Tantos años tan preocupados por llenar plazas de toros y grandes polideportivos y ahora lo que se lleva es subirse al tractor. Algunos aspirantes a la presidencia del Gobierno han descubierto que el campo no es sólo irse de fin de semana a una casa rural, sino atender a la necesidades de millones de ciudadanos que carecen en sus localidades de servicios básicos como escuelas, centros de salud, atención a la tercera edad, internet y otro tipo de infraestructuras.

El reto no es fácil, quizá muy ligado también al invierno demográfico de este país, pero, a diferencia de 2011, nadie habla de eliminar diputaciones provinciales ni de desaparición de los pequeños núcleos urbanos. Aquel discurso pasó al olvido.

De la España vaciada dependen nada menos que 100 diputados de las circunscripciones que sientan menos de seis señorías en el Congreso y, esta vez, tienen la llave de las elecciones.