Algunos de los mejores futbolistas del mundo, que juegan en la liga española, como Ronaldo, Messi o Neymar, mantienen contenciosos con Hacienda o con la Fiscalía por no estar al corriente del pago de sus impuestos.

Este miércoles el comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, ha reconocido que "existe un gran problema" con la evasión fiscal en el fútbol. Sin embargo, el escándalo del llamado football leaks, que en España ha sido publicado por El Mundo, no se produce por ninguna investigación de Hacienda, sino, supuestamente, por la acción de hackers que acceden a la información del entramado societario montado con tal fin por ciertos despachos de abogados. La acción de los piratas informáticos fue también el origen de las informaciones sobre clientes del despacho de Fernando Peña (entre los que figuraban Ana Duato e Imanol Arias).

Las grandes estrellas del fútbol cobran mucho dinero por sus fichajes y por sus contratos de imagen. En ambos casos, presuntamente, se han utilizado sofisticados métodos de engaño y paraísos fiscales para incumplir sus obligaciones con el fisco.

Llama la atención, además de las cantidades presumiblemente defraudadas, la tardanza con la que se ha reaccionado ante estas prácticas, a lo que se ve generalizadas, entre los futbolistas más cotizados. También este miércoles la Fiscalía de Madrid hizo saber que ha denunciado a Xabi Alonso, Ángel Di María y Ricardo Carvalho por fraude fiscal y que ha abierto diligencias contra Coentrao y Falcao. En ambos casos hizo constar que las investigaciones se han llevado a cabo con datos aportados por la Agencia Tributaria. La Fiscalía inició dichas investigaciones en el mes de junio y entonces no dijo nada. Por tanto, la nota forma parte de una operación de control de daños -o de protagonismo- para que no se diga que no se investiga a los futbolistas.

Si el fiscal anticorrupción Alejandro Luzón se refirió el pasado lunes a los beneficiarios de las tajetas black como responsables de actos de "pillaje y rapiña", ¿cómo debería calificar el ministerio público a los multimillonarios autores de esta gigantesca evasión?

Como ocurrió con los Papeles de Panamá (también fruto de una filtración de datos hackeados a un grupo de medios) lo que sorprende es la facilidad con la que las grandes fortunas y algunos políticos encuentran resquicios para ocultar a Hacienda elevados patrimonios obtenidos, en ocasiones, de manera ilegal.

Mientras tanto, el gobierno se afana en reducir el déficit público y observa como caen los ingresos fiscales o no crecen al ritmo que deberían. La conclusión es que algunos afortunados contribuyentes disfrutan de enormes rentas pagando pocos impuestos, mientras que los trabajadores y las clases medias tienen que soportar la mayor parte de la carga tributaria.

¿Es que acaso no hay forma de acabar con los mecanismos de elusión fiscal? ¿Es imposible acabar con los paraísos fiscales?

En lugar de hacer declaraciones grandilocuentes, el comisario Moscovici debería anunciar medidas contundentes contra estas prácticas

Si en algo debemos aprender de los Estados Unidos es en la forma decidida en la que el Tesoro lucha contra el fraude fiscal. En 2010 el Congreso norteamericano aprobó la Foreign Account Tax Compliance Act (FATCA), que entró en vigor en 2013. Esta ley obliga a las entidades financieras y sociedades a dar toda la información requerida sobre sus contribuyentes. Si un banco, por ejemplo, se niega a hacerlo, la administración prohíbe sus actividades en los EEUU.

En lugar de hacer declaraciones grandilocuentes, el comisario Moscovici debería anunciar medidas contundentes contra estas prácticas. Los propios gobiernos han actuado con notable condescendencia hacia los defraudadores. No sólo con amnistías o regularizaciones fiscales, sino con normas que directamente favorecían a los evasores, como ocurrió, por ejemplo, con la ley 4/2008 (hablamos de la época de Rodríguez Zapatero), que exoneró de tributación a los no residentes por la compra de deuda pública.

Mención aparte merecen algunos forofos de los equipos implicados, que sólo ven la paja en el ojo ajeno y defienden a los suyos como si el impago de impuestos formara parte de una particular y vergonzante liga.