Pedro Sánchez abre oficialmente el  19 de febrero la campaña electoral para las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo. Y la abre él solito, en rigurosa exclusividad, encaramado en un libro -escrito por él, subrayan sus editores- en el que cuenta su apasionante experiencia desde 2014, cuando accedió a la secretaría general del PSOE, hasta, suponemos, la más rabiosa actualidad que es la de hoy. Digo suponemos porque aún no hemos tenido la oportunidad de leer el libro pero lo que ya sabemos de esta insólita iniciativa, que es que el presidente del Gobierno en ejercicio se dispone a cobrar  derechos de autor, nos permite hacer algunas consideraciones.

La primera es que nos parece un gesto muy feo. Este tipo de memorias se publican cuando uno está ya fuera de  todos los cargos porque es una manera de dar cuenta de un periodo en el que ejerció unas responsabilidades que influyeron en la vida de sus compañeros de partido y, si el libro llegara hasta su acceso a la presidencia, que han influido en la vida de todos los españoles. Pero no es de recibo un texto que hable de sí mismo y de sus peripecias políticas personales cuando se está en el puesto institucional más alto que la Constitución establece, solo por debajo del Jefe del Estado. Y mucho menos cuando el país está en vísperas de unas elecciones determinantes para el futuro y en las que su formación compite.

Pedro Sánchez no ha comprendido a estas alturas la trascendencia de su figura pública

Eso prueba que Pedro Sánchez no ha comprendido a estas alturas la trascendencia de su figura pública. Se porta como si fuera un solista, un divo de la canción y no se da cuenta -porque si se da y no le importa, la cosa sería mucho peor- de que él está encarnando a todo el pueblo español y que mientras lo encarne, está exclusivamente al servicio de ese pueblo y en ningún caso al suyo propio. No puede distraer ni un segundo la atención de la población para contarle sus avatares, que sin duda interesarán a mucha gente del mismo modo que interesa a un determinado público el relato de una conocida presentadora de televisión que informa a la audiencia -cobrando por ello- de su prolongado sufrimiento tras sufrir un cáncer.

Pero el presidente del Gobierno no es una estrella aunque él parece creerlo así. Y tampoco puede cobrar estando en el ejercicio de su cargo los derechos de autor que por lo visto se dispone a ingresar en cuanto el libro empiece a tener el previsible éxito. De modo que nuestro presidente lo es a tiempo parcial, por extenso que sea ese tiempo, y luego tiene sus cositas aparte.

Como diría una vieja periodista ya fallecida, Pedro Sánchez se encarga de dirigir el destino de España pero luego también "cose para afuera". Y no sólo cose sino que cobra por ello un dinerito extra para faltriquera familiar, cómo le vamos a hacer ascos a cobrar, que todo es bueno para el convento, no faltaba más.

El presidente y quien le asesora han decidido ignorar que él va a proporcionar además un negocio pingüe a la editorial que se lo publica, empresa que pertenece a un poderosísimo grupo multimedia con intereses en la prensa en la radio y en la televisión, además de en el mundo editorial. Y salen los servicios de La Moncloa a intentar rebajar el estupor que la noticia ha producido aireando el peregrino argumento de que el presidente del Gobierno va a cobrar, sí, pero que se va a abstener en todos los asuntos que afecten a los intereses de Planeta, que es la empresa matriz de Ediciones Península, editora del libro de Sánchez.

Sánchez no puede, él es nuestro máximo representante, nuestro último responsable

¿Perdón? ¿Como que "se va a abstener"? El presidente del Gobierno no se puede abstener de nada de lo que afecte a cualquier español, a cualquier entidad, a cualquier empresa. Y no puede hacerlo porque la responsabilidad de su cargo se lo impide. ¿Quién le ha dicho que se puede abstener de lo que afecte a Planeta? No puede, él es nuestro máximo representante, nuestro último responsable. Que le pregunte a Felipe González, que le contará con gusto la inmensa angustia que le producía sobrevolar Madrid en helicóptero porque extendía mentalmente a toda España  aquel mar de luces mientras un pensamiento le abrumaba hasta el límite del sufrimiento: "Yo soy responsable de la vida de todos estos ciudadanos".

Pues él también, aunque no lo sepa, aunque no sea consciente, aunque nadie se lo haya dicho. Él no se puede abstener aunque quiera. Es más, el hecho de que haya tomado la decisión poco sensata de publicar en esa editorial sus memorias de un tiempo corto pero intenso de su vida, que no otra cosa es ese Manual de Resistencia, señala -y favorece-  de una manera indubitada e irreversible al grupo mediático más importante de España. Y es algo que no puede hacer un presidente del Gobierno de España.

Y menos aún uno que, en su propio partido, elige personalmente al candidato a las elecciones para el Ayuntamiento de Madrid y a continuación rompe todo esfuerzo y toda apariencia de neutralidad y se permite señalar al elegido como su favorito sobre todos los demás con el argumento de que él, como militante, tiene derecho a expresar su opinión y sus preferencias. Pero sucede que él no es un militante cualquiera sino el secretario general del PSOE  y no debería, en absoluto, hacer lo que ha hecho porque de manera inevitable ha ejercido una formidable influencia -ya veremos si para bien o para mal- en el voto de los socialistas madrileños y en el destino final de "su" candidato.

Pues con el libro ocurre lo mismo. Él no es un autor más, de ninguna manera, no es un particular al que le publican un texto de resultado incierto. Repito: él es el presidente del Gobierno, el que rige el país, el que somete leyes a su aprobación, el que aprueba reales decretos ley que cambian vidas y haciendas. No puede publicar sus memorias en pleno ejercicio de su cargo y muchísimo menos cobrar por ello.

Pero Sánchez cree que no tiene límites, que él puede hacer lo que se le ocurra como si fuera un ciudadano más. Es evidente que no se ha dado cuenta aún de que su cargo -sus cargos- comportan importantísimas limitaciones que están directamente relacionadas con inmenso el poder que ostenta y que está en condiciones de ejercer. Se ve que no lo sabe y que nadie se ha atrevido todavía a explicárselo. Urge que alguien dé ese paso.