantes y mucho menos para las obras de arte".
Solo se venderían desmontadas
Los fallos de seguridad son escalofriantes. Como decía el ministro de Justicia, dos de los ladrones, con el rostro cubierto, accedieron a la segunda planta del Louvre desde el lado del Sena gracias a una plataforma similar a las que se usan para hacer mudanzas en París. Rompieron una ventana y entraron en la Galería de Apolo, que alberga, en particular, joyas del Segundo Imperio.
La alarma se activó pero a los ladrones les dio tiempo a destrozar con una motosierra dos vitrinas que albergaban las joyas más valiosas. Abajo les esperaban otros dos cómplices con motos de gran potencia. Los cinco empleados que vigilaban esta parte del edificio no pudieron hacer nada por impedir este atraco espectacular. En su fuga, perdieron la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Según los expertos, son joyas con esmeraldas, zafiros y perlas de los siglos XVI, XVII y XVIII, que ahora son imposibles de reproducir. Solo podrían venderse desmontadas piedra a piedra, lo que implicaría destrozar tesoros del patrimonio nacional francés. La queja desde el mundo del arte ha sido unánime: en Francia no se protegen los museos y los monumentos más valiosos.
Sin cámaras en muchas salas
Radio France Info ha tenido acceso a la versión preliminar del informe del Cour des Comptes (el equivalente al Tribunal de Cuentas), que contiene una evaluación demoledora de la seguridad del Louvre. Por ejemplo, resulta que en el ala Denon, donde se encuentra la Galería de Apolo, pero también la Mona Lisa, una de cada tres salas no tiene cámaras de vigilancia instaladas.
En realidad, cualquiera que haya visitado recientemente alguno de los grandes museos en Francia habrá apreciado que los turistas pueden acercarse a milímetros de las obras o hacerse selfis sin que haya vigilantes cerca.
En el ala Richelieu, paralela, esto ocurre en tres cuartas partes de las salas. Faltan empleados. Y el museo, que tras la gran remodelación (y la construcción de la famosa pirámide de cristal) en 1989 estaba previsto para cuatro millones de visitantes al año, hoy recibe cerca de 10 millones. La directora del Louvre, Laurence des Cars, tuvo que aguantar el abucheo de los empleados cuando se reunió con ellos tras el robo.
El "hazmerreír" del mundo
Del mismo modo, la ultraderecha francesa arremetió contra Macron y su gobierno por "la humillación” que representa este golpe al patrimonio nacional. “¿Hasta donde va a llegar la quiebra del Estado?", declaró Jordan Bardella, presidente de Reagrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen. Son los favoritos en los sondeos si hubiera legislativas y para las presidenciales de 2027. Marion Marechal, sobrina de Marine, dijo que Francia se había convertido “en el hazmerreír” del mundo.
Éric Ciotti, diputado conservador aliado de Reagrupación Nacional, fue contundente: "Cuando el Estado no garantiza la seguridad de sus tesoros, toda la nación está bajo amenaza".
Hay quienes como el ex presidente François Hollande, ahora diputado raso del Partido Socialista, creen que podría haber "actores extranjeros" implicados con la intención de desestabilizar Francia. En los últimos 15 meses Macron ha nombrado cuatro primeros ministros, y el último, Sébastian Lecornu ha recibido el encargo dos veces. Justo el jueves pasado superó dos mociones de censura de la extrema derecha y la extrema izquierda gracias al apoyo in extremis de los socialistas tras la promesa de suspender la reforma de las pensiones. Su meta ahora es aprobar unos presupuestos en un país con un endeudamiento que en la UE solo superan Italia y Grecia.
Una administración desproporcionada
El Estado francés vuelve a fallar como cuando sucedió el incendio de Notre-Dame en 2019. Entonces fue un accidente cuando se realizaban unas obras de rehabilitación. En teoría, el Louvre podría contar con fondos suficientes (la entrada asciende a 38 euros), pero, como un reflejo del funcionamiento del Estado francés, la administración del museo es desproporcionada. Y al final si sucede algo la responsabilidad se diluye.
En enero, el presidente Macron anunció un plan de modernización del Louvre, llamado Nuevo Renacimiento, de unos 800 millones de euros que prevé la construcción de una entrada separada para admirar la Mona Lisa, que también fue robada del museo en 1911 aunque se recuperó dos años más tarde. También ecologistas arrojaron sopa contra el cristal protector de la obra en enero de 2024.
Las obras del plan de Macron, que prestan atención a reforzar la seguridad, con cámaras de última generación y una sala central de vigilancia, del edificio de 800 años, no terminarían hasta 2031 como muy pronto y solo afectarían a una parte del complejo. Como sus reformas, insuficientes y a un ritmo tan lento que acaban por quedarse viejas antes de nacer.
"Cuando ardió Notre Dame, era nuestra iglesia la que se quemaba fuéramos o no católicos. De la misma forma el robo de estas joyas del Louvre de esta forma tan extraordinaria nos daña y da una imagen muy negativa de Francia", apuntó Darmanin, ministro de Justicia.
Ya solo los sintecho (hay unos 5.000 en París) consideran seguro el Louvre. En sus inmediaciones siempre encuentras paseantes que hacen más difícil los sustos.
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