Estamos en momentos de cambio y cambiar el sistema de generación eléctrica, modernizarlo, adaptarlo a nuestro tiempo y nuestras necesidades no es un capricho, es una necesidad imperiosa; porque nuestro destino ambiental, económico y social dependen en gran medida de la energía, y la electricidad es una de las claves del éxito o del fracaso de esa transición energética. Pero además de jugarnos nuestro futuro y el de nuestras hijas e hijos, la pregunta que nos hacemos cuando nos hablan de electricidad es si esto sube o baja el precio de la luz. Puede parecer una pequeña cosa, pero es gracias a la luz, y a que la podamos pagarla, con lo que hacemos funcionar muchas de las pequeñas y grandes cosas de nuestra vida.

Hay un acuerdo general que nadie discute respecto a que en 2050 nuestro sistema eléctrico será 100% renovable o no será.

Hay un acuerdo general que nadie discute respecto a que en 2050 nuestro sistema eléctrico será 100% renovable o no será. La cuestión es cómo y cuándo lo queremos alcanzar. La población mayoritariamente apoyaría un 62% el cierre de carbón y un 72% el cierre ordenado nuclear. Ante esta situación había que preguntarse si esto era posible hacerlo ya manteniendo la seguridad del suministro, y según los datos proporcionados por el estudio elaborado por el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad de Comillas de Madrid para Greenpeace es viable en 2025 cerrar todas las nucleares y las térmicas de carbón. La seguridad de suministro está totalmente garantizada, porque el análisis se ha realizado en base al peor caso de sequía extrema y poco viento de la serie histórica, de manera que podemos estar tranquilas no le fallará la luz a nadie y nunca.

Pero ahora viene la pregunta que nos importa de verdad,  ¿es caro un sistema sin riesgos nucleares y sin contaminantes? En realidad los riesgos y la contaminación la soportamos, incluidos sus costes, entre toda la ciudadanía y no se incluyen nunca, por ello tenemos la falsa sensación de que no cuestan, pero no es así. Pero volvamos a los costes que cuentan. Cada año las empresas eléctricas tienen costes de inversión, tanto en las nuevas instalaciones como las actualizaciones de las que ya tienen, y costes de operación, es decir lo que les cuesta que el sistema funcione. Estos costes son los que ellos tienen que recuperar porque sino las cuentas no salen, y estos son los costes que el estudio de Greenpeace ha calculado.

un sistema sin carbón ni nuclear es de apenas 186 millones de euros, diez veces menos que la mala gestión de Castor

La diferencia del coste total de un sistema sin carbón ni nuclear con un crecimiento de la demanda eléctrica contenido (por la eficiencia energética) y alto porcentaje de renovables frente al contrario es de apenas 186 millones de euros, diez veces menos que la mala gestión de Castor, sin contar los intereses. Es alrededor del 1,8%, por lo tanto si lo que reflejara el precio de la luz fueran los costes, la luz no subirá apenas nada, nos ahorraríamos un montón de dinero que pagamos entre todos por culpa de usar estas fuentes tan contaminantes, y además tendríamos un sistema elećtrico limpio y renovable.

Es más, este mismo sistema, pero considerando los valores promedio de eólica e hidráulica que son los que realmente tendremos, tiene todavía menor coste de operación y menos de la mitad de las emisiones. En general todos los escenarios que hemos estudiado tienen costes sin grandes diferencias con y sin centrales nucleares y de carbón, y hemos comprobado que a más renovables menores costes de operación. Por lo tanto mantener el carbón y las nucleares no tiene sentido y los números lo demuestran.

Ahora bien es importante saber que no es lo mismo el precio que el coste, sabemos muy bien lo que cuestan un par de naranjas y el precio que pagamos por un zumo, no es lo mismo. En el sistema eléctrico todos cobran lo mismo por sus naranjas, y este es el precio del zumo comprado en el sitio más caro. Con este diseño de mercado, se llama mercado marginalista, estamos pagando por la luz a unos mucho y a otros poco, pero desde luego mucho más de lo que realmente cuesta. Podemos afirmar que sustituir carbón y nucleares no costaría casi nada, y tenemos que explicarle al Ministro de Energía, que no confunda coste y precio. Y que si sube el precio, es porque él permite que sigamos pagando naranjas a precio de gourmet, entre otras cosas.

Responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace España