Jonathan Blitzer es un periodista de la revista The New Yorker que empezó a escribir sobre inmigración para tratar de profundizar en la condición humana, pero terminó especializándose en el gran tema del siglo XXI, el que ha condicionado elecciones en todo el planeta y ha devuelto a Donald Trump al poder en Estados Unidos.
En Everyone who is gone is here (algo así como Todo el que se marchó está aquí, si lo tradujéramos de forma literal), publicado el año pasado en EEUU y que este año verá la luz en español de la mano de Debate México, el autor se sumerge en cuatro historias de cuatro inmigrantes centroamericanos para entender las causas de la inmigración a EEUU.
El autor bucea en algunos de los episodios más sangrientos de la historia de El Salvador, Guatemala, México y Honduras, matanzas que en los libros de historia no figuran como genocidios pero que sesgaron las vidas de cientos de miles de civiles, en muchos casos a manos de regímenes que Estados Unidos estaba armando y apoyando en nombre de su lucha contra el comunismo. Pero el libro de Blitzer no busca culpar a Estados Unidos de la crisis de inmigración pasiva que ahora padece, sino rescatar del olvido la historia de América Central a través de experiencias personales de persecución, terror y huida hacia lo desconocido, hacia la tierra cuyo presidente pretende librar ahora de todos esos sinpapeles a través de la mayor deportación de la historia del país.
“Lo que está pasando ahora con el Alien Enemies Act [la ley de guerra de 1789 con la que Trump está deportando a migrantes latinoamericanos a las cárceles de El Salvador] es la cosa más radical que que que vi en mi vida”, dice Blitzer en una entrevista con El Independiente. “Amenaza tanto los derechos de todos en Estados Unidos que no sé hasta qué punto puede pasar sin provocar una respuesta”.
El libro apareció en la lista de los diez mejores libros del año del New York Times, pero también en otra de la revista New Yorker, y el expresidente Barack Obama lo incluyó entre sus recomendaciones literarias del pasado verano. También ha ganado el premio Hillman de Periodismo de 2025.
Pregunta: Su libro trata de profundizar en los motivos que hay detrás del movimiento migratorio actual a Estados Unidos. ¿Cree que a día de hoy Estados Unidos tiene miedo de hablar de su papel en Centroamérica?
Respuesta: La verdad que no creo que se trate de miedo, sino de ignorancia, de falta de interés. Es inconveniente, por supuesto, tener que enfrentarse con esa realidad, con esta historia, porque implica que tenemos una responsabilidad en empatizar, ¿no?, y en entender lo que lo que los centroamericanos han vivido como consecuencia de las acciones de nuestro gobierno a lo largo de las décadas. Pero no lo veo como una cuestión de miedo sino de falta de atención, es algo que pasa en todos los países que están viviendo una crisis migratoria: no hay tiempo para entender las raíces de lo que está pasando. Y lo cierto es que estamos viviendo una historia que realmente tenía como su punto de origen en la década de los 80.
P. Pero eligió escribir un libro que cuenta la historia de cuatro personas reales, en lugar de hacer un relato histórico.
R. Porque por la experiencia que he tenido viajando por Centroamérica y entrevistando personas en distintos países, en El Salvador, en Guatemala, en México, en las zonas fronterizas de Estados Unidos…te das cuenta de que estás conversando con gente que sabe mejor que tú de todos esos matices de esta historia, porque han tenido acceso a cada elemento de esta historia. No es una exageración cuando digo que a través de estas conversaciones en lugares muy remotos de aquí, de muy lejos de Estados Unidos, he tenido la ocasión de aprender las cosas quizás más profundas de mi propio país, y esto para mí ha sido muy importante.
P. ¿Diría que Estados Unidos y su política exterior es responsable de los movimientos migratorios que están teniendo lugar a día de hoy hacia su territorio, a los que, por ejemplo, Trump se está enfrentando ahora?
R. Bueno, todas las causas están mezcladas. Lo que ha sucedido en Centroamérica ha tenido que ver de manera muy específica con Estados Unidos y con la política exterior de Estados Unidos a partir de los años 80, con su política migratoria de los años 90 y con su sistema de asilo en los años 2.000 hasta ahora. Pero esta crisis es global y es consecuencia de muchas cosas a la vez. Por un lado, tenemos las consecuencias acumuladas de los años de la pandemia, con la que la economía de muchos países empeoró e hizo que muchos tuviesen que emigrar a Estados Unidos, y también el cambio climático, que ha afectado cada vez a más personas en todo el mundo. Se nota mucho en el perfil de las personas que están pidiendo asilo en EEUU, ha cambiado y ahora incluye gente de todos los países del mundo. O sea que es como una tormenta perfecta.
P. Es una crisis que viene desde hace décadas, para la que EEUU aún no ha encontrado solución…
R. A ver, una razón por la cual siempre estamos viviendo, entre comillas, una crisis en la frontera es que no hemos actualizado el sistema migratorio en los Estados Unidos desde el año 90. Como consecuencia de esto, cuando la gente está pensando emigrar o cuando está tratando de vivir en este mundo cada vez más complicado, en vez de solicitar diferentes tipos de visados o de organizarse en una forma un poco más previsible desde el punto de vista del gobierno, están corriendo el riesgo de viajar hasta la frontera y al llegar allí, están pidiendo asilo porque últimamente ha sido la única puerta eh mínimamente abierta, y esto, claro, no es una forma responsable ni inteligente de mantener el sistema migratorio. Lo que vemos hoy son las consecuencias de todo esto, de esta falta de interés en resolver algunos problemas muy concretos y obvios.
“Esta no es una forma responsable ni inteligente de mantener el sistema migratorio”
P. En el libro habla de lo que en España se llama devoluciones en caliente, de cómo la estrategia principal es la disuasión, amenazar con deportar a todos los migrantes sin papeles para que tengan miedo y no lleguen más.
R. La crisis política consiste en que nadie realmente quiere defender el derecho de los migrantes, ni quiere o puede reconocer que el mundo está cambiando y que hay que pensar en formas nuevas de cómo enfrentarse con esta realidad. Es mucho más fácil en términos políticos decir que vamos a bloquear a los migrantes, que vamos a deportarlos, que han entrado a nuestro país ilegalmente y como consecuencia no deben tener derechos. Es bastante más fácil ser cínico y ganar elecciones a través de provocar miedo y confusión, pero hay algunas cosas que el gobierno puede y debe hacer. Pero para hacer estas cosas tiene que existir cierto consenso político.
“Es bastante más fácil ser cínico y ganar elecciones a través de provocar miedo y confusión, pero hay algunas cosas que el gobierno puede y debe hacer”
P. ¿Por qué la gente, o sea, ¿por qué la gente prefiere que no vengan los migrantes? ¿De dónde viene este miedo?
R. Bueno, por un lado estamos hablando de una condición humana, la gente siempre va a ser hostil a los recién llegados y es algo psicológico, es algo sentimental y que ha existido desde siempre. Pero creo que en Estados Unidos hubo un punto de inflexión en 2022, cuando el gobernador de Texas, Greg Abbott, empezó a enviar a migrantes recién llegados a la frontera a ciudades democráticas como Nueva York, Chicago, Denver, Philadelphia y Washington DC. Intentó tratar de causar problemas locales a los demócratas exponiendo su hipocresía de de los demócratas, porque por un lado hablaban de la importancia de la inmigración y de los derechos humanos, pero en en en realidad cuando llegase una oleada de personas a sus propias ciudades iban a a a reaccionar de forma un poco más fea. Y lamentablemente no estuvo equivocado, llevaba razón. La respuesta local y estatal fue insuficiente ante la llegada de tantas personas y no estoy hablando de algo sentimental o espiritual. Hubo una crisis de recursos en estas ciudades, desde dónde albergar a tantas personas, cómo darles servicios básicos, la inestabilidad de la llegada de miles de personas de una sola vez a una ciudad no preparada para cifras así.
Fue entonces cuando los demócratas empezaron a cambiar su retórica, a cambiar sus políticas, a apoyar restricciones en cuanto a la frontera. Empezaron a criticar abiertamente a [el expresidente del Gobierno, Joe] Biden por no haber hecho más como para limitar la llegada de tantas personas. Y la Administración Biden decidió no hablar demasiado del tema. Lo que está pasando ahora con el Alien Enemies Act, que es la cosa más radical que que que vi en mi vida y ahora es responsable por la desaparición de de casi 300 personas en una prisión en El Salvador, sin haber entendido los cargos en su contra, sin que el Gobierno haya presentado ninguna evidencia de criminalidad... amenaza los derechos de todos en Estados Unidos que no sé hasta qué punto puede pasar sin provocar una respuesta. Cada vez más personas están expresando su frustración y su desaprobación. Los jueces están ordenando a la Administración dejar de deportar a esa gente. La Administración está desoyendo estas órdenes judiciales, o sea, estamos en plena crisis constitucional. Y los demócratas todavía están nerviosos de hablar de esto porque el gobierno está acusando a todos esos migrantes de ser pandilleros. Aún están nerviosos de parecer defensores de criminales.
P. Los economistas advierten de que la expulsión de un millón de migrantes, como promete Trump, puede tener importantes consecuencias económicas para el país, sobre todo por el papel que tienen en el mercado laboral estadounidense. ¿Cree que eso puede provocar que la Administración cambie su modo de actuar actual?
R. Creo que todavía falta tiempo para llegar a ver consecuencias en términos económicos, sobre todo porque cuando Trump dice que quiere deportar a un millón de personas, realmente no va a alcanzar este nivel. Es prácticamente imposible por cuestiones de recursos y de dinero. Si pudieran echar a tanta gente en un año como promete Trump, veríamos las consecuencias económicas inmediatas, pero no creo que vayamos a llegar a este punto en bastante tiempo.
Por otro lado, un factor importante es que los demócratas tienen miedo de hablar de este tema, y me da muchísima pena porque esta postura no tiene sentido moral, ni político, y es muy grave que estén huyendo de su responsabilidad. El electorado democrático es más es más diverso, con lo que es un tema bastante más complejo para los demócratas que para los republicanos, pero la Casa Blanca de Biden, tomó la decisión para mí muy equivocada de no hablar de la situación en la frontera. Y claro que llegaron muchísimas personas durante los años de Biden, y la gente podía ver con sus propios ojos que la situación era cada vez más caótica, con lo que esto provocó una crisis de credibilidad para los demócratas y para Biden en particular. Con lo que el único partido que estaba hablando constantemente del tema era el republicano y aunque estaba mintiendo, como no había respuesta seria por el otro lado. Entonces, un votante promedio que a lo mejor no tenía la visión o las inclinaciones tan extremistas de Trump, pero que no estaba escuchando nada de los demócratas, sí iba a pensar que por lo menos republicanos estaban respondiendo a esta situación tan grave.
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