El Senado de Estados Unidos ha dado el visto bueno a la ley ómnibus de Donald Trump, la conocida como "ley grande y hermosa" (big, beautiful bill) que le permitirá implementar buena parte de las políticas que prometió, después de días de importantes tensiones porque los recortes que incluye hacían que varios congresistas republicanos considerasen inviable apoyarla. La ley ha salido adelante por 51 votos a favor contra 50, y solo gracias al voto de desempate del vicepresidente, JD Vance, que se había desplazado al Capitolio expresamente porque él solo interviene en este tipo de votaciones cuando hay un empate.
Después de días de amenazas públicas por parte del presidente Donald Trump, tres senadores republicanos han votado en contra de la ley: Susan Collins, de Maine; Thom Tillis, de Carolina del Norte, y Rand Paul, de Kentucky, que se han alineado con el voto de todos los demócratas. Los líderes del Partido han pasado cuatro días tratando de convencer a los más reacios, un trabajo que finalmente ha dado frutos porque la senadora Lisa Murkowski, de Alaska, ha terminado votando a favor a cambio de medidas para su estado.
El Senado era el segundo paso que tenía que atravesar el proyecto de ley después del primer corte que ya superó en la Cámara de Representantes, pero su camino no se ha acabado. Ahora deberá volver a dicha Cámara, donde en mayo salió adelante por solo un voto, y donde se debatirán los cambios introducidos en el Senado y deberá volverse a votar. En la House, el desafío matemático es el mismo, porque el Partido Republicano solo puede permitirse tres votos en contra, siempre y cuando el resto de miembros de la cámara estén presentes y voten como se espera.
"Wow, música para mis oídos", ha dicho el presidente estadounidense cuando ha conocido que la ley había salido adelante en el Senado. Trump se encuentra hoy de visita a un nuevo centro de detención en Florida, un centro que está causando polémica porque “Alligator Alcatraz” está sobre unos humedales protegidos. El presidente volverá a Washington esta tarde, donde espera que la ley esté de vuelta en su mesa este viernes, 4 de julio, fiesta nacional en Estados Unidos y fecha límite que el presidente decidió establecer hace unas semanas y que se han comprometido a cumplir los republicanos del Congreso.
"No podía apoyar estos recortes de Medicaid", ha explicado la senadora republicana Susan Collins en un comunicado publicado este miércoles. "Apoyo con fuerza extender las bajadas de impuestos a la familias y a los pequeños negocios. Mi voto contra esta ley rechaza sobre todo el doloroso impacto que tendrá sobre Medicaid, porque afectará a familias de bajos ingresos y a los proveedores de servicios de salud como nuestros hospitales y nuestras residencias de ancianos", ha añadido.
"¡Qué vergüenza, compañeros!", ha gritado el senador independiente Angus King al salir de la cámara. "Esta ha sido la votación más asquerosa que he visto en mi vida", ha dicho, resumiendo su descontento. Sin embargo, de su lado los republicanos han mostrado su satisfacción con el proyecto de ley.
"Los republicanos fuimos elegidos para hacer exactamente lo que esta ley consigue: asegurar la frontera, hacer recortes de impuestos permanentes, alcanzar el dominio energético estadounidense, recuperar la paz a través de la fuerza, recortar el gasto excesivo y volver a un gobierno que ponga a los estadounidenses primero", ha dicho el comunicado que han publicado el speaker Mike Johnson, el líder de la mayoría republicana Steve Scalise y otros líderes republicanos en el Capitolio.
¿Qué hay en la ley?
A día de hoy -porque aún puede cambiar esta semana en el Congreso- la beautiful bill incluye importante recortes de impuestos, sobre todo para los estadounidenses más ricos, y fuertes recortes en programas sanitarios para compensar el aumento del gasto provocado por las rebajas fiscales. En concreto, se estima que la ley dejará a más de 12 millones de estadounidenses sin seguro sanitario, pero también recorta los programas de reparto de alimentos para los más vulnerables, en becas para los universitarios, y muchos otros aspectos a lo largo de sus casi 1.000 páginas.
En concreto, la ley recortará los programas de reparto de alimentos que a día de hoy utilizan 40 millones de personas en un 20%, y elevará los requisitos para acceder a ellos, lo que los demócratas consideran que provocará más hambre y pobreza entre la clase trabajadora. Al mismo tiempo, dedica más financiación para llevar a cabo la deportación masiva prometida por Trump, para la construcción de una nueva parte del muro a lo largo de la frontera sur y para levantar más prisiones y contratar a más policías en la frontera.
La legislación también contempla más gasto militar, por ejemplo para construir la Cúpula Dorada que ha prometido el presidente; la factura por la celebración del 250 aniversario de Estados Unidos el próximo año y la creación de "cuentas Trump" para que los padres de bebés reciban mil dólares por hijo. Del lado de los recortes, desaparecen programas de préstamos estudiantiles y también se aumentan los ingresos con impuestos a la energía solar y eólica, antes beneficiarias de exenciones fiscales, así como las deducciones por comprar coches eléctricos. Y se crea un impuesto nuevo para los proyectos de energía limpia.
Elon Musk no oculta su descontento
Uno de los opositores más feroces a la ley continúa siendo el empresario Elon Musk, que desde hace unas semanas ha dejado su puesto al frente de los recortes del Gobierno (el departamento que se llamó DOGE) y ha vuelto al sector privado. Este miércoles, Trump ha dicho que valora deportar a Musk y que quizá tenga que lanzar al DOGE contra las empresas del sudafricano después de que este volviese a quejarse de la ley. En respuesta, Musk publicó en X: "Escalar esto es tentador. Muy, muy tentador... pero me contendré por ahora".
Hace unas semanas, Musk y Trump protagonizaron una insólita batalla campal en redes sociales en la que el empresario insinuó que Trump podría ser un abusador sexual o de menores al decir que aparece en los papeles del caso de Jeffrey Epstein, pero después borró el mensaje y pareció calmarse. Estos últimos días, sin embargo, ha vuelto a la carga, lamentando que la ley ómnibus va a disparar la deuda y el déficit, lo que entiende que lleva al traste todos sus esfuerzos por recortar el gasto. "¿De qué ha servido que el DOGE ahorre 160.000 millones de dólares cuando esta ley aumenta el techo de deuda en 5 billones de dólares? Es una burla al trabajo", ha escrito esta mañana.
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