A medida que tomo distancia con el memorable 21 de mayo pasado, que trajo la reelección en primarias de Pedro Sánchez como secretario general, tengo más claro que fue un día clave para el PSOE. No solo supuso la vuelta del líder derrocado, sino un punto de inflexión muy favorable para los socialistas y me atrevo a afirmar para España.

Tras un largo periodo de interinidad, de decisiones equivocadas y de una preocupante escasez de ideas desde que la Gestora cogió el mando del partido tras el infausto Comité Federal del 1 de octubre, los militantes se sintieron de nuevo protagonistas y demostraron que hay partido para rato. Hoy puede afirmarse que nuestra organización recobró el pulso y se dio un auténtico baño de autoestima tras un largo proceso de desgarro interno y de desafección externa. Podemos decir, así lo siento yo, que estamos de enhorabuena porque no solo ha vuelto Pedro Sánchez; ha vuelto el PSOE.

Ahora toca consolidar ese gran momento. Comenzamos un proceso clave para redefinir nuestro partido y convertirlo de nuevo en protagonista. Toca hacerlo sin desperdiciar ni un ápice de la esperanza y la ilusión que se vio en la campaña de las primarias. El proceso ha despertado las capacidades de un Partido Socialista que está más vivo que nunca, con un 80% de la militancia que pasó por las urnas. Lo dije unos días antes de la campaña: la movilización por la reelección de Pedro Sánchez es un activo que ni el partido ni España pueden desperdiciar.

La movilización por la reelección de Sánchez es un activo que no se puede desperdiciar

Tenemos un líder y ganas de ayudarle a culminar la tarea pendiente, que es mucha. No podemos volver a equivocarnos, y tanto quienes apoyamos a Sánchez como quienes optaron por otras opciones, tenemos que trabajar unidos en un modelo de partido basado en la confiabilidad porque ese es, precisamente, el que obtuvo el apoyo mayoritario el pasado 21 de mayo.

¿Cómo hacer del PSOE un partido confiable? Desde luego que tenemos que acertar con nuestro programa político, social, territorial y económico, pero si algo hemos aprendido durante el proceso de primarias es que el reto pasa por la búsqueda constante de la excelencia como dirigentes políticos, por ser consecuentes con la palabra dada, por estar conectados con la gente y ser irreprochables en nuestros valores. ¿Cómo hacerlo? Creo que será imposible sin el concurso constante de al menos estos ocho atributos: lealtad, soberanía, respeto, legitimidad, autonomía, empatía, centralidad y suficiencia.

Lealtad al secretario general, que es tanto como decir lealtad a la militancia, que no hay que olvidar que es la que lo ha repuesto. No podemos volver a convertir el PSOE en un embrollo de reinos de taifas donde subyacen, cuando no priman, los intereses particulares o las batallas personales sobre el proyecto común. La integración solo es posible desde una lealtad total que sin duda es compatible con la necesaria rendición de cuentas.

Soberanía de los afiliados. Las decisiones importantes o de conciencia no pueden ser tomadas unilateralmente por los dirigentes. Es indudable que la gestión cotidiana y las funciones de enlace con las instituciones deben recaer en quienes están liberados para ello, pero no así las cuestiones extraordinarias, como los pactos de gobierno o la elección de líderes, donde la voz de los militantes ha de seguir siendo clave.

La voz de los militantes debe ser clave en la elección de líderes

Respeto a todos. Las posiciones minoritarias en el partido no deben verse como posiciones recalcitrantes o contrarias al interés de todos. De la discrepancia surge el verdadero enriquecimiento del debate, frente al adocenamiento, cuando no a la sumisión existente en etapas precedentes. Nadie sobra en un PSOE vertebrador, capilarizado en la sociedad, integrador y capaz de convivir con todos.

Legitimidad. Todo lo anterior redunda en que el partido siga siendo un espacio de debate y un sujeto de participación política adecuado a un sistema democrático representativo que introduce elementos de participación y de deliberación. Los militantes son un activo consciente, y no meras comparsas o directamente brazos de madera para votar lo que imponga la dirección. Al ser un partido de bases y no de cuadros, la legitimación de sus líderes siempre corresponderá a la militancia, y devendrá de un debate abierto y plural.

Autonomía del resto de organizaciones. El PSOE tiene que ser soberano en sus decisiones, capaz de relacionarse con el resto de partidos y con el tejido social, económico o cultural, pero totalmente independiente, respondiendo solo ante sus militantes y ante sus votantes bajo criterios de interés general y siendo siempre fiel a sus valores y principios.

Centralidad. Para representar al máximo número de españoles posible que vean en nuestra organización la mejor opción para gobernar España a través de un nuevo proyecto de regeneración democrática y de progreso económico y social. Y sin confundir la centralidad con el centrismo y las políticas socialistas descafeinadas. Se puede ser de izquierdas, como no habrá duda que será el nuevo PSOE, sin desnaturalizar el proyecto y buscando equilibrios que beneficien al mayor número posible de ciudadanos. Los socialistas hemos sido decisivos en España cuando forjamos una organización conectada, que pisa el territorio y que interactúa con la sociedad.

Se puede ser de izquierdas sin desnaturalizar el proyecto y buscando equilibrios

Empatía. Y esa centralidad nos llevará a definir un programa político adecuado para la mayoría social de España. En mi opinión, la candidatura de Sánchez ha sido reforzada porque es la que está realmente conectada con todos, la que pisa el territorio y entiende la sociedad española del siglo XXI. Si algo define el éxito de un partido es la empatía, y desde los coches oficiales y el encastillamiento es imposible ponerse en la piel de aquellos que ni tienen coche oficial ni atalaya alguna para asomarse al mundo.

Suficiencia. Si queremos que nuestro partido no dependa de terceros y sea autónomo en sus decisiones, adoptadas tras un profundo análisis, debatidas en conciencia, enriqueciéndonos con opiniones externas para tomar la propia, la nuestra, sin sustituirla por componendas. La suficiencia no entendida como aislamiento o superioridad, sino como libertad o independencia.

En definitiva, con Pedro Sánchez queremos definir un PSOE confiable dentro y fuera que sea la verdadera herramienta de cambio que necesita este país cercenado por la peor derecha de los últimos 40 años en España.