En política profesional hay una máxima que nadie debería olvidar. Ni los tuyos ni tus rivales: disculpa si no cumplo tus expectativas, porque mi prioridad es cumplir las mías. Cada candidatura en estas primarias del PSOE tiene sus propios propósitos. Y para alcanzarlos la percepción, como saben, es realidad. A la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, el declarar (a 48 horas de la presentación de los avales en abierto y por lo bajini) que iba a “arrasar” a Pedro Sánchez, el Espartaco hoy de la militancia, le ha jugado técnicamente una mala pasada.

Ella se puso su propio techo y no lo alcanzó: 60.231 frente a 53.692. Apenas 7.000 avales de diferencia con Sánchez. Mientras el ex secretario general preparaba un terreno en el que nos recordaba, apelando a que Susana tenía al 70% de los secretarios provinciales del partido apoyándola, que sería un éxito si superaba los 25.000 avales de Eduardo Madina en 2014 al no disponer del aparato.

Lo que vivimos entonces en términos de participación (un 66% en avales) fue “una primera vuelta técnica” de estas primarias que sobrepasó todas las expectativas. Hace tres años el registro de la votación final fue de un 67% del censo. Tremendo. El debate en televisión entre candidatables es por todo ello, sin duda, el punto de inflexión para el desenlace de la segunda vuelta del próximo domingo 21 de mayo.

Todos querrán utilizar esta oportunidad mediática para imponer un momentum que les lleve hacia la secretaría general. A través de un marco de cambio o continuidad como corriente de opinión que les impulse en el post-debate en función del balance de daños y logros obtenidos en el mismo.

Hay tres móviles imprescindibles para el voto, nada fáciles de gobernar, que a la vez son roles en este formato audiovisual, y que los candidatos utilizarán a lo largo del debate para posicionarse entre ellos. Traten de traducirlos en los tiempos en los que se abordan unos u otros temas, mientras analizan ustedes mismos el debate.

En primer lugar, los tres querrán simbolizar la esperanza ante los militantes, aunque podrían no lograr representarla finalmente ninguno si se pasan de frenada (esa enmienda a la totalidad que ha apuntado Juan Carlos Rodríguez Ibarra hace unos días); en segundo lugar, evitarán ser el candidato/a que genere más rechazo entre los casi 188.000 votantes del censo socialista; y, en tercer lugar, utilizarán el voto del miedo, cada a uno a su manera, en esta recta final para movilizar a los que faltan. Los minutos de oro son vitales para ello.

Bolsas de voto

En la disputa por el voto útil de estas internas hay además dos bolsas de voto estratégicas que deben manejar: por un lado, los 10.886 avales/votos de Patxi Lopez y, por otro, como máximo 16.000 votantes más, en el caso que alcancemos una participación del 75% en la votación final. Al menos un 25% de abstención técnica, no lo duden, habrá.

El ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez.

El ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez. EFE

¿Dónde están los votos de López? Fundamentalmente en Euskadi, Madrid y Baleares. Habrá una “OPA hostil” hacia ellos por parte de Pedro, lógico, pero también una “OPA amistosa” por parte de Susana. Ha habido muchos agentes doble en el equipo del ex lehendakari durante este proceso y conviene recordar que el hecho de que te avalen no quiere decir que te apoyen después. Los votos no son de nadie. Y puede pasar de todo entre “compañeros de militancia”.

Hay una pregunta que sobrevuela estas primarias: ¿por qué continúa López en carrera? Deberá tener una respuesta

Pero hay una pregunta que sobrevuela estas primarias: ¿por qué continúa López en carrera? Deberá tener una respuesta concreta a ella para no ser percibido como el candidato que lo único que persigue es dividir el voto. El sanchismo ganó en 10 autonomías frente a 6 de los susanistas. Si Patxi no se hubiera presentado, sabemos que Sánchez habría vencido en 12 (Euskadi y Madrid hubieran sido suyas) y Díaz en 5. A la tercera vía que ahora quiere ser primera le darán duro en ese punto. Veremos cómo se defiende.

La importancia del mediterráneo

El mediterráneo será junto a las tierras andaluzas el foco principal en el que se ubican esos 16.000 votantes potenciales. Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana. Harán política al por menor, voto a voto, en esos feudos a través del debate en televisión y lo que resta de semana. Allí se decidirá por la mínima al próximo secretario/a general del PSOE. Ojo a los guiños. El corredor mediterráneo, constitucionalizar la singularidad catalana, el estrés fiscal valenciano.

En materia de contenidos el bloque en el que debería haber más consenso será probablemente el de las políticas sociales. Todos estarán del lado de los de abajo frente a los de arriba. Obreros en capital. Ahora bien, la lucha de frases tendrá su foco encarnizado en el bloque económico y en el de modelo de partido en el que el antagonismo entre candidatos será más evidente. Y deberá haber una gran disputa entre el espacio constitucionalista y el plurinacional, además de en las propuestas de unos y otros a la hora de “democratizar la economía”.

Patxi López

Patxi López durante una rueda de prensa.

El error de estas primarias ha sido, lo saben, utilizarlas, única y exclusivamente, como una herramienta para discutir los socialistas sobre sí mismos en lugar de verlas como un instrumento como se hace en Estados Unidos para hablarle a España, ampliando con ello en términos de percepción la arquitectura política del PSOE. Ése debió ser el enfoque y debería haber habido varios debates, no uno. Tenemos unas primarias de reproches y no de propuestas por culpa de ello. La gestora socialista se ha dado cuenta tarde.

El cuadro será de categoría: Díaz no querrá cometer errores ni arriesgar demasiado para que no se le vea nerviosa. Sánchez querrá, por su parte, asaltar el papel de “caballo ganador” que todavía no se ha definido. Con López abrazando el buenismo a la espera de los ataques. Ése será el duelo. ¿Quién ganará? La prioridad de cada candidato será cumplir sus expectativas. Discúlpenles si no cumplen las suyas.


*Ivan Redondo, consultor político Redondo & Asociados.