No nos vamos a sorprender a estas alturas de que los estatutos de Vox incluyan como parte esencial de la identidad de su partido la negativa a llegar a ningún pacto de gobierno con cualquiera de los partidos nacionalistas que tienen representación parlamentaria. Y eso incluye no sólo a los independentistas catalanes que han desafiado abiertamente al Estado y han intentado, sin éxito, romper España, sino también a los nacionalistas vascos que, aunque infinitamente más pragmáticos que aquéllos, no dejan de incluir en su ideario como un programa de máximos el sueño de una soberanía.

La cuestión está en determinar qué consecuencias puede tener esta posición de Vox a la hora de conformar acuerdos de gobierno después de las elecciones. Y ahí no es probable que el partido verde tenga mucho que decir porque lo primero que pasa es que el PNV estará más inclinado a apoyar al PSOE en un hipotético acuerdo con Ciudadanos que otorgar su respaldo al mismo acuerdo con Albert Rivera pero firmado con Pablo Casado.

El PNV estará siempre más cómodo -como todos los demás, por otra parte- en un territorio en el que domine la inclinación a atender sus interminables reclamaciones de traspaso de competencias y sus cálculos económicos del cupo que en uno en el que lo que prime sea la resistencia básica a esas negociaciones.

Los nacionalistas vascos serán siempre más proclives a inclinar la balanza del lado de Pedro Sánchez que de Pablo Casado

Sólo hace falta recordar lo que hicieron los nacionalistas vascos al gobierno de Mariano Rajoy una vez que éste, tras conversar personalmente con Andoni Ortuzar presidente del PNV, había aprobado una subida de casi seiscientos millones en inversiones para el País Vasco: obtenido el botín, la retirada peneuvista al apoyo a Rajoy fue la que permitió el éxito de la moción de censura que hizo presidente del Gobierno a Pedro Sánchez. Sin sus votos esa moción de censura no habría salido adelante,

Y lo mismo que los independentistas catalanes están mucho más cómodos con un gobierno socialista porque esperan de él más cesiones, los nacionalistas vascos serán siempre más proclives a inclinar la balanza del lado de Pedro Sánchez que de Pablo Casado. En ese lado del territorio político Vox no estará nunca pero es que tampoco se le espera ni se le quiere para nada. Por lo tanto, las restricciones que el partido de Santiago Abascal pudiera imponer serían siempre a ese hipotético acuerdo entre Ciudadanos y PP al que pudiera apoyar desde fuera el partido verde. Pero es que en una tesitura en la que fuera posible un acuerdo entre los tres partidos el PNV no sería necesario. Y lo que no podría Vox hacer nunca sería prohibir a los nacionalistas vascos dar sus votos en una sesión de investidura a la ecuación de partidos que consideren más conveniente para sus intereses.

Las diferencias insuperables entre Ciudadanos y PNV ha pasado a mejor vida por obra y gracia del cambio de posición del partido naranja

Por lo tanto, Vox tiene ahí poco que decir. A menos que... para sumar la mayoría imprescindible para sacar adelante una sesión de investidura el voto del PNV, sí resultara decisivo. Pero en ese caso lo más probable es que esa suma se diera con Ciudadanos y PSOE y ahí sí sería factible un acuerdo con los nacionalistas vascos porque sucede que Ciudadanos, empujado por la necesidad, acaba de declarar su respeto al fuero navarro porque "está en la Constitución", lo cual le lleva automáticamente a aceptar el concierto vasco por el mismo motivo. Es decir, que las diferencias insuperables entre Ciudadanos y PNV ha pasado a mejor vida por obra y gracia del cambio de posición del partido naranja. Y es un cambio muy notable, desde luego.

Y del mismo modo que es radicalmente inimaginable un pacto de Gobierno o de legislatura entre PP, Ciudadanos y ERC y PDeCat porque tienen propósitos antitéticos, tampoco tiene sentido considerar un acuerdo de ese tipo en el que estuviera Vox y PNV. Pero no solo porque Vox se negaría a ello sino porque tampoco lo aceptarían de ninguna manera los nacionalistas vascos.

E  insisto: de ser decisivos para una sesión de investidura de éxito los diputados peneuvistas se decantarán siempre por apoyar al PSOE. Pierdan cuidado los de Santiago Abascal porque nadie está en la idea de que ellos tengan la oportunidad de exhibir sus condiciones para imponer un pacto de gobierno en los términos que marcan sus estatutos.