El fuego se declaró cerca de las cinco de la tarde. Tres horas después, la icónica aguja que corona la catedral de Notre-Dame había caído, haciendo colapsar el techo del templo y propagando las llamas por el interior del edificio. Una catástrofe que ha destruido uno de los emblemas arquitectónicos de París, de Francia y de Europa.

Buena parte de Notre-Dame, construida entre los siglos XII y XIV, ha quedado reducida a cenizas en apenas unos minutos ante la mirada atónita de los ciudadanos y el trabajo impotente de los bomberos, incapaces de sofocar las llamas que consumían la estructura de madera del templo.