El uno de enero del presente año se ha aprobado la ampliación del permiso de paternidad en dos semanas, reconociéndose así cuatro semanas de baja laboral para quienes acaban de ser padres. La razón de ser del permiso de paternidad es incentivar la distribución a partes iguales de las responsabilidades familiares entre el padre y la madre. La inmensa mayoría de los padres hace uso de su permiso al mismo tiempo que la madre utiliza el de maternidad, lo que dificulta que asuman directamente las responsabilidades de cuidado y se centren en ayudar a la madre en su proceso de recuperación y adaptación a la nueva realidad familiar.

La experiencia de cuidar solo en casa del recién nacido, una vez que la madre se reincorpora al trabajo remunerado, es una experiencia muy diferente a ayudar a la madre en el cuidado del bebé. El cuidado en solitario permite desarrollar el sentido de responsabilidad del cuidado de una forma mucho más directa y profunda que la ayuda en el cuidado, además de familiarizar al padre con todos los detalles concretos y específicos que conlleva.

El cuidado en solitario enseña a identificar las necesidades del bebé y qué es lo que hay que hacer para que se sienta bien

El cuidado en solitario enseña a identificar las necesidades del bebé y qué es lo que hay que hacer para que se sienta bien; también le hace sentir al padre de una forma mucho más intensa y directa el miedo cuando aparecen las enfermedades y le obliga a aprender cómo afrontarlas. A través de esta forma de cuidado, los padres no sólo aprenden a cuidar y lo que esto representa de verdad, sino que también, por todas las experiencias vividas, tiende a desarrollarse un vínculo especial entre el bebé y el padre. Este vínculo especial, tanto más intenso cuanto más tiempo se cuida y cuanto mayor es el bebé, suele llevar a que éste demande que sea el padre el que le proporcione los cuidados a los que se ha acostumbrado.

Ese "prefiere que se lo haga yo" suele ser motivo de orgullo para el padre, como lo es también para la madre, porque se siente necesitado y querido; y ese sentimiento proporciona felicidad. A través de esta dinámica se genera un vínculo mucho más estrecho, que facilita que el cuidado continúe en el tiempo y a lo largo de las distintas fases del crecimiento del menor. Esta dinámica no sólo lleva a un reparto más igualitario de las responsabilidades familiares, facilitando con ello la conciliación de la vida familiar y laboral, sino que también permite a los hombres lograr formas más diversas de felicidad y satisfacción con la vida.

Una paternidad enriquecedora e igualitaria se puede lograr también por otras vías, pero el cuidado en solitario, gracias a los permisos parentales, es una vía muy eficaz para ello, como hemos podido comprobar en nuestras investigaciones. Por ello, debería fomentarse mediante incentivos, como conceder el doble de tiempo de permiso de paternidad a quienes opten por esta modalidad. El camino hacia el objetivo de la consecución de los permisos iguales e intransferibles para ambos progenitores podría acelerarse por esta vía en lugar de aumentar de década en década dos semanas, como ha sucedido hasta ahora.


Gerardo Meil es presidente de la Sociedad Europea de Relaciones Familiares (ESFR, por sus siglas en inglés) y profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid.